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“Las mujeres son llevadas de sus ideas”

28 de Septiembre de 2004 | 10:42 |
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Cambió pañales a sus cuatro hijas de 8, 6, 4 y 3 años y a la mayor, que nació en Harvard, la bañó en forma exclusiva durante un año y medio. “Como estudiaba de noche en la pieza de la guagua, me la gocé a concho”, dice.

Hoy va a las reuniones del colegio, pero no logra llegar a la casa antes de que se duerman. Por eso, ahora se impuso tomar desayuno con ellas, aunque no puede evitar hojear el diario mientras lo hace.

-¿Qué se siente ser chancletero?
“Se siente bien, querido y exigido al mismo tiempo”.

-¿Por qué?
“Porque las mujeres son llevadas de sus ideas, no transan fácilmente. He tenido que aprender a convivir con mujeres. No solamente tengo puras mujeres en la casa, en La Segunda eran puras mujeres, en la fundación son puras mujeres. A esta altura podría decir que soy casi un especialista en mujeres”.

-¿Qué es lo que más te demandan las mujeres de tu casa?
“Presencia. Soy fundido con todas, pero trato de educarlas y por eso, soy él que dice “no”. Soy el malo, me resisto a satisfacer todos los deseos y caprichos, pero tengo que ceder a veces”.

-¿Eres papá presente?
“En término de horas, bastante ausente. Me produce un conflicto no estar más. Independiente de la calidad, es importante la cantidad”.

-Y tu mujer ¿qué pide?
“Ella me reta, harto y con razón. Es en gran medida mi cable a tierra porque me centra en lo importante. No se vuela con las cosas que hago y me aterriza en la familia, en los sentimientos”.

-A ver ¿te acuerdas de los aniversarios?
“Normalmente me llevo un reto. Intento hacer algo, pero pocas veces me resulta, aunque la última vez la sorprendí. El próximo, cuando cumplamos 10 años, tendrá que ser especial, porque si no me va a mandar a la punta del cerro”.

-¿Qué rol asignas a la mujer?
“La veo como trabajadora, con desafíos en la vida que vayan más allá de la familia, asumiendo que éste es el más importante. Pero me importa que tenga retos personales”.

-¿Aceptarías a tu señora todo el día en la casa?
“No lo soportaría. Hemos tenido esta discusión y me he negado terminantemente a que deje de trabajar como parvularia media jornada. El año pasado tuvo la tentación de hacerlo, porque su pega es bastante desgastadora, pero no se concretó”.

Este patrón parece aprendido. Su madre trabajó siempre y aunque no lo hubiera hecho, dice, habría llegado a la misma conclusión. “El tema está en poder mezclar lo profesional con la familiar y en eso, nosotros tenemos suerte. Todo sería más complicado si la Cata trabajara día completo, porque me demandaría a mí estar más presente. Por ella, ha sido poco o nada lo que he sacrificado de mi cuento profesional”.

-¿En qué ayudas tú?
“Los fines de semana yo me hago cargo del cuento. De hecho, yo les enseñe a esquiar a todas mis hijas. Parece superficial, pero es súper potente porque a la Cata no le gusta y me preocupé de tener con ellas algo en común”.

-En este escenario, ¿qué has tenido que sacrificar?
“Las relaciones humanas. No voy a “happy hours” ni almuerzos en la semana y dejo los fines de semana para la familia y los amigos. Tengo un equipo de fútbol y juego tenis y golf, pero me gustaría tener más tiempo sólo para conversar, para estar. Esto me cuesta mucho porque soy un gallo muy enfocado a la acción”.

Ya no va al estadio a ver a su equipo, los cruzados, y cuando ha intentado llevar a sus hijas, su señora se opone terminante porque “eso es de hombres”.

-Ah....¿van a ir por el varón?
“Siempre hemos pensado en seis, pero a esta altura la Cata quiere dos mujeres más porque no sabría que hacer con un hombre. A mí me encantaría tener un par de mellizos hombres, pero no me preocupa el cuento de no tener descendencia masculina”.

Se describe “una lata”. Salvo los deportes, no tiene gustos especiales en comida, literatura o ropa. Sí reconoce una gran frustración: le encanta bailar y cantar, pero su señora no lo acompaña en lo primero y en lo segundo, tiene mala voz. “Para mí ser cantante, estar arriba de un escenario, es lo máximo” declara.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Soy maniático del orden. En mi closet los chalecos están en un lado, las camisas en otro y así. Los libros clasificados por temas y el computador ordenado en carpetas”.


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