Conversar con esta mujer resulta extenuante. Habla a mil por hora, con la misma rapidez con que conduce un remate y sin perder ningún detalle.
Su trabajo la apasiona, pero mucho más lo hace su familia y sus hijos. Ellos están siempre presente, al igual que los temas que le hacen más sentido, como los valores y el servicio a los demás.
Escucharla decir que en la vida hay que viajar acompañada de pocas cosas podría resultar un contrasentido cuando ella se relaciona con coleccionistas, sin embargo, en Denise Ratinoff sí tiene sentido.
“Hay personas que atesoran y atesoran; yo les puedo decir que menos es más. Uno ya tiene suficientes responsabilidades en la vida en los planos emocional y profesional como para sufrir con el exceso de cosas que se tiene”, sentencia.
Es celosa de su intimidad, pero no oculta el orgullo que siente por su familia. Cree, firmemente, que es ahí donde se inculcan los valores y que la misión de ser padre es la más desafiante que pueda recibir una persona y para la que nadie está preparado.
Conoció a su marido en la casa de su abuela y se reencontró con él en el Hospital El Salvador donde estaba haciendo la práctica de enfermería. Se casaron y nacieron Matías, Denise y Andrea, con quienes mantiene una estrecha relación a pesar de que dos ya viven en Estados Unidos y muy pronto parte la última, que trabaja con ella.
“Cuando empecé en Christie´s los viajes los hacía con uno de ellos, porque quería que entendieran que cada ausencia mía tenía un sentido”, asegura. Y al parecer lo logró, porque los tres se desempeñan en áreas ligadas al arte; de hecho no pierde la esperanza de que algún día tendrán una empresa familiar en el rubro.
- Denise trabaja contigo ¿Te gustaría que ella siguiera con Christie´s?
“Los padres siempre tienen ese deseo de perseverar en la tradición, pero con Exequiel creemos que ellos deben hacer lo que su vocación les diga”.
- Si evalúas tu trayectoria, ¿dirías que tuviste que hacer muchas renuncias?
“Es que es muy bueno renunciar, es positivo aprender a decir que no y a mí me ha costado, porque siempre pienso que lo puedo hacer o que puedo aportar; y no es así, porque soy humana, soy una persona común y corriente”.
- ¿En qué etapas te encuentras?
“Se me está acabando la paciencia -la paz y la ciencia, remarca- para las cosas superficiales. Ya tengo la madurez como para saber que es primordial y lo primordial es, definitivamente, seguir preparándome para ser una persona más entera. Quiero seguir estudiando, mientras más veo, me doy cuenta que menos sé”.
- ¿Qué desafíos te impone el hecho de que tus tres hijos vayan a estar afuera?
“Me hace pensar que voy a terminar con ellos, allá. Me hace pensar que después de tanto tiempo, quizás, esté medio año afuera y medio año acá, aunque no es lo que me he propuesto”.
- Tu marido está enfermo (tiene cáncer pulmonar) y a Denise la operaron de un tumor cerebral hace algunos años. ¿Ha sido difícil?
“Es lo que me ha tocado vivir y es lo que Dios me envió para que yo fuera capaz de crecer. Él te aprieta, pero no te ahorca; no te manda nada que no seas capaz de enfrentar bien. Ahora, de verdad, uno nunca está preparada por los dolores más grandes como es la enfermedad de un hijo”.
- ¿Eso debió remecerte?
“O sea... hay que gente que me dice siempre estás sonriendo, contagias energía. Los problemas son una valla de superación, pero, a veces, tengo unas penas que me hacen falta pañuelos. Uno llora de impotencia, pero siempre se abre una luz”.
- Con la energía que transmites está claro que vas a ser una abuela intensa.
“Me fascinaría, amo a los niños y tengo feedback con ellos”.
- ¿Vas a ser malcriadora?
“Absolutamente, no podría ser de otra manera. Mis hijos se educaron con bastante libertad; éramos disciplinados en el diario vivir, horarios de estudio, lectura, deporte, pero con un cariño intenso. La gente tiene vergüenza de decir lo que siente y eso fue muy importante en nuestra relación familiar”.
