Padres que han estado lejos de sus hijos pueden revertir la situación si logran abrirse ante ellos y demuestran su cambio con hechos.
Cecilia Aldunate (17) cuenta que hubo una época, hace un par de años, en que llegaba a su casa, se encerraba en su pieza y no salía hasta el otro día para ir al colegio.
Tenía cero comunicación. Mis papás son súper conservadores y yo soy más liberal. Siempre he sido de pensar las cosas por mi cuenta y de no dejarme llevar por la masa, afirma. Esto le trajo problemas para encajar en colegios estrictos y estructurados. Ahora está en uno más artístico y todo anda mejor. Y en su propia casa está viviendo un proceso de reintegración.
Al principio los problemas fueron por la música. Yo toco guitarra eléctrica desde los 13 o 14 años. Y cuando empecé, me farrié el año escolar. Me castigaban, me quitaban la guitarra. Pero no había comunicación de por medio. Era un 'no' rotundo y yo tenía que sacar las conclusiones con mi sicóloga.
Cambio de foco
Este año, cuenta Cecilia, las cosas están cambiando. Mi papá se está dando más tiempo para estar conmigo. Nació de él. Se acercó a conversar y fue algo súper especial. Partió hablando de cosas que sabía que a mí me gustaban: de mi pololo, de música, de los grupos que le gustaban cuando era más joven. Y nos empezamos a abrir. Siempre nos hemos tenido mucho cariño y lo que nos había faltado era el tiempo.
Cecilia admite que no todos los intentos de acercamiento de los padres son bien recibidos de inmediato por los adolescentes. Pero eso pasa cuando los papás se han portado mal o se han equivocado mucho. Entonces, lo mejor sería que hubiera un arrepentimiento y que se atrevieran a pedir perdón al hijo.
El sicólogo Jorge Sanhueza coincide en que al intentar recuperar la relación con un hijo, la culpa no sirve de nada. Lo único que vale es asumir que se cometió un error y que se va a hacer lo posible para cambiar. Si esa intención se demuestra con hechos, los jóvenes saben apreciarlo.
Según la sicóloga Teresa Izquierdo, nunca es tarde para tratar de acercarse a los hijos adolescentes y los padres y madres debieran intentarlo siempre. Una buena manera de empezar a hacerlo, agrega, es enfocarse en las virtudes del joven. Hay que partir pensando qué tiene de bueno mi hijo, enfocarse en eso y hacérselo notar. Así, el adolescente empezará a recuperar su autoestima y tendrá ganas de interactuar con alguien que lo valora y lo respeta.
"Sería bacán hablar de todo"
Por Matías Torrealba (19)
"Lo de la comunicación es un problema generacional. Los papás no entienden mucho lo que se está viviendo hoy en día. Con los míos, discutimos incluso por cosas básicas, como mi look. Por ejemplo, yo me tiño el pelo de negro y ellos no lo entienden.
"Yo vivo con mi papá. Pero con mi mamá converso de todo. Es más cariñosa, siempre me va a escuchar. Le puedo contar mis cosas y sé que no se va a enojar.
"Mi papá, en cambio, tiene la imagen de autoridad dentro de la familia. Él es más firme con sus ideas. Espera que todos sus hijos estudien ingeniería y que cumplan las normas del hogar. Con él es más difícil abrirse. Vivimos juntos y nos vemos en la noche. Hablamos de cosas básicas. Me pregunta cómo me va en los estudios; pero de lo que yo siento, no mucho.
"Claro que me gustaría profundizar más con él. Y ayudarle a entender cómo son las cosas ahora, cómo está la juventud, cómo se vive la sexualidad. Sería bacán poder tocar ese tema. Pero a los papás les cuesta porque antes el sexo era un tema tabú. Y a ellos no les enseñó nadie.
"A mi papá le interesa que yo saque una carrera y que me realice profesionalmente. Que yo quisiera estudiar teatro fue un problema. Se volvió loco: que de qué iba a vivir, que cómo iba a ser mi futuro. Le dije que era lo único que me gustaba.
"Después, tuve que dar un examen en la escuela y él me vio actuar. Me dijo que estaba feliz y que era bueno que yo estudiara algo que me gusta. Yo creo que, en cierto modo, igual cree en mí".
"Es un tiempo difícil"
Por Alexandra Van Nievelt (14)
"Yo creo que la adolescencia es un tiempo difícil. Uno se empieza a cuestionar las decisiones de los adultos y se da cuenta de que los papás no son ningunos superhéroes. Por eso es tan molesto cuando vienen con el argumento de que esto se hace así porque lo digo yo.
"Si me salen con eso, yo insisto hasta que logro sacarles que no me dan permiso, por ejemplo, porque no me pueden ir a buscar. Y cuando me dan argumentos, yo entiendo.
"A los papás les cuesta llegar a nosotros porque no saben cómo tratarnos. No pueden ser autoritarios porque ya no somos niños. Pero tampoco somos adultos, así que no es cosa de hablarnos de igual a igual. Es una época complicada. Si no nos ponen límites, sentimos que no se están preocupando mucho de nosotros.
"Muchas veces desafiamos los límites para ver si así nos pescan. Tengo compañeros que se van de la casa, que fuman y toman y hacen de todo, y los papás ni así los pescan.
"Lo ideal sería que los papás explicaran el porqué de sus decisiones y se mostraran abiertos a nuestra opinión.
"En esta etapa, a los adolescentes nos cuesta hablar de nosotros. Cuando uno va creciendo, quiere su independencia y también su intimidad. Por eso es molesto que te pregunten demasiado. Uno a veces no quiere contar nada. Yo cuento cuando tengo ganas. Me han dado ganas de abrirme cuando vamos en el auto; mi papá o mi mamá va manejando y yo voy al lado. Es un momento tranquilo y no hay nadie alrededor. No es algo preparado. Se da solo".