Una visión bastante igualitaria sobre las exigencias que el mundo moderno impone a hombres y mujeres tiene la directora ejecutiva de Comunidad Mujer, Esperanza Cueto.
Esta joven abogada afirma que las complejidades de hoy, traducidas en ser exitosos en el ámbito profesional y personal, no son exclusivas de las mujeres, sino que también presionan al sexo masculino.
“Antes, mientras, la mujer debía ser sólo dueña de casa y buena madre, el hombre era el macho proveedor. Hoy, en cambio, la mujer tiene que ser buena dueña de casa, madre y profesional y el hombre debe ser exitoso, pero además, debe tener su lado femenino desarrollado”, aclara.
En este demandante panorama, las desigualdades se presentan en las oportunidades que tiene la mujer para alcanzar sus metas y proyectos. A juicio de esta profesional, ella encuentra mayores dificultades para acceder a ese mundo público y además, cumple doble jornada laboral entre su trabajo y el hogar.
Comunidad Mujer, la organización que encabeza junto a Margarita María Errázuriz, impulsa un cambio de este escenario. Para ello promueven la discusión y el debate sobre los temas de mujer y apoyan a un grupo de ellas en su desarrollo profesional.
-Se habla de la mujer discriminada ¿cuánto de mito hay en eso?
“A ver, de ninguna manera estamos hablando de mitos. Se ha avanzado muchísimo en varios campos, pero persisten las desigualdades. No es ninguna sorpresa; los estudios dicen que la mujer gana un 30% menos que los hombres; que tienen muchas menos redes de apoyo social; y que los hombres colaboran poco con las labores en la casa, lo que hace difícil que ella pueda asumir un rol fuera de la casa.
“Además, hay un déficit importante en materias legales. No hay una ley de flexibilidad laboral eficiente que le permita a la mujer con niños chicos trabajar jornadas parciales o con un horario más flexible para que puedan cumplir sus dos roles.
- Con estos temas en la agenda hace años, ¿se ha avanzado poco o nada?
“Creo que se ha avanzado, definitivamente. Hoy tenemos otro escenario, se han dado cambios profundos y se ha discutido el tema, pero, ni remotamente se ha zanjado.
-¿Mucha discusión, pocos hechos concretos?
“Siento que no han habido grandes discusiones. Recién ahora se observa una determinación más decidida de ver cómo vamos a abordar el tema del cuidado de los hijos pequeños. En eso hay una deuda pendiente con las mujeres, especialmente, las que no tienen recursos.
“Esto es una limitante tremenda; es dramático constatar que la mujer que más trabaja es la que tiene más años de escolaridad y tiene una red de apoyo. El 70% de las mujeres entre 25 y 45 años que vive en Vitacura trabaja y, en ese mismo rango etario, en el mundo popular es mucho menor y la mujer modesta es la que más necesita.
-Cuando se habla de desigualdades se tienden a mirar al hombre. ¿Hay responsabilidad de la mujer?
“No hablaría de responsabilidades ni del hombre ni de la mujer. Hay que plantear el tema desde otra perspectiva; si como sociedad queremos tener un país en donde se privilegie la familia y los índices de natalidad no caigan a cero, tenemos que asumir todos este problema. Encuentro tremendo tener que echarle la culpa a la mujer; lo único que falta es que la mujer sea culpable de esto.
Esperanza Cueto reconoce que Chile arrastra una cultura machista y que, efectivamente, ella es transmitida por las madres a sus hijos, pero asegura que los problemas que tiene la mujer para acceder al mundo laboral no tienen su origen sólo ahí.
De todos modos, saca a colación estudios que han detectado entre los factores culturales por los cuales la mujer no trabaja, el nivel de machismo o la pertenencia a un mundo más conservador que liberal.
Defensora de la libertad que tiene la mujer para optar y quedarse en la casa, cree, sin embargo, que es necesario generar las condiciones para que ella tenga la oportunidad de trabajar afuera. Mucho más hoy, cuando el segundo sueldo es fundamental en la clase media para educar a los hijos o mejorar la alimentación de la familia; y peor aún, sostenerla, en el caso de los sectores modestos.
-¿Qué tareas son urgentes?
“Se debe ampliar la red de apoyo infantil; en Chile es deficitaria, la red de guarderías y jardines infantiles que no está, ni remotamente, al nivel de las demandas.
“También hay que darle un impulso a la contratación de mujeres en empresas; todavía existe el mito que la mujer es mucho más cara que el hombre, que está el problema de las licencia y resulta que varios estudios han demostrado que eso no es verdad”.
-¿Serviría de algo la discriminación positiva?
“Este tema es valioso discutirlo. Yo a cabalidad no lo he abordado y entiendo que algunos economistas lo han analizado y que sería viable. En principio, creo que en el mundo público algo se puede hacer; éste siempre se ha regido por las reglas de los hombres, lo que no significa que sea malo, pero la mujer se ha tenido que introducir en un campo donde las reglas ya estaban dadas. Creo que hay cuotas importantes de machismo en esa área todavía, a las mujeres les es más difícil llegar y aspirar a cargos de primera línea y su aporte en ese campo sería valioso, porque tiene otra mirada”.
-¿Hay limitantes propias de las mujeres?
“Hay muchas mujeres que teniendo las capacidades no llegan a los más altos cargos, probablemente, por el llamado “techo de cristal”. Las mujeres desarrollan su lado afectivo y, pudiendo estar en la primera línea, puede ser que no la tomen porque eso tiene costos muy altos en lo familiar.
“Para muchas mujeres sus desafíos están en lo personal y para los hombres, en lo profesional”.
-¿Eso hace que la mujer no delegue sus roles?
“La mujer sigue a cargo de las tareas de los niños, de las compras, del aseo, de lavar los platos y la ropa. Aunque el panorama ha ido cambiando y el hombre participa más, a la mujer le cuesta –y en eso tenemos que hacer un mea culpa- entregar ciertos roles”.
“Se habla mucho de democracia en lo público, pero la democracia en la familia no existe”.
-¿A qué te refieres?
“Cuando hablo de democracia interna en la familia apunto al hecho de que a la mujer de hoy, aquella que tuvo oportunidad de estudiar y desarrollarse profesionalmente, le costo mucho más de lo que debió ser, porque el hombre no participa de las tareas del hogar en forma similar.
“En esto hay un tironeo, las mujeres no lo están pasando bien porque tienen doble jornada laboral. Hay que ver como va la repartija de las labores hogareñas”.
Sin mostrarse desesperanzada sentencia que los cambios culturales y legales que se requieren en el país no van a la par con las vertiginosas modificaciones que se están produciendo en la sociedad y el mundo gatillados por las comunicaciones, la tecnología y la globalización.
“Nuestra sociedad es muy discriminatoria no sólo en el tema de la mujer; en todos los ámbitos es bastante conservadora e impide que muchas transformaciones se hagan con más rapidez”, dice.
Demanda que todos los sectores sean mucho más proactivos en la apertura de espacios para la mujer, pero advierte: “no tengo, ni remotamente, la solución”.
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