En septiembre aplicamos trabajo de schock sobre nuestro pasto y tierra. Desmalezamos y fertilizamos.
Ahora, que el jardín se está llenando de colorido y las flores están en todo su esplendor, hay que prepararlo para las altas temperaturas del verano que se acercan.
Si tiene almacigos con flores de temporada, cubrarlos con papel de diario humedecido continuamente hasta que broten las plántulas. Así también ayuda a su germinación más rápida.
Las bulbosas como achira, gladiolos o azucena real deben estar siempre en un suelo bien mullido y libre de malezas; desmalezar siempre hacerlo sin dañar los bulbos.
Las begonias que están en maceteros colóquelas a pleno sol para acelerar su crecimiento y evitar que se atrase su floración.
Divida los crisantemos y despunte cada hijuelo con raíz, hasta la mitad. Plántelos y riéguelos. Los cubresuelos están nuevamente iniciando su crecimiento por lo que se debe desmalezar todo su alrededor y aplicar abonos para fortalecerlos.
El riego se convierte en un tema importante sobre todo en las plantas que están en plena floración y las de sistema radicular más superficial. Las plantas bulbosas, terminada su floración, se riegan cada vez más espaciadamente para dejarlas entrar en reposo.
Un pasto verde
El pasto, durante este mes crece más aceleradamente y debe cortarse dos veces por semana. Esto lo fortalece, lo hace más bello y consistente y contribuye a que se evapore menos la irrigación.
Luego del corte se recomienda la aplicación preventiva de un fungicida. Y también debe hacer las resiembras de las áreas ralas. Rastrille y horquetee previamente esos sectores si la tierra está muy compacta y luego coloque tierra de hojas y arena antes de esparcir las semillas.
Con las estacas de las azaleas haga nuevas plantas y no olvide regar las plantas de noche porque si lo hace de día, el 30% del agua se evapora y el que pierde es su bolsillo. Si el terreno es arcilloso, con mayor razón, riegue con menor frecuencia porque retienen más la humedad.
