EMOLTV

El Sida crece entre las dueñas de casa

Las mujeres que tienen pareja estable no se cuestionan la posibilidad de estar siendo engañadas y no tensionan su matrimonio con dudas de infidelidad. Así, el hogar está siendo cada vez más un lugar de riesgo.

17 de Febrero de 2005 | 11:09 |
imagen
¿Le pediría el examen de VIH a su marido?
¿Alguna vez ha pensado que puede ser contagiada a pesar de tener pareja única estable?


El Sida se ha convertido en un enemigo muy cercano para las chilenas, especialmente, las dueñas de casa. En los últimos años se ha registrado un mayor número de contagio de ellas por sobre operarias u oficinistas.

Las últimas cifras que maneja la Comisión Nacional del Sida, Conasida, dependiente del Ministerio de Salud señalan que si bien los contagiados con VIH han disminuido en 15 puntos porcentuales entre el 2001 y el 2003, lo cierto es que entre las mujeres la mayor tasa la registran las dueñas de casa con un 51%.

Estos datos llevaron a diversos investigadores a plantearse una serie de interrogantes sobre por qué las mujeres, que se supone tienen una pareja estable –el marido o conviviente-, muestran una curva ascendente de contagios.

La socióloga de Flacso Claudia Dides encabeza uno de los estudios que se conocerá en enero y que busca determinar las razones del crecimiento de contagios de VIH entre las dueñas de casa.

A su juicio “el hogar ha dejado de ser el lugar seguro que se pensaba era” y por el contrario, es de alto riesgo para aquellas mujeres que son engañadas por sus parejas.

Las estadísticas de los últimos tres años indican que el Sida se ha feminizado, o sea, ha dejado de ser un problema vinculado a homosexuales, hemofílicos, drogadictos o trabajadores sexuales y en la actualidad golpea con mayor fuerza a las mujeres. También ha detectado que está afectando con mayor fuerza a los sectores de menores recursos y con más baja educación.

Según Claudia Dides, las políticas de salud deben hacerse cargo de este nuevo fenómeno y las campañas de prevención ya no sólo deben estar dirigidas a los jóvenes en riesgo u homosexuales, sino que concretamente las mujeres casadas.

Para ella, esta realidad es sumamente compleja porque la mayoría de las mujeres dueñas de casa no se plantean la posibilidad de estar siendo engañadas por su pareja y menos, se cuestionan la posibilidad de interrogar al marido sobre sus comportamientos sexuales.

La sola petición de un examen de VIH al marido implicaría instalar la desconfianza y la duda sobre la fidelidad en el matrimonio, y la cultura machista acentúa el silencio de las mujeres.

El esquivo condón

Dides apunta a que las mujeres dueñas de casa ven aumentado su riesgo porque no pertenecen a una red social (el trabajo o una organización) que, por lo general, les entrega información. Su único vehículo son los medios de comunicación masivo que no abordan estos temas y así, su sexualidad queda reducida a la vida íntima y privada.

También cuestiona que las tres claves en las que se han cimentado las campañas de prevención del Sida -uso del condón, pareja estable y abstinencia- estén siendo efectivas. Entre los jóvenes la pareja establece no impide que tengan contacto con fuentes de VIH ya que puede ser, precisamente, esta pareja por meses la fuente de contagio. Entre las mujeres casadas, la infidelidad ha abierto una puerta de desconocidos alcances.

Aunque en el 2003 se compraron 21 millones de condones en el país (un 23% más que el año 2002), la profesional hace presente que en Chile el uso del condón no es masivo por la concepción machista involucrada en el manejo de su sexualidad por parte de los hombres. Y tampoco es un método generalizado de control de la natalidad, por eso, es poco probable que una dueña de casa plantee su uso al marido.

Según ella, las mujeres casadas no se cuestionan el riesgo al que pueden estar sujetas con un marido “picado de la araña” o se hacen las lesas. Uno de los factores es que, al no tener trabajo, dependen económicamente de ellos.

Ahora, no todo es responsabilidad de un varón infiel. Se debe tener en cuenta que las mujeres que prolongan una vida sexual insatisfecha, según diversos estudios, están resolviendo sus problemas con relaciones pasajeras, cuestión que también es un fuente de contagio.

“Esto no es un tema de feministas ni liberales”, plantea Claudia Dides. Insiste en que se debe abordar esto con políticas públicas adecuadas, más cuando la sexualidad es un tabú en este país.

El Conasida señaló hace pocas semanas que el 62% de la población desconoce que es portador de VIH. Según las últimas cifras recogidas, en Chile hay 12 mil infectados, lo que proyectado entrega un universo de 20 mil portadores que no conocen su condición.

Este escenario lleva a que muchas mujeres contagiadas se enteren de su situación sólo cuando el marido enferma y después viven una cadena de desgracia: quedan viudas, enfermas y deben salir a trabajar para mantener a la familia.



EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?