El primer corazón que María Jesús Aldunate (2 años) sintió latir cuando nació fue el de su papá, Pedro Pablo. "Después que nacen los lavan, les hacen varios exámenes y se los pasan a las mamás. Pero Valeria se quedó dormida por el cansancio y el efecto de la anestesia, así que me la pasaron a mí. Me puse a mi hija en el pecho, cerca del corazón y le comencé a hablar, con el mismo tono que utilizaba en el embarazo y le cantaba", recuerda.
Ahí comenzó la relación compinche y cercana que tienen Pedro Pablo y su hija. Esa que se esbozó en la gestación, se hizo patente en el parto y se ha consolidado en los cambios de pañales, comidas, enfermedades y juegos que han compartido juntos. Una relación que le permite a este papá de 26 años poder decir que para entenderse con su hija no necesita más que miradas cómplices y gestos.
A este nexo profundo y permanente que la Jesús y Pedro Pablo han establecido se le llama apego seguro.
Un vínculo que durante años se pensó era exclusivo de la relación madre-hijo, pero que ahora se sabe que el padre también puede establecer y que es necesario que así sea.
¿Cuándo comienza esta relación? La psiquiatra Lisette Lavanchy, del Centro de Estudios de Temprana Infancia (CETI), responde que ésta parte en el imaginario de los padres y antes de concebir a su hijo.
Siempre hay una idea de cómo será el niño o niña, rubio, moreno, etc.. El hijo nace y ya existe un nexo que muchas veces no corresponde al niño real. Por eso, va a depender de la capacidad que tengan los padres de aceptar la realidad cuando comience esta relación.
Presencia y disposición
| Los datos |
Relación:
El 49% de los niños declaró llevarse bien con su papá en una encuesta realizada en 1999 por Unicef, en Santiago, Antofagasta y Temuco. El 22% lo atribuyó a que éste los escuchaba y existía buena comunicación.
¿Y el tiempo?:
El 66% de los trabajadores chilenos labora más de 45 horas a la semana, es decir, más de 9 horas diarias. Otro 16% trabaja más de 49 horas semanales, es decir, 9,8 horas diarias.
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La forma como se producirá dependerá mucho del tiempo e interés que ponga el papá. Si está presente, disponible y es sensible a las necesidades de su guagua hay más probabilidades de una relación de apego seguro, explican las sicólogas Dalia Pollak y Nancy Goldstein, quienes coordinan el programa de apego de la Clínica Indisa-Universidad Andrés Bello.
Además, hay que tener claro que esa relación la crean en conjunto padre e hijo. Juan Pablo Ramírez (30) y Emilia (de 5 meses) están en ese proceso. "Al principio estuve un poco aparte, porque para mí era lógico que si ella lloraba conmigo y no con Paola tenía que estar con ella. Yo me preocupaba de otras cosas, pero la verdad es que hay instantes que me habría gustado haber estado más con ella".
Esa oportunidad llegó poco después para ellos. "Las guaguas tienen un proceso de adaptación a su entorno, y ese comienzo ella lo vivió con mucha irritabilidad. Pero de los tres meses en adelante eso cambió y es pura risa. Ahora reconoce mi voz y me busca cuando la oye".
Claro.
Los primeros tres meses de vida son la etapa de mayor dificultad en la adaptación tanto del bebé como de sus padres y la familia en general a él, explica Dalia Pollak. Ésta es también la primera gran oportunidad para que el padre se acerque y se relacione e involucre con su hijo.
Y también, como agrega Nancy Goldstein,
es la oportunidad para que el padre pueda establecer los cimientos de un apego seguro con su guagua. Auxiliándolo en situaciones de estrés o enfermedad, también en las rutinas diarias como en los juegos. Tiene que darse la oportunidad de estar disponible.
Más que ayudar
Felipe Lecannelier, sicólogo, docente e investigador de la Universidad del Desarrollo, comenta la importancia de que el papá demuestre interés a su hijo.
En el apego no se hace distinción entre mamá y papá, porque hay una predisposición del niño a apegarse con cualquier adulto que tenga una relación coherente, afectiva y prolongada con él.
Luego, añade, si el papá es alejado y poco afectivo con la guagua, ésta no sentirá ningún vínculo con él. En nuestras investigaciones vemos que si el padre no está comprometido con la crianza, la guagua no lo va a tomar en cuenta, no lo va a extrañar, nada.
Bill Bocic (29) sabe lo anterior y por eso participa en todo lo que tenga relación con Bastián (2 meses). "Para mí, mudarlo, levantarme en la noche a sacarle los chanchitos o a pasearlo porque le duele el estómago no es una carga ni una condición del contrato de ser 'papá moderno'. Y tampoco es que yo ayudo a María Paz (la mamá) con el niño. Es que quiero compartir con él todos esos momentos, porque me gusta y porque lo quiero".
Todas las noches y paseos compartidos le han permitido conocer y comprender mejor al pequeño Bastián. "Cuando le hago masajes en la espalda, sé cuando viene un chanchito o cuándo va a devolver leche porque tomó mucho, o cuándo llora por la papa, o porque está sucio o tiene sueño".
La doctora Claudia González, psiquiatra infantil del Instituto Neuropsiquiátrico de Chile, destaca que el padre se convierte en una figura aun más central cuando la mamá no está en condiciones de brindarle afecto.
Los cuadros psiquiátricos del puerperio - el período que sigue al parto- , entre ellos la psicosis y la depresión posparto son causas de trastorno de vinculación materno-filial. En estas circunstancias será el papá u otro adulto el que podrá tomar el rol de figura de apego.
Pedro Pablo, Bill y Juan Pablo sienten que el afecto y el tiempo que están dedicando a sus hijos dará muy buenos frutos. Ojalá que esa complicidad que tú logras con los niños cuando son chicos puedas mantenerla en el tiempo. Y así poder educarlos según valores como la solidaridad, resume Juan Pablo.
Claves no verbales
Para incorporar al padre y también a los hermanos en la crianza del recién nacido, las psicólogas Dalia Pollak y Nancy Goldstein utilizan una metodología llamada Escala Clínica Neonatal de Brazelton. Ellas estuvieron a principio de año entrenándose para usar este método en el Childrens Hospital of Boston, donde trabajaron con el director del Instituto Brazelton, el doctor Kevin Nugent.
Esta escala, que se aplica a partir de los 2 días de nacido y hasta los 3 meses, le permite a los papás observar e interpretar el comportamiento, las habilidades y capacidades del recién nacido, explica Dalia Pollak.
Además, ayuda a los padres a leer las claves comunicacionales o signos no verbales de su hijo, lo que les permitirá entenderlos mejor. Esta escala fue diseñada para evaluar diferencias individuales y es una de las evaluaciones más abarcativas disponibles hoy en día acerca del comportamiento del recién nacido, concluye Nancy Goldstein.
El apoyo materno es clave