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“Hay muy poco glamour en Chile”

02 de Noviembre de 2004 | 16:30 |
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Su facha denota que es un esteta y ¡claro!, por sus venas corre sangre italiana. Viste impecable, con estilo; lo más probable que una tenida de su amigo Atilio Andreoli.

Las joyas lo han relacionado con lo más variopinto de la elite social chilena y también, con lo más emergente. De ellos guarda absoluta reserva, la misma que procura para su vida y que, como resultado, lo mantiene alejado de las páginas de farándula que sí envuelven a muchos de sus clientes.

En momentos en que los asesores de imágenes abundan, Mosso es el indicado para dictar cátedra en su ámbito.

- ¿Puede una mujer usar tres anillos por mano?
“Sí, pero (afirma en tono de advertencia)... no es lo ideal; de lo bueno poco. Si se opta por eso, tendrían que estar muy bien escogidos. Soy amante del minimalismo y, con los años, he descubierto que soy un maximalista; es decir, el minimalismo llevado a un punto extremo. En la vida, “el musho” (arrastra la ch y se ríe) mata todo.
“En mis diseños, para que una pieza tenga ángel, procuro que alcance la divina proporción de Da Vinci. Si se logra eso, la pieza resulta vanguardista, pero va a sobrevivir las modas”.

- ¿Es “musho” un hombre con pulseras y cadenas de oro?
“Para mí gusto, sí. No quiero dictar cátedra de buen gusto, porque sería muy soberbio y respeto a los demás, pero en mis tiendas hay muy pocas propuestas de ese tipo para hombres. Debe haber alguna que otra cadena, pero pulseras, ninguna”.

- En algún momento dijiste que el hombre no debe usar una perla en la corbata y la mujer, reloj en una ocasión elegante…
“Sí…no hay que mostrar todo. La mamá se lo enseña desde chiquitita su hija (y se ríe).
"En la noche una mujer debe llevar un colgante, un buen anillo y un buen par de aros; quizás, una pulsera delicada, pero no sé si hace falta. Los hombres… me parece que si está vestido “formal dress” requiere unos gemelos”.

-¿La mujer puede comprarse joyas o debe esperar que se las regale el hombre?
“¿La mujer del siglo XXI? La mujer de hoy es tan protagonista como el hombre, se autoabastece a sí misma y tiene todo el derecho de gratificarse con su propio dinero, porque se lo gana. La mujer de hoy tiende a ser socia de su marido, es un par y, nos guste o no a los machistas, hacia allá vamos. La mujer ejecutiva es un nicho para la joyería”.

- Sigamos derribando mitos. Se dice que entre más grande el solitario, más grande el amor del marido.
“El solitario nunca va a estar en retirada. Es un gran clásico, el diamante nunca va a pasar de moda. Es una piedra que genera luz blanca por lo que es combinable con todos los colores de ropa. Nunca se hará el ridículo con un solitario. Eso no quiere decir que lo tenga que usar todo el día… otra vez volvemos al “musho”, pero a ninguna mujer le molesta tener uno en su joyero.
“Ahora, lo que pasa es que se abrieron otras posibilidades y hoy no sólo se regala un solitario; se puede regalar un hermoso anillo de diamantes chicos en un buen diseño. “También ya no es el tamaño lo que indica el amor del marido, es el color, la pureza, el corte. El consumidor sabe más y entre un diamante grande, pero amarillo, y uno más chico, pero blanco, prefiere éste”.

- ¿La joya puede ser una inversión?
“Si la comprás como inversión lo tienes que decir. Es otro negocio y puedes comprar sólo la piedra, porque la mano de obra y el diseño no es recuperable en el corto plazo”.

- ¿Tiene precio el valor sentimental?
“En general, la joya representa un momento importante en la vida de las personas y es difícil valorar eso”.

- ¿Es un crimen desarmar una pieza de la tatarabuela para hacer una joya moderna?
“Todo depende del período que represente y por eso se debe consultar. Hay piezas que vale la pena desarmar y otras no. De hecho, en los años ´30, por la depresión, se hicieron grandes joyas en plata con una laminita de oro y piedras sintéticas. Esos materiales valen, pero las joyas pueden tener valor por su calidad de diseño y mano de obra”.

- ¿La joya ya no es de elite? ¿La socialité y el futbolista tienen una joya Mosso?
“Por supuesto, yo diseño para la gente. No pretendo ser el joyero de los ricos. Ojalá ellos me elijan sobre la base de mi calidad, diseño y confianza, pero no por eso, se va castigar a la clase media y para eso, tenemos colecciones de alta joyería exclusiva y otra “prét a porter”.

Juanito Yarur, Karen Doggenweiler, Cecilia Bolocco, Beto Cuevas y Estela Mora se encuentran dentro de los habitués de sus tiendas. De ellos no suelta prenda.

- ¿Eres el joyero de moda?
“Sí, lo soy, porque, de algún modo, la gente que es líder de opinión compra nuestras creaciones, pero aspiro a ser más que un joyero de moda. Aspiro a dejar algo en el tiempo, que mis piezas no sean horrorosas en 5 años más y sigan siendo valoradas.
“Me gusta ir adelante en la moda, pero no muy adelante, porque sino no te entienden. Por ahí es mejor llegar tarde que muy temprano”.

- ¿La socialité usa joyas falsas?
“Sí, sí, sí. Hay muy poco glamour en Chile”.

No profundiza en el tema y en cambio, se explaya en la falta de glamour. Afirma que puede nombrar a un centenar de personas distinguidas como Julita Astaburuaga, Mary Rose Mac Gill, Ana María Cummins y Victoria Molina, pero, agrega, eso no convierte a Chile en un país de glamour. “La cultura del lujo se está desarrollando, lo estuvo en la elite, pero hoy no hay alta gala. Dicen que lo hubo en los ´60”.

- ¿Te piden joyas prestadas para lucir en un evento?
“Sí, me lo han pedido pocas veces y accedo cuando son amigos. No es algo que me pidan todos los días y las presto con gusto si son personas que quiero, pero no es un hábito diario”.

- ¿En Chile se vive de las apariencias?
“No sólo acá, es un fenómeno mundial. Creo que hay que darse gratificaciones, pero si no tengo para una pieza original, no la compro no más y tampoco uso una falsa. No es grave que alguien no tenga un Rolex. ¿Cuál es el problema?”.

- No te gustan las imitaciones. ¿Le habrías asignado algún valor al collar de perlas falso de Jackie Kennedy rematado después de su muerte?
“Sí, porque ella representa algo importante en la vida política y social de Estados Unidos. Era una mujer interesantísima y, evidentemente, eso tiene un valor histórico, pero como pieza en sí, nada”.

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