Si la limpieza es el gesto de belleza más importante para que la piel resplandezca, entonces el jabón es su protagonista por excelencia. De hecho, ésa es su principal función, aunque no la única.
La dermatóloga Elsa Santander explica que cumple, además, otras tareas. "Junto con remover las impurezas, el jabón es capaz de retirar parte de las células muertas que se acumulan en la superficie y el exceso de grasa producido por las glándulas sebáceas".
Sin embargo, advierte que esa misma capacidad hace que retiren más grasa de la necesaria del manto protector de la piel, dejándola más seca y vulnerable. "Es por eso que, si bien es un producto necesario, no hay que abusar de él y se debe escoger el adecuado", añade.
| Fórmulas y consejos |
La base de los jabones en barra se obtiene de la reacción de grasas, ya sea de origen vegetal o animal, con carbonato sódico o soda cáutica. Es a esta mezcla terminada que luego se le añaden preservantes y colorantes. En el caso de los jabones líquidos, en cambio, se trata de una única etapa en la que se combinan los aceites, con sustancias emolientes y perfumes.
Actualmente, los ácidos grasos que se requieren para la fabricación de los jabones se obtienen en su mayoría de aceites vegetales, como los de coco, oliva, palma, soja o maíz. Un compuesto muy común también es la glicerina que, junto con permitir diseños entretenidos, entrega una importante cuota de hidratación para la piel.
La dermatóloga Elsa Santander agrega que un factor significativo respecto a las formulaciones de los jabones es el pH, que en la mayoría de los casos es alcalino. La especialista recomienda probar aquellos de pH neutro, que tienen la ventaja de que no resecan tanto la piel, ya que respetan su valor fisiológico (5,5). Éstos, además, favorecen la barrera de protección propia de la epidermis y producen menos irritaciones y reacciones alérgicas. "Una buena alternativa para las personas de pieles más delicadas, como es el caso de los niños y ancianos, son los syndet o sustitutos de jabón.
Éstos, a diferencia de los tradicionales, no contienen detergente, lo que les permite limpiar la piel sin agredirla".
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Aunque sobre el origen del jabón hay más de una teoría, lo cierto es que hoy ya no sólo es considerado un elemento para el baño, sino un producto de belleza imprescindible a la hora de cuidar y mimar la piel. Según un estudio de ACNielsen, está presente en el 96,3 por ciento de los hogares de Santiago. Y la tasa de compra es de cuatro kilos al año por hogar.
Pero lo más llamativo es que en este resurgir del jabón, atrás quedaron las fórmulas básicas de grasa y carbonato sódico. Ahora también importa el aroma, la consistencia, el color y, por supuesto, los beneficios que puede reportar a nivel cutáneo.
Es por ello - por ejemplo- que sus fabricantes, conscientes de que podía afectar la película hidrolipídica que protege la dermis, han incorporado a estos productos agentes hidratantes u otros componentes y así hacerlos más idóneos para la higiene y el tratamiento.
Por eso hoy nos encontramos con jabones capaces de nutrir, a partir de las vitaminas y minerales que contienen. Otros incorporan partículas exfoliantes, que tienen un efecto contra el acné o la celulitis, y también con alternativas que respetan y se adecuan a las necesidades de las diferentes clases de cutis.
Pero, sin duda, una de las tendencias más marcadas es el actual interés por los ingredientes venidos de la naturaleza y los procesos de fabricación artesanal, que obvian el uso de químicos y preservantes artificiales. No en vano proliferan las tiendas dedicadas al rubro, en donde basta entrar para sumergirse en un universo de deliciosos aromas, en el cual podemos reconocer flores, frutas, chocolate, cereales... y más.
Sobre sus estantes, encontramos diseños para todos los gustos y ocasiones. En forma de animalitos, semitransparentes, con frutos incrustados, con semillas, adheridos a una esponja vegetal, blancos o de mil colores. Cada vez más común son también las grandes piezas de jabón, como en la cadena inglesa Lush, las cuales se venden al corte según lo que quiera el comprador.
Lo interesante de este estilo natural es que no sólo nos permite disfrutar de productos con ingredientes cada vez más novedosos, sino que, además, éstos aportan beneficios extra a la piel. Por ejemplo:
-Mandarina, naranja, limón y cítricos en general: Tienen un efecto energizante y ayudan a contrarrestar el exceso de grasitud.
-Avena: Mantiene el pH en sus valores fisiológicos (5,5). También forma una capa protectora que retrasa la evaporación del agua y posee propiedades suavizantes.
-Algas: estimulan la circulación y tonifican la piel.
-Plátano: Ideal para la piel seca y sensible. Aporta hidratación y sus fibras son ligeramente exfoliantes.
-Miel: Posee propiedades hidratantes y nutritivas que favorecen a todos los tipos de piel.
-Leche: El ácido láctico que contiene ayuda a retener la humedad. Además, actúa como poderoso nutriente.
-Frutilla: Es un excelente antioxidante y, como tal, combate el envejecimiento prematuro.
-Oliva: Recomendada para pieles secas y maduras. De acción emoliente, hidratante y protector ante las agresiones externas como el sol y la contaminación.
-Manzana: Es un efectivo astringente, por lo que resulta perfecto para las pieles grasas. Además, posee un efecto reafirmante.
-Leche de oveja y cabra: Ayudan a limpiar e hidratar la dermis. Además, tienen un efecto restaurador gracias a las vitaminas y proteínas que aportan.
-Chocolate: Tiene propiedades hidratantes y remineralizantes. Además, ayuda a devolver la elasticidad y lozanía perdidas.
-Romero: Sus propiedades astringentes ayudan a abrir los poros, contribuyendo a limpiar y purificar las pieles grasas.