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Andrés tiene 30 años y vive con su madre y hermana, trabaja en una oficina ordenando archivos desde que dejó la universidad luego de dos años de estudios. Desde su adolescencia Andrés no ha tenido amigos íntimos y prefiere estar solo. Cuando entró a la universidad, hizo algunas amistades, pero progresivamente empezó a sentirse nervioso y tenso cuando hablaba con personas extrañas o tenía que exponer en clases. Se le enrojecía la cara, las manos le temblaban, sudaba, tenía nauseas y palpitaciones y casi no podía hablar. Fuera de clases, Andrés empezó a sentirse cada vez más incómodo en fiestas o reuniones sociales, tenía temor y vergüenza de hacer o decir algo estúpido y paulatinamente dejó de asistir a estas actividades, hasta que, finalmente, abandonó completamente sus estudios en la universidad.
Andrés cuenta que decidió trabajar en la oficina puesto que no se requería tratar directamente con la gente. Tiene sólo dos amigos del colegio con los que se siente cómodo, no sale con muchachas y evita completamente las actividades de grupo.
La historia anterior puede parecer extraña, pero muchas personas tienen dificultades para relacionarse con otras personas. Aún así, la mayoría logra superar su timidez inicial y no muestran el aislamiento social tan extremo que presenta Andrés.
Andrés tiene
fobia social, enfermedad que se caracteriza por la presencia de miedo intenso y persistente a enfrentar situaciones en las que la persona puede ser observada o criticada por otros.
Generalmente, hay ansiedad anticipatoria, es decir un miedo intenso que aparece mucho antes que la persona deba afrontar la situación temida, por ejemplo está nervioso y preocupado semanas antes de asistir a una reunión social.
Estas situaciones se intentan evitar en mayor o menor medida. La evasión puede ser parcial cuando, por ejemplo, alguien se une a un grupo, pero no participa activamente en la conversación y se sienta en un lugar apartado; o puede ser generalizada cuando se evitan la mayoría de las situaciones sociales.
Cuando las personas como Andrés se exponen a eventos como reuniones sociales, comer, beber o hablar en publico, escribir y trabajar delante de otros, presentan casi invariablemente una respuesta inmediata de
ansiedad la que puede tomar la forma de una crisis de pánico. Incluso, algunas personas, temen hablar por teléfono delante de otros, firmar un cheque en una tienda o ir a un baño público.
Ellos reconocen que su temor es excesivo o irracional pero no lo pueden controlar.
Además son hipersensibles a la crítica, tienen dificultades para ser asertivas, presentan autoestima baja y algunos recurren al alcohol para calmar la ansiedad. Con frecuencia ésta enfermedad debuta con un
ataque agudo de angustia frente a una experiencia estresante o humillante, posteriormente la ansiedad aparece en lugares parecidos, con episodios cada vez más graves y con aumento de la evitación.
Como en el caso de Andrés, los síntomas de ésta enfermedad, interfieren significativamente con las rutinas habituales de la persona, con su rendimiento laboral o académico y con sus actividades y relaciones sociales, impidiéndole desarrollar cabalmente todas sus capacidades. Se casan menos y tienden a permanecer con su familia de origen.
Esta enfermedad afecta tanto a hombres como a mujeres, generalmente aparece en la adolescencia y dura muchos años, a veces toda la vida, aunque los síntomas pueden atenuarse o desaparecer en la vida adulta.
Quizás usted siente temor o incomodidad cuándo está con otras personas y teme decir o hacer algo que lo avergüence frente a lo demás; puede que éstas preocupaciones sean tan importantes que le impidan hacer sus tareas cotidianas y vivir su vida y tal vez piensa que su miedo es simplemente parte de su forma de ser y que no puede cambiar como se siente. Sí este es el caso puede que usted padezca de fobia social,
enfermedad que se puede tratar con medicamentos y terapia psicológica, mejorando así su calidad de vida.