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Entrenó su confianza acercándose a mujeres estupendas

16 de Noviembre de 2004 | 10:24 |
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Sus padres lo marcaron, aunque reconoce que lo malcriaron. “Nunca hubo disciplina en mi vida por más que mis viejos trataron de limitarme. Me rebelé un poco”, dice.

Tiene una sola hermana que vive en Nueva York con su esposo americano y un hijo y cree que nunca va a regresar. Por lo mismo, mantiene una intensa relación con su madre viuda, aunque hace casi 15 años que vive solo. “Fui demasiado querido por mi mamá, fui el primogénito”.

Tuvo una adolescencia complicada marcada por un ambiente conservador y por eso, al salir del colegio Hebreo partió, con 18 años, a Jerusalén. “Ese año me liberé con todo; en política, me fui a la izquierda; probé drogas; me metí con mujeres de distintas partes del mundo y crecí”.

Su regreso fue un choque, porque se veía como el tuerto en el país de los ciegos. Pero hoy no se iría a vivir afuera porque acá hay mucho que hacer, como romper barreras. “A pesar de haber vivido afuera, incluidos tres años en Estados Unidos, me siento súper chileno, pero me gusta tener la mirada un poco de inmigrante para no ser chauvinista”.

Como periodista de “Pasiones” ahonda en su lado más personal. Se desliga de su “expertisse” sexual y aborda las relaciones de pareja y humanas desde su propia experiencia. “Tiene que ver más con un tema de empatía y complicidad más que de juego. Es más de acoger y por eso, a veces salgo súper achacado”.

-¿Eres provocador hoy?
“Bueno, lo era y ahora no tanto”.

-Nos estamos poniendo viejo.
“Me siento más maduro. Antes me gustaba mucha la idea de provocar, pero no era estúpida. Las cosas que hago en público son cosas que hago en mi vida diaria. Cuando nos juntábamos a comer erizos todos se sentaban a mirar esperando el show (y empieza a gesticular sensualmente, cerrando los ojos). Yo no tengo un personaje, es como soy, un poco florero, histriónico, expresivo y me gusta jugar”.

-¿Desinhibido sexualmente?
“Súper, pero no soy un gallo que necesita demasiadas cosas para pasarlo bien sexualmente. No necesito hacer acrobacia, no soy un aventurero que necesita tirar arriba del techo, soy de la media. Lo paso increíble con mi polola, pero me gusta hablar del tema”.

-Tu cuento pasa por la mujer.
“Sí, siempre que estoy en un lugar prefiero estar con ellas. Tengo un club de Toby y lo paso increíble con ellos, pero me encanta estar con mujeres. Siento que tengo una química con ellas que no tengo con los hombres”.

-¿Respondes al prototipo del engrupidor?
“Hasta hace poco me preocupaba mucho de ser “charming” (encantador). Siempre me preocupé de gustar y me encantaba producir química, pero no para terminar en la cama”.

-¿Qué buscas en las mujeres?
“Me gustan las mujeres lindas, obviamente, pero ahora que trabajo haciendo artículos de modelos como que no es un tema..... Descubrí que la manera de enfrentar la ansiedad que me produce una mujer estupenda es simplemente acercándome a ella, hablarle y así la veo como un ser humano y no fetiche. Esa es mi técnica para sanarme; me ayudó a vencer mi timidez y fue terapia”.

-¿Y te iba bien?
“A veces sí y a veces, no, pero, por último, me quedaba tranquilo porque me había atrevido. Entrené mi autoconfianza y en realidad hoy me interesa mucho más descubrir lo que hay adentro”.

Rodrigo Guendelman lleva más de siete meses pololeando con una periodista y asegura estar bastante tranquilo. “Tiene que ver con la persona con la que estoy, es una mina muy chora, la más amiga”.

El tema del matrimonio no lo complica, le da lo mismo si es con libreta o una convivencia. “Me podría casar mañana, no tengo ningún rollo, pero no es algo que necesito”, asegura.

Hace tres años sufrió un remezón tanto en el plano profesional como sentimental. Simultáneamente con la quiebra de la empresa familiar, suspendió un matrimonio semanas antes. Devela que con su ex pareja llegaron a la conclusión de que ninguno de los dos estaba muy convencido. “Nos metimos en una máquina, pero fue para mejor detenerlo; ella está ahora felizmente casada y yo, soltero y feliz”.

A estas alturas, este periodista cree haber hecho “todas las tonteras y locuras que tenía que hacer. No tengo nada pendiente”.

-A tú edad, muchos amigos tuyos deben estar casados...
“Siento que tengo una suerte maravillosa de haber llegado a esta edad soltero”.

-¿Sí?
“En mí caso sí, porque yo crecí más tarde. Siempre digo que el pelo en pecho me salió como a los 25 años y mis amigos los tenían en el colegio. Recién a los treinta y tanto estoy cachando que me puedo estabilizar en la parte afectiva. Todavía no me siento capaz de ser papá”.

Los años pasan por su vida aunque no quiera. Hace spinning y juega futbolito para mantener un cuerpo de casi un metro 90 y número 46 de calzado; es un sibarita, según propia definición, y también un parrillero con amigos. “Los hombres envejecen porque se quedan sin pelo y porque tienen guata”, argumenta.

Es fanático de algunas series de TV como “Nip/Tuck” (en cable) y la telenovela argentina “Resistiré”. También, un noctámbulo, porque casi todo lo que escribe lo hace en las noches.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Que buena la pregunta. Uno de mis vicios privados, que he tratado de erradicar, es comerme un helado Haagen-däzs de medio litro, de swiss almond (vainilla con chocolate) viendo una película en DVD. Este rito lo hacía dos veces a la semana y lo bajé a una vez al mes”.

-La ponchera.
“Sí... y el presupuesto”.

-¿Y el sexo?
“Ese no es un vicio privado. Nunca fue muy privado, porque siempre compartí mis aventuras sexuales con mis amigos”.

-Los caballeros no tienen memoria.
“Depende. Cuando estamos con una mujer que no nos importa, nos contamos todo. Nunca vai a saber lo que hizo un amigo con su polola, pero sí todo lo que hizo con la mina con que se metió anoche.
“Un hombre no termina de acostarse con una mujer, que no le importa, hasta que no se lo cuenta a un amigo... si te agarraste a la mina más increíble anoche y no se lo contai a nadie es, casi, como que no te la hubieras agarrado”.




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