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Las bondades de saber tocar al recién nacido

Masajear guaguas seduce cada vez a más familias, tanto por sus beneficios físicos como para la relación entre padres e hijos.

22 de Junio de 2005 | 11:44 |
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Hace casi 30 años, el obstetra francés Frederik Leboyer viajaba por la India cuando, en las calles de Calcuta, se topó con una madre masajeando enérgicamente a su hijo recién nacido. Admirado de la técnica - toda una tradición milenaria para las hindúes- , el médico volvió a casa con la idea fija: bautizar esa secuencia de movimientos bajo el nombre de la mujer que sin querer se los reveló, Shantala.

Poco a poco, el método ganó adeptos en Occidente, así como sus variaciones. A la fecha, ya ha conquistado a madres norteamericanas, europeas y, en el último tiempo, a muchas chilenas.

Las razones, según sugieren algunas investigaciones preliminares, saltan a la vista: el masaje en los recién nacidos estimularía el sistema nervioso, permitiendo liberar sustancias bioquímicas que generan una sensación de relajo y bienestar.

Asimismo, ayudaría a mejorar la irrigación de diversas partes del cuerpo y favorecería los procesos digestivos (alivia el dolor de cólicos y facilita la eliminación de gases). También se vería beneficiado el sistema linfático, al igual que el desarrollo de la musculatura y articulaciones.

Los masajes, efectivamente, son útiles, destaca el neurólogo infantil y profesor titular de la Universidad de Chile doctor Fernando Pinto. Cada área corporal tiene una representación en el cerebro, por lo tanto, las distintas áreas estimuladas ayudan a activar diferentes zonas de conexión cerebral y a ordenar los neurotransmisores de asociación.

De acuerdo con la teoría de Piaget, con esto no se acelera más el desarrollo ni aumenta la inteligencia, pero sí se logran niños más seguros de sí mismos, con un mejor conocimiento de su corporalidad y más relajados. De hecho, se ha visto que tienen menos pataletas, mejor ritmo sueño-vigilia y de alimentación.

Miedo a tomarlas

Donde no cabe mayor duda es respecto del tremendo beneficio que aporta a la relación madre-hijo, fomentando, de paso, la lactancia natural. Es decir, trae puros beneficios y es algo barato y sencillo, dice Pinto.

Un estudio realizado por la Escuela de Medicina de la Universidad de Miami demostró hace unos años que los menores que habían recibido masajes ganaron 47% más peso que los que no habían sido estimulados, pese a ingerir igual cantidad de calorías.

No obstante, para otros expertos todavía falta mucha investigación, asumiéndose por el momento que el vehículo fisiológico que permitiría obtener el efecto positivo del masaje es el contacto emocional que surge entre padres e hijos.

"Por mucho que se promueva con insistencia este tema del apego, no siempre nace espontáneamente. De hecho, a diario vemos que hay grandes falencias en esa parte, pues hay muchas mamás - especialmente las primerizas- que no se atreven a tomar a sus guaguas. Por eso nos interesamos en ayudar a crear este lazo y a que adquieran una mejor destreza en la manipulación del niño", explica Soledad Castelló, matrona de la Unidad de Neonatología de Clínica Santa María y quien imparte desde hace 3 años un curso de masajes para las mamás que dan a luz en dicho recinto.

Lejos de ser una simple rutina de caricias, los movimientos que supone Shantala exigen bastante desplazamiento de manos y antebrazo, mucha elongación y una justa presión; firmeza que puede parecer un poco brusca para la mentalidad local, por lo que las profesionales han tenido que adaptar parte de los ejercicios.

Para tener una buena experiencia, las matronas dan algunas recomendaciones básicas. Lo importante es sentir que realmente se desea descubrir un nuevo tipo de contacto con el menor, realizando el proceso más bien en términos lúdicos y no con la sobreexigencia de tener que aplicar bien una técnica.

Los padres deben ubicarse en una pieza temperada y a ras de suelo con el niño (puede ser encima de una colchoneta o en una toalla sobre la alfombra). Las manos del adulto deben estar limpias, sin joyas, entibiadas y untadas en aceite natural (por ejemplo, vaselina).

La idea es que los movimientos sean fluidos y armónicos, en sentido descendente (se parte de la cabeza a los pies) y, a la vez en cada sector del cuerpo, desde el centro hacia la periferia.

Si bien parece una técnica muy fácil, es probable que en un comienzo algunos niños se muestren irritables y lloren. En ese caso - recalcan las matronas- es mejor parar e intentarlo otro día. Pero jamás frustrarse, pues paulatinamente las guagüitas irán tolerando mejor los ejercicios y sus papás, acostumbrándose a realizarlos y a identificar qué es lo que más les gusta a ellas.
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