Un libro recién aparecido en Estados Unidos da luces sobre cómo las mujeres, con su propio sello, han logrado crear grandes imperios. Según el autor, Thomas Stanley, se trata de empresarias que trabajan duro desde el tiempo del colegio, otorgan gran valor a la intuición al momento de crear una empresa y fueron criadas en ambientes que las entrenó para el éxito. En Chile, el perfil no es demasiado diferente.
30 de Marzo de 2005 | 10:15 |
Ocho años atrás, un libro se convirtió en fenómeno de ventas en Estados Unidos. "El millonario de la puerta del lado", escrito por el profesor de la Universidad de Georgia Thomas Stanley, dejó al descubierto cómo viven los más ricos del país y de paso vendió casi tres millones de ejemplares. En mayo de este año lanzó la versión femenina. Stanley señaló que hoy las mujeres en las empresas hablan por sí solas. Y que tenía esta deuda. Para ello, realizó un estudio a 1.165 casos de mujeres exitosas en el mundo de los negocios, ordenadas por categorías de probabilidad de éxito y ganancias. Todas formaron su fortuna desde cero, derrumbando el primer mito que existe sobre ellas: que sólo un golpe de suerte o una herencia generosa convierte en millonaria a una mujer.
Hoy, una emprendedora norteamericana genera cinco veces más riquezas que una alta ejecutiva de empresa. Se trata de mujeres que, a través de una ética laboral impecable, han creado imperios. Según las conclusiones de Stanley, las mujeres que triunfan en los negocios tienen características en común.
- Fueron criadas en ambientes familiares consolidados y literalmente se les entrenó para el éxito: les inculcaron valores que hacen de este grupo uno de los más generosos en la sociedad americana. Eso se demuestra en su nivel de compromiso con la caridad, familia y amigos.
- Trabajaron más duro y sobresalieron en el colegio y la universidad.
- Conservan sus hábitos de dueña de casa normal, como hacer la lista de compras antes de ir al supermercado; compran en grandes cantidades para aprovechar rebajas; usan los cupones de descuento y evitan usar tarjetas de crédito.
- Parten motivadas por el deseo de conquistar la independencia financiera, para demostrar que se la pueden solas.
- Buscan la colaboración de sus más cercanos, ya que contratan a parientes y amigos que estén con problemas económicos para ayudarlos a ellos primero.
- Escogen su área de trabajo - o de negocio- por medio de la intuición.
- Son poco ostentosas. Su casa no es lujosa, es cómoda; no cambian permanentemente de auto ni usan la ropa más cara. Son muy medidas en sus gastos.
- Se valen de la empatía para mejorar las relaciones al interior de sus empresas. Conocen la vida personal de muchos de sus empleados y los colaboradores más cercanos permanecen a su lado por mucho tiempo.
El perfil de las chilenas
Carolina Eterovic y Francisca Valdés, del club de "Mujeres empresarias", aportan su visión sobre un mundo que conocen de cerca. Su trabajo consiste en asesorar a las emprendedoras para convertir su sueño en un negocio, y así han detectado las particularidades de las chilenas.
"Se apoyan en la intuición como una brújula que, sumada a sus habilidades, las orienta para escoger un negocio. A veces plantean 'me encantaría tener un invernadero', pero no tienen idea si es negocio o no; simplemente les tinca atreverse por ese lado", explica Francisca Valdés.
Carmen Gloria Aracena, socia de Tecnocal, una empresa que ofrece soluciones integrales de ingeniería, está de acuerdo con el valor de la intuición. "Es fundamental. Parte de mi trabajo es ver cómo se mueve el mercado, y si bien me informo mucho sobre las contingencias, también existe el factor de intuir cómo va evolucionando el mercado. Además, me sirve para ver si una relación con un cliente va a prosperar y surgirá una alianza duradera. Es poco científico, pero desde el primer encuentro, lo percibo y me sirve", confiesa.
Su formación profesional - es ingeniera en telecomunicaciones- la hace ser disciplinada, pero no está segura de que sea algo propio del género. Como empresaria tiene ambiciones. Busca crecer e internacionalizarse. "Creamos un sistema prototipo, y así, en una especie de marcha blanca, el cliente puede ver si quiere crear más aplicaciones o si está conforme con lo que se le presenta. Pese a que somos una pyme, tenemos intranet, base de documentación, tecnología de punta y, por supuesto, personal muy calificado", detalla.
Loreto Seguel también es muy matea y planificada. Socia de "Mundo Marino", empresa dedicada a la comida congelada preparada en base a mariscos, cumple con una característica que plantea el autor Thomas Stanley. Recibió incentivos desde pequeña para crear su empresa. "Creo que en nuestro negocio, más que la intuición, es importante la formación familiar, ya que mi papá nos impulsó y ayudó a convertirnos en una empresa", explica.
Estaba en el colegio cuando su papá, en vez de darles una mesada a sus hijos, decidió ayudarlos a empezar un negocio. Compró una congeladora, la cargó de productos y Loreto, junto con su hermano, comenzó a vender entre conocidos camarones y ostiones congelados. Cuando entraron a la universidad - estudiaron Ingeniería en la Universidad Católica- detectaron que muchos hacían lo mismo. "Empezamos a buscar el valor agregado. Nuestros clientes nos preguntaban cómo preparar estos mariscos, así que les dábamos recetas. No fue suficiente para diferenciarnos". Así nació la idea de vender comida congelada, con los mariscos como ingrediente base. Sin capital, se asociaron con una empresa que tenía las instalaciones necesarias y firmaron una alianza de exclusividad."Nos dimos cuenta de que íbamos a 100 kilómetros por hora y la empresa que nos abastecía iba a 20. Decidimos buscar nuestro propio camino, y ése fue independizarnos", cuenta.
Obtuvieron un crédito Corfo, sumaron el tercer socio, Jaco Leopold. Construyeron su propia planta y ya están ampliando sus frentes: al reparto a domicilio, han sumado productos nuevos para venta en supermercados y hoy negocian ser proveedores de los grandes casinos. "Para tener éxito hay que hacer lo que el cliente te pide, no esperar que ellos cambien por ti", explica.
Corazón sobre números
Carolina Eterovic acota que como las empresarias chilenas eligen su negocio basadas en sus gustos, a veces ponen el corazón por sobre los números. Su papel es aterrizarlas: plantearles que escriban su idea, que elaboren un plan de negocios. Les cuesta partir, pero una vez que se organizan, son muy entusiastas. Antes de dar cualquier paso, se arman el mundo, pidiendo consejos a todos quienes les rodean. "Esto se daría porque ellas se inician en los negocios para crear un ingreso sin arriesgar mucho".
Piensa que las empresarias chilenas no crean un negocio con la prerrogativa de tener éxito, sino "para ser su propia jefa, o porque quieren tener tiempo para estar con los niños. Su ambición es a otra escala", explica.
Francisca Valdés agrega que en general prefieren posponer la expansión para estar mejor con su familia. "Puede ser porque el género privilegia el equilibrio entre trabajo y familia por sobre el éxito empresarial". Añade que crean negocios sin deudas, apuntan a un nicho muy específico y que son muy exitosas en esa elección.
El caso de María Teresa Comparini y Adriana Ibieta grafica muy bien estas características. Ambas son las fundadoras de Nutra Food, una fábrica de alimentos funcionales - son los que evitan o previenen enfermedades asociadas a la dieta- que creó un nicho inexistente hasta entonces. Como sus productos están diseñados para diabéticos, su mercado se reduciría - en rigor- al 7% de la población chilena que sufre de la enfermedad. Pero ellas se las han ingeniado para seguir existiendo, pese a las escasas posibilidades que se veían al negocio cuando empezaron.
Empezaron juntas el año 2000, en medio de un momento económico muy difícil. Ambas son ingenieras en alimentos, por lo que su pasión es crear productos que sean un aporte. "Vemos cómo los adultos gastan para que sus mascotas tengan una alimentación balanceada, pero prefieren ahorrar $100 en sus hijos en vez de darle algo que realmente los alimente", reflexionan.
Saben bien que lo suyo nunca será el volumen, pero están realizadas con lo que hacen. "No me preguntes de balances o de cuánto vale esta empresa. A nosotros nos llena el proyecto por lo que es, por lo que estamos creando. Ése es nuestro negocio", enfatiza María Teresa Comparini.