Valdivia tiene su lado flaco: sus hijos y la Claudia. La voz le baja, se dulcifica y la intensidad baja; es como apagar las luces, dejar sólo algunas y meterse en un ambiente íntimo, acogedor.
No hay duda que está feliz con sus dos hijos, Matilda (1) y Renato (3) y, aunque el mayor sea ya su compañero de salidas y juegos, la niñita le produce la misma sensación que su mujer. Se nota que le brota una enorme ternura con ambas, que se refleja en sus ojos (que se achican y brillan), en los gestos y hasta su posición en la silla cambia.
-¿Qué sientes con esto de ser papá más viejo, a los 35?
“¿Que te creís?, yo tengo hartos amigos que no tienen hijos y tienen mi edad”.
-Ya, pero tu tenías una larga relación con la Claudia, ¿compartes mudas, insomnios y todo lo demás?
“Yo te diría que al principio sí, después –con el tiempo- me relajé. El primer año estaba súper encima de todo, yo creo que me relajé cuando nació la Matilde. Como que ya todo el cuento lo conocía, no era novedoso mudar, ni nada de eso”.
-¡Ah! Lo hacías por novedad.
“No, era un genuino interés, lo estaba sintiendo así; después también, pero no con la misma fuerza, porque es segunda vez y ya es más trámite; aunque si es necesario, lo hago igual. De hecho Renato ya no usa pañales y yo lo llevo al baño ¡Olvídate la cantidad de cosas que hago por mi hijo!”
-¿Los niños fueron un cambio muy fuerte?
“Enorme…enorme. La Claudia siempre fue muy libre y sus planes siempre eran viajar e irnos a los lugares más raros y más lejos, era como pololear. Después de que volvimos y nos casamos de nuevo – ya estaba Renato- cachamos que el nuevo panorama son los hijos y hay una postergación de esa manera más egoísta que teníamos antes de ver la vida”.
-¿Te importa?
“Para nada; está claro que primero están ellos y te postergas hasta que ellos sean grandes. Hasta que tengan 12, 15, 20… ¡Qué sé yo! Es transitorio; además que la sensación que ellos te provocan es tan potente que no te duele”.
-¿Cuáles han sido los cambios?
“Igual vivimos en una parcela, lo que te permite moverse dentro: son pequeñas excursiones con Renato, sus juegos de madera en el patio. La Matilda es más chica, recién está aprendiendo a caminar, así que hace su cuento todavía dentro de la casa.
También los he metido harto en las películas, les gusta “Shrek”, “Tierra de osos”; ayer les compré “Pocahontas” 1y 2, para que vayan renovando el repertorio”.
-¿Qué hay de la sobre exposición de tus hijos en comerciales y eventos?
“Es una cuestión más de los medios que de realidad. Si comparamos, otros que hacen lo mismo o más y nadie hace esa observación”.
-Porque no son hijos de gente conocida como los de ustedes.
“No sé... no, yo veo las portadas de la “Vea” y salen los políticos, deportistas, gente de televisión con sus hijos…”
-Sí, pero no es un comercial.
“Eso no es problema mío, hay gente más atractiva que otra para aparecer en la publicidad, pero la sobre exposición es la misma. No veo mayor exhibición por salir en un comercial”
-No voy a eso, sino a si esto es para ustedes una entrada extra o una chochera sin igual.
“Objetivamente es una entrada extra, seamos rigurosos y honestos, pero no llega al exceso: ha sido una sola publicidad, no es una norma. De hecho nos reímos harto de los chistes que hace C.Q.C., porque son obvios para una situación como esta”.
-¿No les molesta?
“A veces, pero hay que aprender a reírse no más. Ponte tú, cuando la Claudia salió en un desfile a beneficio con Renato, sólo la molestaron a ella y había varias famosas más con sus niños, como la Marcela Vacarezza, por ejemplo. Eso queda, lamentablemente, y nadie lo corrige”.
-En ese momento tú eras parte de Mega.
“Sí, pero, como dijo la Claudia, si fuera la Meme Ducci diciendo esto en “Contacto” me molestaría; pero en C.Q.C. son tallas obvias y me río, el tema de ellos es joda todo el rato y ¡da lo mismo!, es bueno entretenerse”.
-¿Aunque uno sea el motivo de risa?
“El tema es otro: hemos hecho sólo tres publicidades y para el mismo producto, que además es re bueno, de verdad. Estuvo en nuestras vidas antes de los niños, o sea, yo uso Hipoglós cuando me quemo y de verdad que funciona. No estás vendiendo un cuento, por eso no le veo problema.
“Además que cuando aceptamos –y esto nadie lo sabe- fue a cambio de una importante donación a Coanil, quedó en el contrato y se mandó en el comunicado de prensa, pero a nadie le interesa”.
-¿Lo volverían a hacer, a pesar de la polémica?
“Sí, en las mismas condiciones y por un fin noble, por supuesto que sí”.
Relata que también le preguntan mucho por la supuesta “guerra de egos” entre dos personajes televisivos como ellos; se ríe mucho y dice que eso lo divierte aún más, “¡pero si nos conocimos con una cámara de por medio!, ¿cómo vamos a tener conflictos?”
Insiste en que el tema de la exposición es majadero y añade que Renato no “tiene ni un rollo con las cámaras”, porque nació con ellas. Sin embargo, aclara que eso no significa nada y que puede que siga el camino de sus padres, como que no lo haga y a ambos les da lo mismo, mientras sea feliz, igual que Matilda.
La chochera le brota por los poros: “el tipo es un as del mouse y tiene tres años y se peina con el computador”.
-Mucho Renato y poca Matilda, ¿no te parece?
“Es que es muy chiquitita todavía, tiene apenas un año. Pero me la como, la adoro; tengo que tener cuidado, porque con la barba la raspo y se pone a llorar”.
-¿Sientes algo especial porque es niñita o es igual?
Medita unos segundos y dice con una voz casi ronroneante: “Sí, un poco, ah, un poquito, porque la siento más delicada, más vulnerable. Con ella todo es como más de algodón”.
-¿Con la Claudia también?”
(No cambia el tono meloso) “Sí, es que ella es muy tierna, de naturaleza suave, delicada. Ante eso uno cae rendido”.
-¿Y la Matilda también es así?
“Es hermosa, hermosa, pero se parece a mí. En cuanto a colores y facha ella es yo y Renato, la Claudia”.