EMOLTV

Cuando una pastilla es necesaria

Los profesionales del Centro de Salud Mental, Cesam, nos ayudan a entender las enfermedades que afectan hoy a las personas.

22 de Diciembre de 2004 | 11:17 |
imagen
www.cesam.cl

“La semana pasada fui al médico y me dijo que estaba con depresión. Me sugirió tomar antidepresivos inmediatamente ya que, de no tratarme, corría riesgo de agravarme. Es cierto que últimamente no me he sentido bien y que mis amigos me encuentran cambiada, pero pensaba que no era para tanto. No se si tomar los medicamentos que me indicó y volver a verlo”.

Cada día los médicos nos enfrentamos a la situación de valorar síntomas anímicos en nuestros pacientes, y discriminar su severidad y la pertinencia de iniciar tratamiento. Ya sea desde la medicina general o en el ámbito psiquiátrico. Existen elementos diagnósticos confiables para definir con aceptable precisión la presencia de un cuadro depresivo y el nivel de compromiso y riesgo que provoca. Es frecuente que las personas consulten por otros motivos y que se resistan al diagnóstico, aferrándose a causas externas para explicar su malestar.

Hoy sabemos que la presencia de síntomas depresivos persistentes representan un cambio en el funcionamiento, e incluso en la estructura, de nuestro cerebro, y que en ausencia de tratamiento el riesgo de cronificación y empeoramiento aumenta. Independientemente de que existan elementos ambientales estresantes que provoquen el estado depresivo, se produce un cambio interno, que la ciencia ha podido establecer. El estrés crónico o intenso (componente reactivo) puede provocar cambios en el cerebro del mismo peso que la herencia familiar (componente endógeno), en la generación de la enfermedad depresiva. Ya no hablamos de depresión endógena o reactiva, ya que en esencia son el mismo fenómeno.

Así las cosas, ¿qué podemos sugerir para enfrentar la indicación del médico de iniciar tratamiento antidepresivo?

El diagnóstico en medicina se fundamenta en la confianza entre el médico y su paciente, por lo que si nos quedamos con dudas, es razonable buscar otra opinión, preferentemente de un especialista. No evadir la situación, ya que si efectivamente presentamos una depresión debemos tratarla.

Los síntomas depresivos pueden ser poco evidentes en muchas personas, sobre todo cuando han evolucionado por mucho tiempo y la persona se habitúa el funcionamiento deficitario y poco feliz. Hay personas que desarrollan depresiones más encubiertas, en que se muestran hiperactivos y competentes, absorbiendo el costo anímico con autoexigencia y perseverancia.

Existe consenso acerca de la efectividad del tratamiento de la depresión, lo que claramente justifica no dejar sin ayuda a las personas afectadas. El tratamiento puede ser farmacológico y/o psicoterapéutico. La evidencia actual ha demostrado que por si solo, el tratamiento farmacológico es el más efectivo, superando a la psicoterapia exclusiva, pero la combinación de ambas intervenciones ofrece los mejores resultados.

Los antidepresivos son un tipo de medicamento de amplio desarrollo y los de última generación cumplen con criterios de seguridad y eficacia superiores. No presentan riesgo de dependencia demostrado, por lo que su venta no está sujeta a receta retenida (control de psicotrópicos). En general no son fármacos de venta ilegal o tráfico, lo que confirma su carácter no adictivo o psicotrópico.

Si bien, han demostrado ser eficaces para tratar los diferentes tipos de depresión, ninguno de ellos por si mismo es infalible. Existen variados tipos de antidepresivos, con diferentes mecanismos de acción, para tratar a las personas que no responden a un primer o segundo tratamiento. No es raro que deban combinarse dos de diferente tipo para tratar cuadros más resistentes.

En general, todos los antidepresivos, presentan un período de latencia, es decir, un retraso en el inicio del efecto de tres a cuatro semanas, por lo que no hay que impacientarse si dentro de las primeras semanas el alivio no es significativo. No solo hay que tolerar la depresión, si no que además hay que tener paciencia.

La ayuda de la familia y amigos en esta etapa es fundamental. Durante las primeras semanas el médico debe ajustar dosis y evaluar tolerancia y efectos secundarios indeseables, en espera de la mejoría anímica. Es habitual que mejoren algunos aspectos primero, como el sueño o el nivel de ansiedad, y posteriormente el ánimo y la eficiencia mental.

A pesar de ser seguros, existen riesgos asociados que deben ser evaluados persona a persona, por un médico con experiencia en tratamiento de la depresión. Los antidepresivos antiguos, como la Amitriptilina, Imipramina y Clomipramina, por ejemplo, reúnen el mayor conjunto de efectos adversos, dentro de lo que se incluye, alza de peso, constipación, alteraciones cardíacas y riesgo de muerte en sobredosis. Los antidepresivos modernos, poseen bajo riesgo letal en caso de sobredosis.

Con todos los antidepresivos existe riesgo de descompensar un cuadro bipolar, por ello, antes de indicarlos debe descartarse la presencia de un funcionamiento bipolar no diagnosticado. Se pueden usar antidepresivos en personas bipolares en condiciones controladas y a cargo de un psiquiatra.

Muchos de los antidepresivos pueden afectar la libido y la potencia sexual, lo que deberá evaluarse con cada persona y resolver su uso de común acuerdo.

Existe consenso internacional acerca del beneficio del uso de los antidepresivos para tratar la depresión, y se sabe que es necesario usarlos por períodos prolongados, con el fin de evitar recaídas y favorecer un pronóstico favorable en el largo plazo. El menor período aceptable de tratamiento es 6 meses, debiendo definir el plazo máximo caso a caso. Hay personas que deben utilizarlos en forma permanente.

De esto se desprende que un factor relevante en el éxito del tratamiento es el adecuado cumplimiento de la medicación, por todo el período indicado, convirtiéndose este elemento (adherencia a medicación) en un factor relevante en el índice de recaídas y en el surgimiento de estados crónicos de depresión.

Debemos considerar que si bien tomar medicamentos y sentir que los necesitamos para funcionar anímicamente, puede parecernos una “lata” o una “debilidad”, no hacernos cargos responsablemente de la depresión puede acarrearnos más problemas con el tiempo. Por último, la depresión es una enfermedad más, no muy diferente a la hipertensión arterial, al asma, la úlcera o la diabetes, por ejemplo. Todas enfermedades que necesitan apoyo farmacológico por largos períodos o en forma crónica.

Es mejor considerar estos tratamientos como aliados y no como enemigos. El objetivo último es mantenernos sanos, funcionales y felices.
EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?