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“Mi visión de la vida es cada vez más plácida”

Parece que los años no pasaran por él; está más maduro –claro-, pero conserva la figura, el rostro y la actitud que lo han caracterizado siempre. En su tono quedo y algo susurrante, cuenta los hitos que han marcado su vida de actor, la privada y la experiencia de trabajar por más de 20 años en Canal 13.

15 de Marzo de 2005 | 09:53 |
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Hasta amenazas ha recibido Cristián Campos por aparecer desnudo en la película “Mujeres Infieles”. Según cuenta, principalmente se debe a que la gente que le escribe y le manda anónimos está molesta con que el actor, que personificó al Padre Hurtado en una miniserie, sea el primer chileno en atreverse a mostrar sus genitales durante unos segundos en pantalla.

Sin perder el tono pausado que usa al hablar y esa pronunciación de “webón” –(así con b bien articulada)- que usa como muletilla, dice que todas esa manifestaciones le parecen una lesera de gente que no entiende que los actores “somos otra raza”, que se ponen y se sacan distintos personajes, como los demás se cambian de ropa.

En esos tres minutos, además, aparece con su pareja en la vida real, María José Prieto, en una más que insinuante escena de alcoba en que la pasión de los amantes desborda, hasta que la fatal prendida de un cigarrillo desata el infierno.

-¿Te costó hacer esa escena?
“Los actores somos otra raza. No se nos puede medir con los índices de pudor o de incomodidad del resto de la gente. Aunque la polola de cualquier persona es una cuestión sumamente privada, cuando actúas con ella te pones una especie de disfraz y no te acuerdas de quién es en la realidad.
“El Tito Noguera lo decía muy bien en una entrevista: la piel de uno es como pública; en cambio, tu alma y tu intimidad nunca van a ser captadas ni por un fotógrafo ni por las cámaras.
“Cuando actúas te pones al servicio, estás siempre disfrazado; aunque te quiten la ropa, sigues disfrazado; no es una cuestión de desnudo, estás seduciendo a tu pareja en una situación de fantasía”.

-¿Aunque sea tu pareja real?
“Absolutamente, porque si yo viera a la María José y no a una actriz, sería re mal actor. No la veo a ella, veo el personaje y tengo que estructurar esa fantasía dentro de mi cabeza. Lo mismo cuando me desnudo, estoy contando una historia”.

-¿Qué te provoca haber sido el primer actor que aparece por delante?
“Creo que le ponen mucho con esta weá de los desnudos, o sea, podemos hacerle la peladilla al fotógrafo y vamos a descubrir que tiene un pene y dos bolitas”.

-Pero tiene mérito que hayas sido el primero que se atreve.
“No sé si estaré distorsionado, pero ¡te juro por Dios! que lo encuentro como reivindicativo: o sea, para vender un analgésico, mostramos a una mujer pilucha”.

Se explaya sobre un comercial extranjero en que hacen un símil entre los senos de una mujer que cobija a su hijo recién nacido y los airbag de un auto: “Lo encuentro una ordinariez del porte de una casa”.

Y continúa, casi malhumorado, defendiendo su desnudo en la película: “Pararse de frente en una escena bien hecha - porque no es una weá chabacana, es una coreografía bonita, casi sutil-, no tendría por qué avergonzarme; sin embargo, uno conoce este país cuando trasgrede un poco las reglas”.

-¿A qué te refieres?
“Me han llegado anónimos cobardes al canal; muy agresivos, con recortes y epítetos amenazantes, y me insultan”. Gente muy conservadora, del Porvenir de Chile… ¡anda a saber tú!, pero nada es gratis en este país, ¿cachai?”

-¿Porque te asocian todavía al papel del Padre Hurtado?
“Bueno uno de los anónimos que me llegó dice eso. Escrito en una página de “Las Últimas Noticias” , señala se te olvidó que hiciste al Padre Hurtado; puerco, eres una mierda.
“Más encima yo las cartas que me llegan al canal las leo en la noche, o sea antes de dormirme…¿Cachai, puerco, eres una mierda, te vamos a cagar?

-¡Cómo para dormirse tranquilo!
“Claro, como ¡bien Chile!”.

-Es un absurdo,por qué la mujer sí aparece desnuda.
“Bueno, porque somos machistas. El cine, esta película y, aunque suene pedante, la labor de los artistas es ser rompehielos de las costumbres de un país.Y si hay un país que tiene costumbres duras y rígidas es éste; no por casualidad es uno de los últimos tres países del mundo en tener ley de divorcio.
“Todo lo que hacemos los artistas para empujar el elástico un poquito más para allá tiene su precio”.

-En ese contexto vanguardista ¿te costó trabajar en el 13 en dictadura?
“Tan difícil como habrá sido para algún colega tuyo trabajar en "El Mercurio" en esa época. Nosotros trabajamos en un nicho que tiene que ver con la fantasía y la entretención".

-Pero escuchabas un montón de cosas que iban en contra de tu pensamiento.
“Nadie decía lo contrario en ningún medio donde uno pudiera trabajar; no era cuestión de irse al canal de los buenos: todo Chile estaba comprometido con esa mentira.

-Con el informe Valech se acaba de comprobar que no todos lo estaban.
“O sea, un actor en la revista Apsi no tenía nada qué hacer. Mi trabajo era ése, yo tenía hijos, tenía que hacerlo. Toda la gente de izquierda estaba trabajando en teleseries de modo que era el trabajo que había.
“Ahora, esta rajada de vestiduras que hacen es…cada uno sabrá en su conciencia si los prisioneros en el Estadio Nacional lo pasaban tan bien que, para expresar su gozo, cantaban el patito ¡Si hay alguien que pueda creer eso que viva con su conciencia o con su estupidez, según sea el caso!”

-Pero tú sabías desde que decidiste estudiar actuación que sería así.
“Sí, pero siempre existe -y es entendible- una especie de supuesto que tú eres el personaje que haces; o sea, si tu haces al destripador de Boston, la gente tiene la fantasía, el morbo y las ganas de creer que te vas a la casa con deseos de destripar a alguien.
“Es muy frustrante que les digas: no soy un santo, no soy Iván Andrade, no soy un exhibicionista en "Mujeres Infieles"”.

-Pero en "Mujeres Infieles" no eras un exhibicionista.
“No, pero los mails que me llegan y los insultos que me mandan son de gente que considera que es una afrenta pública. Si actuaran en un capítulo y tuvieran que besarse con alguien delante de 30 personas y repetirlo 15 veces porque se metió un micrófono, la luz no es buena o qué se yo, al final se convertirían en homosexuales o no querrían nunca más besar a una mujer.
“Grabar una escena de sexo -que la ves en 50 segundos- y que tomó doce horas de la vida de uno, en pelota y tomando café, es muy poco glamoroso.
“La gente no tiene porqué saberlo, pero estamos creando magia. Del punto de vista de uno es una lata, uno no es ni el gran amante ni el Padre Hurtado, ¡es el obrero de la apariencia! Termina la función y chao. No puedes no creértelo porque o si no, no funciona”.

-Estuviste recién en Panamá, promocionando “Machos”¿te hacían las mismas preguntas?
“No peor, porque Centroamérica es culturalmente bastante precaria. Son conservadores: la fijación por la tontera es enorme.

-Bueno pero este país también es así.
“Es que este país es Francia comparado con Panamá. Fue una sensación como de pecado, porque aunque esa teleserie la puedes tomar desde el tema del patriarcado, la influencia, del machismo…ellos son morbosillos, son como suscritos al tema de lo sucio".

-¿Es más fuerte para los actores sentir un país retrógrado?
“Creo que sí. Los artistas, en general, tenemos una visión de mundo y una misión de mundo que tiene que ver con romper esquemas, y pagamos un precio por eso: no somos confiables al pedir un crédito, no somos gente que en las reuniones de padres nos miren de igual a igual; en general, en el establishment santiaguino no es así.
Pero es proporcional también, porque si el país es muy retrógrado, los artistas tampoco somos muy avanzados; o sea, yo lo pensé mucho antes de hacer esta película. Todo se piensa mucho".

-Eres muy parecido en la vida real a los personajes: una persona suave… no sé, como que me falta pasión en Cristian Campos.
“La pasión es algo que se lleva en distintos niveles de la existencia. Me pasa que a los 48 años tengo la sensación de que muchas veces la vehemencia está cercana -en su inutilidad- a la histeria, a la vena gorda, el levantar puños y el ser muy drástico; yo tengo una visión de la vida cada vez mas plácida. Todo lo que es leído como pasión en la gente común, lo encuentro una pérdida de energía notable".

- Pero haces casi siempre el mismo tipo de personaje.
“No soy culpable de eso, soy parte de un organismo donde si funcionas en algo, te repiten ese algo. Los papeles que en general yo hago, no son muy entretenidos de hacer.
“Lo que a mí me gusta y lo que de alguna forma atenúa la culpa es que las veces que se salen de eso -que han sido escasas- ha habido ahí la pasión necesaria, la perversión necesaria y la oscuridad necesaria como para representarlo; o sea, yo soy capaz de hacer eso, lo que pasa es que han abusado de mi nobleza en el más literal sentido de la palabra, han abusado un poco del espíritu jesuita que tengo”.

"Lo patético sería ser galán a estas alturas”

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