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"Lo patético sería ser galán a estas alturas”

28 de Diciembre de 2004 | 10:00 |
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Cristián Campos estudió Teatro en la Universidad Católica y bajo el alero de esa institución lleva más de 20 años. Está en el 13 desde que Ramón Núñez lo llevó a hacer “La Madrastra”. Sólo ha dejado la estación del angelito para irse al extranjero a estudiar dirección teatral.

Además, asesora al área dramática de ese canal, actuó y dirigió en el teatro de la universidad y hace unos años formó la Escuela de Teatro de la Universidad del Desarrollo, que hasta hoy está a su cargo, a pesar de que le valió las más fuertes críticas desde el oficialismo.

-¿Alguna vez has hecho algo en otro canal?
“Sí, hice unos capitulos para el 7 en una teleserie que dirigió Ricardo Vicuña. Era con la Pilar Cox. Pero me podrías torturar y no me acordaría del nombre.

La pregunta le sirve para enganchar con una anécdota de hace pocos días: “Fui al 7 para una entrevista del departamento de prensa y entré -¿ustedes han ido a ese canal? Es de otra galaxia, es increíble la infraestructura-, llegué y el de la barrera me dice: Don Cristián, qué gusto conocerlo, que bonita carrera, encantado, pase por aquí, lo va a estar esperando un guardia . Después llego al 13 y el webón me mira y me dice ¿Y usted como se llama? Y mira si aparezco en la lista…¡¡En el 13 que llevo una vida y en el 7 me conocen 100 %!!

-¿Cómo evalúas la crisis del área dramática tú que llevas tantos años ahí?
“Está claro, el 13 se confió en que tenía una inercia de público gratuito, heredado, porque en la dictadura éramos el único medio más objetivo, entre comillas.
"El país fue cambiando y el canal perdió contactos con las bases; los ejecutivos les preguntaban a sus empleadas si les gustaba la teleserie, para saber si la aprobaban o no. No tenían ningún sistema científico de auscultar a Chile y en Chile aparecieron “Los Prisioneros” y empezó -no precisamente el destape español-, pero a resquebrajarse la weá y el canal 13 no se enteró”.

-¿Cómo así?
“Con Eleodoro Rodríguez siguió creyéndose un trasatlántico y el público cautivo se descautivó; no se decían las cosas por su nombre, quedamos como de cartón piedra y la gente nos hizo la cruz. No supimos responder, no supimos mirar, no supimos leer al país en su momento y durante muchos años. Llegó el momento en que estabámos en la UTI, ningún programa tenía realmente anclaje con la realidad ni resonancia con la gente y perdimos.
“El 7, en cambio, fue haciendo conexión con la gente en todos sus ámbitos, desde prensa para arriba y para abajo y nosotros nos quedamos dormidos: camarón que se duerme…Teníamos una estructura antigua. Ir al edificio del 13, fabuloso, era como entrar al almacén de don Pepe, que de repente se transforma en una gran multitienda, pero el sistema de producción y de administración sigue siendo el del dueño, es decir, se anota con un lápiz a quien le tiene fiado.
“El 7 se estructuró como un canal moderno, usando focus group. El área dramática empezó a escuchar de que se trataba el país; hizo teleseries de gente joven, con sexo, cosas que nosotros no teníamos permitidas ¡Nos quedamos con el almacén de don Pepe multiplicado por cien, pero con una lógica anacrónica!”

-¿Sólo al sexo le atribuyes el éxito del 7 en las teleseries?
“No, no puedo menospreciar el logro de ellos. Es cierto que mostraron pechugas, atraques en los ascensores, pero a la vez había un lenguaje más cercano, tipos humanos reconocibles, nosotros nos quedamos como un poquito más acartonados”.

-¿Fue culpa de los libretistas?
“Culpa de que los ejecutivos no supieron leer el país y siguieron contratando gente y haciendo libretos que no se condecían con la realidad ¡La gente quería un gustito un poquito mas real!
“Este es un negocio muy difícil, saber lo que quiere la gente. Si alguien supiera la fórmula, sería millonario”.

-¿Qué pasó con “Hippie”?
“Fue una apuesta muy audaz y no se dieron el tiempo para formar a Cristián Galaz –que es un gran director- en las lides de la televisión. El cine y la televisión son medios súper distintos. Yo creo que si a Michael Schumacher lo subes arriba de un camión y lo haces correr el París Dakar, puede salir último: no es su auto, él corre Fórmula 1, ese es su tema. Con “Hippie” ese fue el problema.
"La televisión es muy precisa y agotadora, tienes que enlatar 25 escenas al día, sí o sí, y los cineastas enlatan 50 segundos con suerte, es otro cuento".

-¿Cómo es pasar de ser el galán indiscutido del 13 a personaje secundario?
“El personaje de “Tentación” es un tipo maduro que tiene sus amores, pero es papá de familia y tiene hijos; me parece que lo patético sería ser galán a estas alturas, porque mi vida real tiene que ver con hijos, universidades, PSU, reuniones de padres: eso es lo que yo puedo hacer bien. Andar levantando la ceja y seduciendo sería forzado”.

-Casi te sedujeron en esta teleserie… no fuiste tú precisamente el acosador.
“Pero es como orgánico: dejar que la gente joven haga lo que tiene que hacer. Lo vivo con bastante alivio, porque empujar el piano es tremendo; ser protagonista de teleserie es un apostolado, porque no puedes ir al dentista, grabas todos los días, si a la teleserie le va mal significa que no calientas a nadie, si le va bien quiere decir que es un buen elenco ¡nunca ganas realmente!”