Quizás el mayor éxtasis del ejercicio radica en la conexión de la mente y el cuerpo en la evolución del gesto atlético, dándose cuenta del poder hacer propio, y con esto centrándose más en el maravilloso proceso de autoconocimiento.
Y esto no es excluyente para aquellos que no han demostrado afición al deporte. Conectar la mente con el cuerpo en ejercicio no está reservado a gimnastas, malabaristas o bailarines: es un regalo reservado a todos los que deseen recordar la olvidada conciencia del cuerpo en nuestra evolución como primates.
El sistema de ejercicios de Pilates es un ejemplo de una disciplina óptima para conectarse con el cuerpo sin ningún prerrequisito de habilidades físicas; los ejercicios de Pilates parten de la base de la diversidad de los individuos, y por ende las rutinas de ejercicios son personales, como también la velocidad de evolución del cuerpo-mente.
Se trata de un sistema de entrenamiento psicosomático donde caben sanos y enfermos, gordos y flacos, y que parte, como el yoga, de un precepto fundamental: la mente es capaz de moldear el cuerpo. Y no sólo eso: los ejercicios son capaces de inducir estados mentales.
Así, el primer paso viene dado por el deseo de conectarse con el cuerpo. La práctica contempla elongación de diversos grupos musculares, complementada con técnicas de respiración y de concentración, conectándose con el Centro de Poder ubicado entre el abdomen y la columna lumbar, el Tercer Chakra del Yoga o el Chi de los Taoístas, su centro de la voluntad, tomando conciencia de una óptima posición del cuerpo, para lograr un equilibrio exterior e interior.
Joseph Hubertus Pilates fue el inventor del sistema de ejercicios homónimo. Este alemán nacido en 1880 en Mönchengladbach y finalmente avecindado en Nueva York, se adelantó a su tiempo en Occidente, ideando 34 ejercicios que combinan técnicas de yoga, elongación, foco y respiración apuntados a un modelo terapéutico.
Quizás una proyección del teutón que de niño fue frágil, víctima de raquitismo y asma. Pero Pilates tenía en su esencia el germen de su evolución: la convicción de que la mente construye el cuerpo, tomando como paradigma su propia vida.
Aprendió anatomía como autodidacta, compenetrándose con la biomecánica de los movimientos de los diversos grupos musculares, y de su acción en las articulaciones. Siempre convencido en la búsqueda de la salud y el bienestar corporal, Pilates mostraba tempranamente, de adolescente, un cuerpo soberbiamente atlético.
Pilates practicó artes marciales, fue boxeador, luchador, artista de circo, esquiador y submarinista. Prisionero de la Primera Guerra Mundial, maduró su método de acondicionamiento psicofísico en el confinamiento, alentando a sus pares a su práctica. Y parece que su influencia fue vital, ya que nadie de su grupo resultó contagiado de gripe en la epidemia que asoló Inglaterra en 1918 con millones de muertes.
En ese mismo tiempo se inició en las técnicas de rehabilitación adaptando los resortes de los catres para ejercicios de resistencia, de manera tal que los pacientes, con su propio cuerpo, pudieran moverse y elongar. Fue la semilla de la máquina de resortes o reformador utilizada ahora en los centros de práctica Pilates.
En 1926 Pilates abrió en Nueva York el primer estudio para impartir su sistema de ejercicios. El método ha evolucionado de 34 a más de 500 ejercicios, que son variantes de la técnica base, con énfasis en la forma de los mismos. Ésta viene dada por la concentración, la búsqueda del control, del centro, la precisión y el movimiento fluido con la respiración durante el desarrollo de los ejercicios, que inducirán cambios significativos, en el cuerpo y la salud. Así, por ejemplo, mientras se realiza la elongación de algunos grupos musculares, la mente se concentra, entregándose al movimiento desde el Centro de Poder, respirando al ritmo del ejercicio.
Pilates sabía que el músculo más importante era el cerebro y por esto enfatizaba el punto de la concentración y la fuerza mental, capaz de moldear al cuerpo, y a través de un cuerpo sano sostenerla y potenciarla... con la mágica herramienta de la perseverancia. Otro atributo mental en el camino a ser dueño de uno mismo.