El escenario político chileno lo manejó al dedillo hasta hace un año. En el CEP elaboraba la única encuesta semestral que todos los sectores esperaban con cierta ansiedad.
Su pega no era fácil, considerando que en el último tiempo Chile sufrió una suerte de “síndrome” caracterizado por tomarle el pulso a todo. A los partidos, al Gobierno, a los fallos judiciales, a la televisión, a los deportistas...
-¿No se ha sobre valorado un poco a la encuesta al punto de que algunos dirigentes políticos no actúan sin tener un sondeo en la mano?
“¿Cómo quién?”
-Lavín marca su agenda comunicacional con la encuesta Benchmark.
“Reitero, las encuestas sirven para los grandes temas y prioridades y creo que deben ser consideradas, pero no se debe escuchar todo.
“Por ejemplo, supón que se haga una encuesta y la gente diga que se debe poner un circo en la Plaza de Armas; si, el alcalde considera que eso atenta contra el patrimonio nacional no debe oírlo. Las encuestas son para los grandes temas país, para los temas potentes.
“Lo importante, es que los gobernantes y candidatos a tengan un proyecto país y convenzan al electorado. Para llegar a conformar ese proyecto son útiles las encuestas, pero debe tener además, un elemento propio que muchas veces puede ir en contra de la opinión pública. El valor como candidato es convencer a la gente de que eso es lo mejor”.
-¿Y como lo ves?
“Creo que ese trabajo no se está haciendo, creo que se toma el camino fácil de decir a ver, la encuesta dice que pongamos un circo en la Plaza de Armas, pongamos un circo entonces. En eso no hay una visión de país detrás”.
-¿Las encuestas pueden influir en el voto de la gente?
“Si tú quieres decir que porque las encuestas dicen que está ganando Michelle Bachelet, más gente se va a inclinar por ella y va a derrotar a Lavín eso es lo más irracional que hay.
“El voto no es tan simple, si una persona vota por alguien lo hace porque se siente identificada con ella, cree en su programa o la encuentra confiable. Nadie puede llegar a creer que la gente cambia su voto porque las encuestas dicen que alguien está arriba; las encuestas no influyen en el voto”.
-O sea, ¿no se saca nada con publicitar encuestas favorables?
“Nada, esto es un tema de elite, ellos juran que los sondeos influyen, pero no es así. El electorado no es tonto”.
A pesar de que las encuestas del CEP eran consideradas infalibles, Carla Lehmann sufrió el embate de algunos dirigentes que en algún momento se molestaron con sus resultados.
-¿Cómo viviste esas descalificaciones?
“En los 10 años que estuve a cargo de la encuesta me encontré en una burbuja porque era el sondeo más respetado, incluso por la Concertación.
“Siempre eran críticas menores, generalmente de la UDI, hasta el año pasado –después de una encuesta que registraba una baja de Lavín- Pablo Longueira dijo que la encuesta CEP era la peor encuesta de Chile.
-¿Qué te pasó?
“Por la boca muere el pez. Fue desagradable, no más que eso, porque en el fondo estaba tranquila con el trabajo que hacía. Al final, la culpa no es del empedrado, yo cumplía mi rol y si los datos no le gustaron a alguien, lo siento, yo no estaba para trabajar para ningún partido”.
-O sea, sólo fue un mal momento, porque tienes un carácter fuerte.
“No, me costó, porque no estaba preparada. Como te dije, vivía en una burbuja y creía que era invulnerable. Pensaba que la encuesta era tan rigurosa que nadie la podía atacar y la vida no es así. Por eso fue duro, aunque igual pasa.
“El tiempo me dio la razón”.
