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“Mis relaciones sexuales se han basado siempre en agradar al otro. En ser muy perfecta (ropa, figura corporal, olor), en disfrutar menos que él, siempre siento dolor en la penetración. Mi vivencia sexual siempre la he postergado, he disfrutado poco del sexo, no lo he pasado bien en la cama”.
Son muchas las mujeres que no tienen una experiencia sexual satisfactoria, vivenciando emociones y sensaciones negativas tales como la ansiedad, culpa, temor e inseguridad.
Esto puede llevar a un deterioro de su relación de pareja y/o a una inestabilidad emocional.
Pero
¿qué lleva a la mujer a sentir insatisfacción sexual? La respuesta es compleja, porque hay muchas causas. Una de ellas es una
educación rígiday estricta en relación al sexo, cuestión que puede favorecer el ver el sexo como algo malo o sucio. Esto lleva a la mujer a sentirse culpable, inhibir su respuesta sexual e incluso a rechazar cualquier tipo de contacto que suponga para ella una experiencia sexual.
También influye la
falta de información, es decir, la existencia de expectativas o ideas erróneas en relación al funcionamiento sexual, como la idea que el hombre es quien debe proporcionar placer a la mujer, contribuye a que ella adopte una actitud pasiva y no sea conciente que debe hacerse cargo de su propio placer.
Se suma algunas veces una
baja autoestima. Cuando la mujer no se siente segura de su propio valor, no se acepta como es, se centra más en lo “que debe hacer” más que en lo “que quiere hacer” y no se siente satisfecha con su propio cuerpo; esto la conduce a no ser capaz de vivir la sexualidad de manera natural y espontánea. Se siente desconectada de sus propios deseos sexuales, adopta una posición de pasividad ante la relación, e incluso puede tener problemas en alcanzar el orgasmo o finge tenerlo por temor a defraudar a su pareja o a ser abandonada.
Otra causa muy común dice relación con el
comportamiento sexual de la pareja. Cuando la pareja dedica un tiempo reducido para la estimulación de la mujer, acompañado con falta de caricias o del tiempo suficiente para que ella alcance la lubricación y/o excitación o una actividad sexual precipitada, lleva a que la mujer tenga la percepción de que el hombre sólo quiere tener “sexo”. En el afán de intentar responder tan rápido como lo hace el hombre, se apura en su proceso de excitación lo que la llevará probablemente a una perdida por alcanzar el orgasmo o a un coito doloroso.
En nuestros días también se hace evidente que el
cansancio tiene sus efectos. Muchas veces la mujer se ve sobrepasada por el cansancio de su trabajo, sumado a la responsabilidad de los hijos y la casa, lo que favorece que sienta inapetencia o falta de interés por mantener relaciones sexuales con la pareja o a ver la relación sexual como otra obligación o deber del día.
La
falta de comunicación puede estar presente; si bien es cierto que ambos sexos pasan por fases similares de respuesta sexual (excitación, meseta, orgasmo y resolución) es sabido que la mujer alcanza estas etapas más lentamente y por lo tanto, necesita de mayor estimulación previa al coito que el hombre. Pero para que ésta estimulación sea más placentera y beneficie su excitación y orgasmo, el hombre debería conocer cuales son las necesidades, expectativas, deseos, fantasías de la mujer. La manera más natural es que ella se lo comunique abiertamente y no espere que la pareja suponga lo que ella quiere, ya que es posible que no cumpla con sus expectativas y la lleve a sentir frustración.
Los
temores y problemas emocionales también se cuentan dentro de las posibles causas de insatisfacción sexual de la mujer; ella puede sentir temor a fracasar sexualmente, a no hacer gozar o excitar a la pareja y miedo al embarazo. Además, si la mujer tiene sentimientos, pensamientos o actitudes negativas, le acarreará un displacer generalizado en su vida que afectará su respuesta sexual.
El porcentaje de mujeres que sufren la insatisfacción sexual, por una o varias de los factores antes mencionados, no es menor en Chile. Se habla de un 40% y más. Lo importante aquí no es quedarse en los factores que puedan generar la dificultad ni en las estadísticas, sino que la mujer sea capaz de reconocer que padece este problema y se atreva a buscar ayuda.
Esta dificultad tiene solución y toda mujer tiene el derecho de sentir placer sexual con su cuerpo y con su pareja.