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“Siempre he sido un remolino”

09 de Febrero de 2005 | 15:06 |
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Entró joven en el mundo de los adultos; se casó a los veintidós años, tuvo su primera hija a los 23 e inauguró la galería a los 24. Pero no se arrepiente de nada.

Contesta humildemente cuando se le pregunta acerca de su privilegiado físico que le valió la corona “Miss Empresaria”. Hoy asegura que no hace mucho por conservarla.

Hija de la periodista Angélica Bulnes Ripamontí, habla orgullosa de su madre, que ya no ejerce la profesión. “Se escondió del mundo periodístico. Creo que trabajó tanto que ahora está descansando, pero podría ser un aporte para cualquier medio porque sabe mucho, es inteligente y está siempre informada”.

-¿Nunca quisiste seguir sus pasos?
“No, mi mamá siempre nos rogó que no estudiáramos periodismo, que era súper sacrificado y se ganaba poco y yo la veía trabajando todo el día, sacándose la cresta. Ella rompió el esquema porque no habían muchas mujeres periodistas, pero nunca quiso meternos en su mundo laboral, sí traspasarnos las ganas de trabajar. Que la mujer trabaje nunca fue tema, ella trabajaba y listo. En ese sentido no tengo ni un trauma, de hecho me sirvió para entender que la mujer puede trabajar”.

-¿Te recriminó por haber tomado el camino del arte?
“No, nada, está feliz, le da lo mismo. Desde que me fui de la casa nunca pedí la opinión; me metí en esto y no le pregunté si lo podía hacer o no. Me lo ofrecieron terceros, una señora que no conocía, a mis socias las conocí en el camino y le comenté no más, ella nunca se ha metido, ella sólo apoyó la opción que tomé”.

-Estudiaste estética en la Católica, ¿por qué no directamente arte?
“Porque no le pego para nada. En mi casa siempre hubo gusto por el arte, pero tampoco una cosa exagerada. Sí tenía un interés por la cultura, me la incentivaron los libros y mi abuela que pintaba”.

Antes había estudiado psicología tres años, en el camino se casó y luego, entró a bachillerato que terminó con su primera hija, Javiera, en brazos. “Hice todo adelantada, me casé chica, puse una galería chica, fui mamá chica, todo chica y no he parado, siempre he sido un remolino”.

Con una agenda apretada, sobre todo porque muchas actividades se realizan al caer la tarde, asegura tratar de compatibilizar todas sus labores y de hacer lo mejor posible, “de preocuparme de la casa y de la galería”.

“Se corre harto, es un costo que hay que asumir, si no tienes la pata en la lancha no lo logras, tienes que correr para todos lados. Por suerte, soy activa y no me canso, pero si un día me siento agotada, no hago lo que tengo hacer, no más”.

Confiesa que no sería capaz de iniciar nuevamente todo el proceso de instalar una galería. “Ahora con niños y todo, no sé”, duda, aunque sabe que tendría el apoyo de su marido, tal como lo tuvo en el pasado. Y no sólo para que iniciara un negocio, si no que en compartir las tareas de la casa.

Entre risas cuenta que se casó chica “porque era enferma de metiche, me embalé, me sentía lo más grande que hay, no me cuestioné que era pendeja”.

-¿Te arrepientes?
“No, nada, a lo mejor cuando eres mamá más joven, eres menos aprensiva. Yo hacía todo igual, salía con mis amigas, iba a la universidad, estudiaba, puse la galería, con mi hija para todos lados, así que todo se me hizo más fácil. Cuando se es mayor, uno se complica más; entonces ser más joven por un lado me ayudó. Veo que con mi primera hija era mucho menos aprensiva que con el tercero. Uno se pone más miedosa y menos arriesgada”.

-¿Cómo combinas el trabajo con tus tres hijos? (dos niñitas de 9 y 6 y un hombre de 3)
“Es compartido, se pueden hacer las dos cosas (trabajar y ser mamá). Hay que hacerse cargo, pero la mujer tiene derecho a trabajar y desarrollarse como persona; es importante”.

-¿Nunca te has sentido postergada en algo?
“No”.

Se ríe al recordar que nunca se destacó por ser buena alumna, que jamás se ganó algún premio en lo académico, pero que cuando su marido empezó a pagarle la universidad se puso las pilas para revertir la situación. “Ahí recién me puse matea, a ponerle pino y me becaron. Me dio pena que mi marido me pagara los estudios así que me esforcé en la galería porque quería aportar. Antes no estaba ni ahí”.

-Fuiste elegida “Miss Empresaria”.
“Por el “Diario Financiero”, entre las 50 mujeres destacadas el año pasado. Y en “El Mercurio” salí una de las 100 líderes jóvenes hace unos años”, agrega como queriendo contrarrestar el primero.

-¿Eres vanidosa?
“Sí, pero como todas las mujeres, aunque me ido poniendo más con el tiempo. Antes era más al lote, pero no soy de gustos sofisticados, me visto en cualquier lado. Me cuido lo normal, el pelo, voy poco al gimnasio, sólo en el verano, recién estoy haciendo un poco de Pilates, pero nunca he movido una pata”.

El Apumanque y Patronato están en su circuito de compras y usa joyas artesanales, pero reconoce que para la galería, en algunas ocasiones, se arregla mejor porque “hay que vender una imagen”.

El tema le incómoda, por eso, no se siente muy segura al contestar si tiene arrastre entre los hombres. “Ya no, estoy casada, no sé”, dice.

-¿Sirve el físico en el mundo del trabajo?
“No. Al partir éramos tres mujeres jóvenes y creo que dábamos más pena. Éramos y somos enfermas de catetes”.
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