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“Ando siempre sobre revolucionado”

Rubio, de unos ojos profundamente azules se siente orgulloso de lo que ha logrado en estos 15 años: cambiar el concepto de las peluquerías y los peluqueros en Chile. Acaba de lograr que este oficio sea considerado una profesión y se estudie en la Universidad, pero sus proyectos no paran y abarcan las más diversas áreas.

26 de Julio de 2005 | 10:07 |
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No es fácil entrevistar a Sebastián Ferrer, el conocido peluquero que hoy, más bien, es un próspero empresario del rubro. El prestigio se lo ha ganado paso a paso y por eso, la entrevista se ve constantemente interrumpida; porque, claro, los clientes están primero y, a pesar de que son las 8:30 de la mañana, no para de llegar gente para que los atienda.

Vestido de jeans y camisa y zapatos rojos, no se detiene un momento, da instrucciones a su staff, corta el pelo, seca, conversa un rato y va de nuevo. Tres cortes y a su oficina para hablarnos de su vida; quince minutos, un chocolatito (su gran vicio, tiene papeles vacíos por todas partes), un café y vuelta a los tres cortes. Curiosamente, la mayoría son hombres, pues el horario les acomoda. Tomando en cuenta que atenderse con él no es barato, le preguntamos cómo es que tiene tantos clientes varones. La respuesta es clara y segura, como todo en él: “Chile ha avanzado mucho en varios campos, entonces, el que maneja un auto de varios millones, se compra ropa bonita, usa perfumes caros y va al gimnasio, no le entrega su cabeza a cualquiera”.

En junio, Sebastián cumple 37 años, es Géminis, “pero de los pocos parejitos, ando siempre sobre revolucionado”. Estudió en varios colegios particulares y, por problemas económicos, terminó en el Liceo 11 “en ese tiempo llamado aeropuerto de Las Condes, porque todos aterrizaban allí”.

Viene de una familia tradicional ligada al arte, por eso pensó en ser pintor, pero se dio cuenta que era muy poco rentable; así derivó a la publicidad, porque “quería ganar plata”. Descubrió que tampoco era lo suyo, porque iba a trabajar como enano y hasta las tantas de la noche para que, al final, sus diseños, fueran firmados por las grandes agencias. “Hice un estudio de cuánto me iba a demorar en ganar un millón de pesos en publicidad y llegué a la conclusión que no serían menos de diez años y dije ¡tampoco quiero esto!”.

-Muy cerebral para el artista que querías ser.
“Tan estructurado que te puedo decir que ya tengo listo cómo me voy a retirar”.

-Pero ¿cómo llegas a la peluquería?
“Tenía 17 años e hice una lista de todo lo que yo quería: mujeres, no corbata, pelo largo, plata… ¡la buena vida! Anoté todas las carreras que podían llegar a eso, pero con responsabilidad y haciendo lo que me diera la gana. Llegué a un cuello de botella, apareció peluquería; prejuicio al bolsillo, cara dura y empecé a investigar. Estudié y el único distinto era yo, en ese momento, el raro era yo”.

-¿Por qué?
“Cuando partí estaban los top, que lo siguen siendo, como la Pepa, Óscar, Miguel Ángel Molina, Pato Araya, pero eran diez. Después de ellos había un vacío de 15 o 20 años… después de eso viene Ferrer y, luego, como generó la cosa este señor Ferrer, hoy hay 10 para atrás. Eso es súper bueno.
“Este año acaba de partir la Escuela de Estética Integral, la primera en Latinoamérica, apoyada por el Ministerio de Educación y por la AIEP. Por fin los peluqueros van a ser profesionales. Ya no es pobrecito que fue peluquero; no, esto es una profesión”.

-¿Sabías algo del tema, antes de empezar?
“Nada. Jamás había cortado pelo, de hecho, me lo cortaba mi papá en la taza del water, toda la vida, “un príncipe valiente””.

-¿Qué prejuicio costó más vencer, el del gay o el del rasca, como dijiste alguna vez?
“El del rasca me importa un carajo, porque no me veo ni soy rasca. Al ser rubio, como vivimos en un país bien loco, bien idiota, incluyéndome yo, compramos visualmente las cosas. A mí no me educaron así, peleé siempre contra eso y creo que hay muchos rubios de ojos azules tremendamente mal educados.
“Lo que más me costó fue desligarme o desalinearme de la parte gay, que me daba un susto tremendo. Por mucho tiempo, a los 18 ó 19, iba a una fiesta y decía que estudiaba peluquería y la gente daba un paso para atrás o hacía como ¡Chuuu! y te miraban de arriba para abajo. Gracias a mi carácter yo revertía la situación y me los agarraba pa’l leseo a ellos, pero era un mecanismo de defensa. Igual no era cómodo”.

-¿Cuándo lo superaste?
“Cuando estuve armado, me casé súper joven, a los 22 años; mi concepto de cómo hacer peluquería iba a ser visual y mediático, e involucré a mi familia, a mi señora y a mis hijos; no mostrarlos, pero que estuvieran siempre ahí”.

-¿Calculado también?
“Absolutamente pensado. Hoy ya no los ocupo, ya no los necesito, pero si ves mis entrevistas de hace 10 años, siempre salgo con mis niños, mi guagüita, porque el concepto siempre fue mostrar que no son todos los que están, ni están todos los que son (se refiere a los gay). Hoy es una cosa mucho más abierta y, obviamente, mucha gente debe pensar que soy o no gay, pero ya pasó tanto tiempo: soy un consagrado dentro de la peluquería, un líder y un empresario del rubro”.

El tema lo apasiona y cuenta que su empresa es tema de estudio en varios MBA. Llama la atención cómo Sebastián Ferrer se convirtió en marca prominente de cadenas de peluquerías. Está en todos sus locales, aunque no todos los días, porque el tiempo no le alcanza, pero incluso viaja a cada uno de los de regiones una vez al mes.

Es el quinto de seis hermanos, “hasta me cambiaba los pañales solo. Mi primera bicicleta tenía siete capas de pintura, porque había sido la ‘nueva’ de todos los anteriores”. Los prejuicios más fuertes vinieron de allí. Uno de sus hermanos siempre le llevó la contra. “El más buen mozo, el más mujeriego de todos, tenía miedo de que yo me pusiera maricón”, cuenta.

-¿Qué le contestaste?
“Mira, pelao, yo tengo súper claro lo que voy a hacer en la vida, así que relájate. Y se relajó”.

Su papá quería que estudiara una carrera tradicional, pero – con el humor que lo caracteriza- le respondió que con qué moral le pedía ser abogado, si la familia completa era como de circo, era tan grande que cada uno hacía lo que quería. Su mamá siempre lo apoyó, con la condición que lo hiciera bien. “ En este circo, manejar todos estos payasos, no era fácil”.

-¿No te costó encontrar polola por el prejuicio?
“No, yo era lo más mujeriego que hay. Nunca noté que a alguna le pudiera dar vergüenza, sí que a hombres les daba cosa. También más de alguno se me insinuó, incluso un cliente, cuando yo tenía como 17 años, me mandó un papelito porque quería salir conmigo. Me aterroricé y me encerré en el baño hasta que se fue. Esa es una de las cosas más potentes que me ha pasado”.

-¿Hoy te pasa lo mismo?
“No, es súper relajado, un gay se me podría tirar al cuello y le diría riéndome que no joda, en buena onda. Tengo muchos amigos gay, buenas relaciones con empresarios gay, o sea, cero drama. Ahora si la gente prejuicia por eso o no, es problema de ella, no mío. ¡Es que están tan mal informados! Acuérdate en la primera época del SIDA, era patético, no querían ni que los tocaran.
“En mis peluquerías debe haber varios gay y si no les cuestiono por quién van a votar en las elecciones, por qué tendría que importarme su orientación sexual, la única condición es que trabajen bien, que sean los mejores”.

-¿Cuál es tu visión de la estética?
“Está avanzando, la estamos haciendo cambiar nosotros; yo me considero un ente importantísimo en el cambio de la estética en Chile. Cuando partí, las peluquerías eran café, con ampolletitas, visillos blancos y hoy tienen color, tienen diseño, se está metiendo plata y eso es causado por un hinchapelotas que se llama Ferrer.
“Van a haber mejores profesionales, por lo tanto, la gente va a estar más preparada, más informada y va a empezar a cambiar sí o sí. De aquí a tres años, porque ya se hace en Ferrer, te van a proponer no a preguntar qué quieres tú, que no siempre es lo que le conviene a tu estilo, cara o figura. Eso se va a acabar para siempre. Es probable que te cobren más, pero será una asesoría”.

-¿Y en tendencias?
“Todas las que se te ocurran, cada país o peluquero tiene su tendencia. De hecho, en mayo me voy a Francia a enseñar mis tendencias.
“Obviamente nadie es profeta en su tierra y hasta que yo no me muera no van a decir parece que este gallo hizo cosas por la peluquería en este país”.

"Ojalá que se operaran todos los hombres"

"Antes no tenía plata para estudiar y ahora no tengo tiempo"