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Piel suave para la mamá

La piel de cara y cuerpo sufren los estragos que provocan los cambios hormonales tras el parto. El rostro se reseca, aparecen manchas, estrías, celulitis y los tejidos pierden firmeza. Pero no hay que alarmarse, es posible atenuar estos problemas, cuidando la piel desde el inicio del embarazo y acudiendo a soluciones específicas en el período posparto.

20 de Mayo de 2005 | 09:59 |
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Que la maternidad es maravillosa, quien lo pone en duda, pero hay que reconocer que causa ciertos estragos en la piel que es necesario atender a tiempo. Por lo general, durante el embarazo las mujeres gozan de pieles tersas y lozanas y un pelo más brillante de lo que están acostumbradas, pero después del parto es cuando vienen los problemas.

Y si hay que identificar a un responsable, ése es el cambio hormonal. Los mismos estrógenos que hacen que pelo y piel luzcan mejor durante la gestación, hacen que pierdan vida y se resientan cuando su nivel decae en forma drástica tras el parto. Es entonces que la piel de las madres se vuelve seca, las uñas se debilitan, el pelo se cae, aparecen manchas y los tejidos pierden firmeza.

Los especialistas advierten que, junto con la baja de estrógenos, estos cambios muchas veces se ven favorecidos por ciertas carencias nutricionales, ya sea de calcio o fierro, que también desencadenan efectos poco agradables desde el punto de vista estético. Para combatirlos es importante conocer algo más de ellos, y saber identificar los activos que los pueden combatirlos de manera efectiva. A continuación algunas pistas.

La cara

Se sabe que en los primeros seis meses del embarazo hay un aumento natural de la producción de grasa en todo el cuerpo, lo que favorece su humectación, pero a partir del tercer trimestre y durante el posparto ésta disminuye y la piel se reseca. Es casi una regla general, no importando qué tipo de cutis se tiene habitualmente, que en esta etapa la piel pierda humedad y turgencia. Se adelgaza, se fragiliza y se vuelve más vulnerable a las agresiones del ambiente, pues la escasez de grasa debilita el film hidrolipídico que actúa como barrera protectora. Y si esto es un problema para una piel que en condiciones normales es normal o mixta, lo es aún más para una seca. Éstas muchas veces se vuelven escamosas y se agrietan por la excesiva resequedad.

Para revertir la situación el ideal es cuidar la piel desde el primer mes de embarazo, a fin de que esté mejor preparada cuando vengan los meses malos, y extremar los cuidados en el período posparto. La rutina es básica, se debe procurar limpiar el rostro con productos más suaves, ojalá en texturas lechosas, que no contribuyan a perder más agua. Muchas veces incluso es necesario usar cosméticos distintos a los que se utilizan en forma habitual.

A ello debe sumarse el uso diario de una crema de hidratación profunda, capaz de fortalecer los niveles hídricos de la epidermis. Ésta debe ser aplicada en cara y cuello, y hay que escoger un producto que se adecue a las necesidades de cada mujer, ya que el nivel de grasa varía a lo largo del embarazo. También se recomienda que en esta etapa de mayor vulnerabilidad cutánea se utilicen jabones de pH neutro, o sustitutos del jabón, que ayudan a limpiar sin agredir ni resecar la piel.

Hay que tener en cuenta, además, que una piel seca tiene mayor probabilidad de estrías y arrugas, por lo que la necesidad de hidratación se hace aún más importante. En este sentido, el aporte de agua que se pueda obtener de la dieta y el consumo de agua siempre será valioso. La clave es mantener una dieta balanceada en proteínas, carbohidratos y lípidos. Esto, por el aporte extra de nutrientes que se requiere durante la lactancia, y también por lo beneficioso que el consumo de ciertos alimentos puede ser para la piel.

La otra preocupación importante son las manchas, que aparecen en más de la mitad de las embarazadas. Esto, porque se produce una mayor producción de pigmentos, sobre todo en las mujeres morenas, por una sobreproducción desequilibrada de melanina. Si bien son molestas, lo bueno es que las manchas posembarazo son una alteración transitoria que debiera desaparecer. Las que aparecen en la cara son los llamados cloasmas, que se ubican principalmente en mentón, pómulos, sobre el labio, y frente. Se las relaciona con las variaciones hormonales y la agresión de los rayos UV, incluida la luz de día.

Si lo que se quiere es atenuarlas se puede recurrir al uso de cremas despigmentantes elaboradas con activos como el ácido retinoico, ácido glicólico, hidroquinona o vitamina C. Estos productos, solos o combinados, tienen buena respuesta en las manchas de las capas más superficiales de la piel. Y en caso de manchas más rebeldes se puede probar con tratamientos como el nitrógeno líquido, nieve carbónica o peelings químicos.

El cuerpo

El drama de las estrías es uno de los más comunes entre las mujeres después del parto. Afectan al 70 por ciento de las madres, y su aparición tiene mucho que ver con la calidad heredada de la piel, y con qué tanto se la preparó para el estiramiento que supone el embarazo. Se advierte que el aumento de volumen corporal que se produce hace que la piel se extienda al máximo, lo que sumado a la mayor retención de líquido, explica la frecuente aparición de estrías. Estas lesiones aparecen cuando se rompen las fibras de colágeno, lo que ocurre por lo general en la última etapa del embarazo.

Las zonas típicas en que aparecen son pecho, abdomen, interior de muslos y glúteos. Hay distintos tipos, se supone que cuando son de color violáceo se trata de una rotura reciente y son más fáciles de tratar. Si tiene un color más blanco lo más probable es que se trate de una lesión antigua y, por lo tanto, difícil de borrar.

Acerca de la ayuda cosmética, hay que tener en claro que no es sencillo atenuarlas, y que la genética es determinante. Eso explica que haya mujeres que aun cuando se cuidan, igual las tienen, y otras que pueden pasar varios embarazos sin huellas en su piel. Aquí la prevención es vital. Cuando se prevé un estiramiento importante de la piel hay que lubricarla, eso la ayuda a estar más elástica, a distenderse con mayor facilidad y aminora el riesgo de una rotura de las fibras de colágeno. Y una vez que aparecen, las estrategias tienen que ver con estimular las células vecinas para que se regeneren y retapicen esas zonas fibrosas. Para ello se necesita la aplicación de componentes como ácido retinoico y ácido glicólico.

Ahora, si eso no resulta, se pueden tratar de equiparar los tonos; es decir, que la piel vecina tenga más o menos el mismo color que la cicatriz. Esto se hace con concentraciones de vitamina C, que ayuda a pigmentar o despigmentar piel o estrías. Existen también tratamientos de dermoabrasión, que trata de romper los capilares dérmicos y provocar la regeneración celular. O el láser, que se aplica en la estría y en la piel adyacente para estimular la producción de colágeno y elastina.

A las estrías se suma la pérdida de firmeza de los tejidos, en especial en la zona del busto, lo que se produce una vez que se recobra el volumen normal. En este caso, el aumento de talla no es igual al que se produce en las caderas o en los muslos. La diferencia está en que la glándula mamaria se prepara para el período de lactancia, lo que implica que el pecho se va tensando y la piel se vuelve más fina y frágil. Tras la lactancia los tejidos que cedieron por volumen se relajan y el busto decae, y muchas veces además se llena de estrías. No se debe olvidar que el busto no es un músculo, sino una glándula suspendida en su sitio únicamente por una envoltura cutánea, lo que facilita aún más su pérdida de tonicidad.

Para revertir tal situación se recomienda el uso de cremas reafirmantes capaces de favorecer una mejor contracción del colágeno, ayudando a que la mama vuelva parcialmente a una posición más elevada. Nunca se recupera la original, porque una vez que la piel cede es difícil que se retraiga totalmente. También es recomendable fortalecer la musculatura adyacente a través de la práctica de ejercicio o deportes como la natación.

Otro efecto no deseado pero frecuente tras el parto es la celulitis. Se relaciona directamente con el drenaje linfático de toxinas, con la retención de líquido, y los cambios hormonales. Durante el embarazo, por la presión de la guagua en el abdomen, se comprimen las venas de las extremidades inferiores, que llevan la sangre hacia el corazón. Esto hace retener mayor cantidad de líquido en las piernas, lo que da una apariencia de piel de naranja. Esta lesión suele aparecer al final del embarazo, y si no se trata persiste después del parto.

Las técnicas de cuidado en este caso deben ir complementadas con una dieta balanceada y baja en grasas saturadas y azúcares, con algo de ejercicio y cosméticos específicos. El ejercicio es vital, porque la contracción de los músculos comprime las venas e inyecta con mayor fuerza sangre hacia el corazón, con lo que disminuye la retención de líquido en las extremidades inferiores.

Respecto a la cosmética, la recomendación es ser constante en la aplicación de cremas anticelulitis, elaboradas sobre la base de activos capaces de destruir los adipositos de grasa. Esto se puede combinar con masajes reductivos que estimulen el drenaje linfático.
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