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Las oportunidades de la madurez

26 de Mayo de 2005 | 18:09 |
La identidad en juego
Margarita María Errázuriz, socióloga y presidenta de Comunidad Mujer, cree que el nudo ciego al que se enfrentan las mujeres es como realizar la síntesis entre ser autónomas y crear vínculos profundos.

Si bien en un primer momento la mujer optó por los vínculos, es decir, por su rol de madre, cada vez más, las jóvenes optan por el trabajo, o sea, su rol profesional. Sigue así la historia de la no conciliación de roles.

La socióloga asegura que ser mujer es un drama, porque nuestra identidad se pone en juego, principalmente en tres aspectos:

La forma de vivir el amor. Las mujeres existen por el amor y el conflicto es cómo logran dar desde sí mismas, manteniendo la propia identidad y no entregándose ellas mismas.

Trabajo. Las relaciones laborales se dan desde códigos masculinos exitosos que están en total oposición con el ser femenino. Todos los indicadores sacan a la mujer de sí. "La presión y el tiempo me hacen resolver mi vida desde fuera de mí. Privilegio familia o trabajo y no la integración u otras soluciones creativas que son lo que realmente queremos".

Mundo fragmentado. A pesar de que no existe la antigua división de roles entre hombre y mujer, la libertad femenina se da bajo el modelo imperante que es valgo por lo que hago, lo que provoca una gran individualidad que vuelve insegura a la mujer y que le hace elegir, crecientemente, entre ser madre o trabajadora.

Pasar de los 45 años puede ser la gran oportunidad de cumplir con todos los sueños y expectativas que se tenían cuando se era niña. Ser bailarina, equitadora o princesa.

Así lo aseguró la psicóloga Paula Serrano, quien manifestó que a partir de esta etapa, la mujer tiene libertad para reinventarse. Precisó que hasta los 45, la mujer vive para cumplir las expectativas de los otros, sus representantes, es decir, su pareja y sus hijos.

Es más, remarcó que en Chile, la vida es muy homogénea y uniforme precisamente porque la mujer debe cumplir con sus roles y, debido a que se es evaluada por ello, pierde valor en sí misma.

“Cuando están puestas las expectativas fuera de nosotras nos ponemos controladoras. Las mujeres caminan por la vida como un ejército que lleva bajo el brazo el Código de Procedimiento Procesal. Somos expertas en procedimiento, en cómo se deben hacer las cosas”, dijo.

Y ahondó con crudeza en el tema: El rasgo femenino del control nos hace aparecer como brujas y la verdad es que queremos hacerlo todo bien.

Pero todo esto tiene sus costos: cuando una mujer no logra dar en el gusto a todos y el resultado de lo que hace no es bueno, se presenta la depresión, ese cuadro que tiene a las chilenas en el ranking mundial de las mujeres que toman más antidepresivos.

Paula Serrano dio una luz de esperanza. A medida que la vida avanza el control empieza a disminuir(ya no se puede controlar a los hijos ni los nietos). Y esto crea un espacio de libertad para las mujeres que puede tener una buena o mala resolución.

Algunas se sumen en una amargura frente al nido vacío, mientras que otras se salvan y no se victimizan porque comprenden que hay espacios de originalidad y humor.

“La primera y única etapa de libertad femenina es después de los 45 años”, sentenció. Y la conciencia de que se está viviendo la última etapa de la vida (ya sea 3 o 30 años) puede llevar a que uno se reinvente; eso puede significar perder el control sobre muchas cosas.

Y ahí es todo posible. Ahí es cuando se pueden recuperar los sueños de cuando joven; la que leyó muchos libros y no vio televisión porque no tuvo tiempo puede gastar horas ahora en ver matinales, graficó la psicóloga.

En todo caso advirtió, no se puede construir una identidad nueva intentado limpiar el pasado, se construye encima de él. “Se puede construir esperanza sobre el fracaso, confianza sobre el miedo”, aseguró.


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