Cuesta mucho sacarle algo de su vida privada a este conocido actor. Se encabrita, se molesta, luego se da cuenta que la pregunta no va por ahí y contesta, se ríe, habla sin parar y deja de defenderse.
-¿Te parece que eres buen mozo?
“No me quejo. Uno siempre quiere más de todo… Es una pregunta súper jodía de contestar, sobre todo para un hombre y en una entrevista, es muy fácil caer en la vanidad, pero feo no me encuentro”.
-¿Qué es lo que menos de te gusta de tu cuerpo?
“Cuando chico era medio acomplejado por la nariz, me encontraba narigón, pero con los años me ha ido gustando, imprime cierto carácter. Lo que siempre he combatido es mi flacura, desde chico he sido muy flaco; así como el gordo lucha contra los kilos, yo lucho por comer, por engordar un poco”.
La lectura lo apasiona y puede hablar horas del tema; también de su hijo, Tomás, que tiene sólo tres meses.
-¿Qué te entretiene?
“Me gustan muchas cosas. Leo harto, no soy un devorador de libros, pero leo mucho. Me gustan las novelas. Estoy leyendo “El lector”, de Bernhard Schlink; me leí un libro de Sándor Márai, que es un escritor húngaro que escribe sobre el Imperio Austrohúngaro, esa época; Raymond Chandler, me encanta la novela negra norteamericana; he tratado de hincarle el diente a Bolaño, pero no puedo, mi hermano me pasó unos cuentos cortos y no me gustó, es lectura para literatos y eso me carga. Otro tipo notable, Coetzee: “Desgracia”, “Juventud”; Ian Mc Ewan, “Expiación”, y Soriano, extraordinario, me encanta.
“Siempre ando con alguna lectura, se me hace fácil leer. En mi casa siempre se leyó mucho, eso es fundamental, pero cuando chico me costaba más leer, me gustaba más jugar.
“Es tanto lo que hay que leer y tan poco en tiempo, que uno aprende a ser selectivo con lo que lee. Hemingway también me mata, Faulkner, Scott Fitzgerald y toda la literatura norteamericana pre beatniks. La novela negra, que es un género que muchos desprecian, me gustan las historias de policías, de detectives, cuando chico leía mucho a la Agatha Christie; los personajes de novela negra tienen un cierto código moral propio que no rompen y es medio sicológica.
“Soy dado a los norteamericanos y los ingleses, al contrario de mis padres, que prefieren a los franceses y para ellos Estados Unidos es infame. También me gustan los best sellers: “El Código Da Vinci” me pareció bueno las tres cuartas partes, la última es despreciable”.
-O sea, lees lo que va saliendo.
“Todo. De repente algún clásico, hubo una época en que también leí a Jung”.
-¿Preferencias musicales?
“Me alejé un poco de la música; era bien rockero cuando chico, me gustaba “Led Zeppelin”, “The Who”, “Kiss”. Partí tocando guitarra cuando chico porque me gustaba Kiss, en una época muy distinta, no llegaba nada, todo había que conseguírselo. Nos juntábamos con un grupo para hacer música”.
-Los del Manquehue son bien adictos a formar grupos de música.
“Sí, lo que pasa es que existía un grupo del colegio que duraba hasta que salían y después venía otro detrás, era un poco la posta, el cambio de mando. Yo fui del grupo del colegio y tocábamos en festivales; era muy gratificante juntarse en una sala de ensayo, la música tiene mucho sentido de equipo: el bajo está coordinado con la batería y hace a la vez el puente con la guitarra… Requiere horas de concentración.”
-¿Tocabas guitarra eléctrica?
“Sí, pero también de la otra. De hecho mi mamá me exigió aprender primero en la de palo, porque no había plata como para estar dejando botada por ahí guitarras eléctricas”.
-¿Tu familia era aficionada a las artes?
“Siempre me inculcaron el dibujo, cosas que requieren de tiempo, de concentración, de colores, de observar, de mirar; eso se lo agradezco mucho a mi mamá, porque aunque fue la que más se opuso a que fuera actor, quizás tiene tanto mérito como mi papá, que le gustaba la ópera y tenía mucho más que ver con la música y con las bellas artes. Ella me inculcó la paciencia y me pasaba horas ensayando las escalas, que las aprendí solo. Me obligaba a investigar, a moverme, a ir al centro, por suerte había harta cultura de centro en mi casa, también”.
-¿Cultura de centro?
“Curiosamente, casi todos mis amiguitos del Manquehue no conocían el centro ni por casualidad; mi papá tenía la oficina en Ahumada con Huérfanos y el centro de Santiago a mí me ha parecido siempre, aún hoy, el centro de Chile y aprendí a conocerlo buscando tiendas musicales; Mac Iver, el pasaje Matte, Tenderini, las galerías, buscando una librería especial. Implicaba rebuscárselas para aprender lo que uno quería.
“Había una cierta cultura familiar de que había que averiguar para saber sobre lo que a uno le gustaba. Eso me gusta, he sido siempre súper fanatizado en las cosas en que me he metido: la guitarra, la música, el dibujo, en leer… también en el teatro. Precisamente por no tener formación académica, soy muy mateo en términos de saber quien es Artaud, quien Brecht, Stanislavski, qué dicen, en qué consiste la técnica, aprender de todos los autores, Chejov, Addler, veinte más y saber de qué manera me ayudan (se va acelerando al hablar)…”
-Eres súper mateo.
“No, soy interesado, que es distinto; me interesan las cosas que me gustan y sé de las cosas que me interesan. Es la manera, también, en que puedo tener cierta legitimidad respecto de lo que hago. Puedo pararme delante de cualquiera y decirle: Oye, viejo, tranqui, que yo sé de lo que estoy hablando. Eso, a mí por lo menos, por carácter y personalidad, me da una cierta autoridad o autoría sobre lo que hago. Tiene que ver con lo que estamos haciendo con Felipe (Braun) también”.
-¿En qué sentido tiene que ver?
“Con qué es lo que uno quiere hacer. Para qué lado vamos, quienes queremos ser de aquí a 25 años ¿Quiero estar a los 70 años en mi casa esperando que me llame el canal de TV para hacer la teleserie, porque o si no, no tengo como alimentar a mi familia?, No, no quiero. “Tengo que trabajar en una dirección que me permita hacer lo que me gusta y que me dé una cierta estabilidad, que ayude a hacer otras cosas que también me gustan. Además no encuentro nada mejor que trabajar con amigos, me entretiene, me encuentro súper afortunado… ¿no me irá a caer un rayo sobre la cabeza? (se ríe)”.
-¿Algún deseo no cumplido?
“Sí, varios, pero tendría que ser un malagradecido para decir que no soy feliz. Alego de repente, pero honestamente creo que he tenido una dosis de fortuna que he sabido apoyar con el trabajo. Le tengo respeto a la gente que trabaja, que se saca la cresta; incluso la virtud de la inteligencia no me parece tan importante como la perseverancia y el trabajo.
“Obviamente hay deseos, sueños… me encantaría que Scorsese me llamara mañana para una película (se ríe a carcajadas) o hacer una gira teatral exitosa por Europa, a quién no le gustaría, pero mi vida –con sus errores y sus aciertos- ha estado bien. Me siento bastante contento. Mis sueños profesionales van por consolidar la empresa con Felipe”.
-¿Deportes?
“Juego tenis una o dos veces a la semana, me gustaría jugar más. Los lunes en la tarde juego baby fútbol con amigos, el grupo típico. Tenemos una cancha pedida en San Carlos de Apoquindo y jugamos siempre los mismos. Me gusta el deporte y el espíritu deportivo, uno necesita el equipo. La vida me ha ido enseñando que nadie es dueño de la verdad absoluta y que se necesita al equipo para funcionar”.
-¿Vicio privado?
(Lo piensa mucho rato) “No sé… jugar con Tomás, me mata. Estar con él y ponerle canciones, es un niño muy musical. Le gusta que le hablen y que le modulen, a pesar de que estoy cierto que no entiende nada, pero se concentra mucho y cuando uno deja de hablar, se ríe… ¡Eso me encanta, me parte el alma! ¡Él es impresionante!”
-¡La cara de chochera!
“Sabes qué, salir con Tomás en esa como mochila que me pongo adelante e ir al banco o a pagar cuentas y él va mirando… ¡ése es mi vicio privado!”