Toda la batería de recursos publicitarios con que Hollywood aplasta al cine independiente suele distraer hasta a los más finos paladares, que fácilmente pasan por alto las joyitas que las distribuidoras independientes se esfuerzan por promover entre un público de gustos más variados. Pero para eso estamos.
"Kirikou y la hechicera" , de Michel Ocelot, es un ejemplo de cine de animación que nos recuerda en modo explícito las vinculaciones frecuentes entre la pantalla y las narraciones míticas. El diminuto Kirikou nace de modo extraordinario en una aldea en que la mayoría de los hombres han desaparecido a causa de una hechicera tan malvada como atractiva. El pequeño héroe toma como suya la causa y decide enfrentar el peligro a pesar de los ruegos de su madre y de las advertencias de todos. Como buen niño, él no cree en la maldad intrínseca, sino en la posibilidad de que la hechicera sea víctima de una razón desconocida que motive su comportamiento.
La historia tiene todos los elementos didácticos de una fábula y todo lo simbólico que debe tener un relato oral folclórico, por lo que la narración avanza por el cauce seguro de lo ya probado, sin que esto signifique dar por anticipado lo que sucederá. El encanto de lo tradicional está justamente en esta tensión entre los arquetipos, sus funciones simbólicas y el nuevo envoltorio que trae, en este caso, la narración cinematográfica. Fácil es deducir lo que cada personaje representa y la función que tiene, pero el juego no carece de sorpresas y especialmente de seducción visual. La elegante sencillez de los dibujos contribuye a centrar la atención en lo que éstos añaden al antiguo relato. Las inquietantes máquinas de que se sirve la hechicera, sus robots y su choza explican la razón por la cual esta historia debe ser contada nuevamente: para precavernos de la esclavitud tecnológica que trae consigo la comodidad de pocos y el desastre ecológico de muchos.
Tan eficaz es el mensaje como sugerente y atractivo. La cuidada estilización de los dibujos y su colorido poseen un profundo respeto por la cultura a la que alude, al tiempo que se adhiere prístinamente a la idea que podamos tener de la ilustración de una fábula africana. Sólo basta añadir el encanto de la música y su renuncia a los efectos computacionales contundentes para tener una obra de animación que grandes y chicos disfrutarán entrañablemente.
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Dónde: Cine Arte Alameda, de jueves a domingo a las 14.00 horas. Alameda B. O'Higgins # 139.
Cuánto: Entrada general, $2.000 adultos, $1.700 estudiantes, $1.500 niños.