La cara y el cuerpo merecen un aporte extra de cuidados, y para eso las mascarillas son el mejor complemento, ya que sus fórmulas permiten mejorar el aspecto en cosa de minutos, dejándolos limpios, suaves y luminosos. Son de los pocos productos de belleza que pueden asegurar resultados inmediatos, gracias a la adherencia directa de sus sustancias activas a la superficie de la piel. Hay algunas que además poseen sustancias que actúan como vehículos para llevar estos principios hasta las capas más profundas.
De sus compuestos dependen sus acciones. Los principios activos reafirmantes aseguran un efecto tensor, la glicerina mejora la hidratación, la vitamina E actúa como antioxidante y los cítricos revitalizan la piel.
Las hay con propiedades purificantes, que gracias a sus fórmulas granuladas arrastran las impurezas, la suciedad y las células muertas acumuladas sobre la epidermis. Otras tienen la capacidad de fundir la secreción sebácea dejando los orificios pilosebáceos despejados para que la piel respire, y resultan indispensables para los cutis grasos y mixtos; si son utilizadas con regularidad, pueden ayudar a controlar la producción de grasa.
También existen las que ayudan a hidratar las pieles secas, faltas de agua, que contienen ingredientes que ayudan a retenerla en la capa córnea.
Las de efecto calmante ayudan a hidratar y calmar un cutis estresado, otorgándole sensación de alivio gracias a compuestos como la manzanilla. Otras buscan despertar el resplandor del rostro para lo que necesitan tonificar y mantener el equilibrio hídrico de la dermis. Y también las revitalizantes, que estimulan la actividad celular, activando la microcirculación para favorecer la oxigenación de los rostros opacos.
Para aplicarlas correctamente se debe extender una fina capa sobre la piel limpia o perfectamente desmaquillada, evitando el contorno de los ojos. Hay que dejar actuar por diez minutos y luego eliminar el excedente con agua fría o tibia, dependiendo de la máscara. Algunas se aplican sobre la piel seca, y otras, como las que actúan como exfoliantes, sobre el rostro humedecido. Se pueden utilizar en la mañana o en la noche, una o dos veces por semana, dependiendo del tipo de cutis. Para una piel sensible, por ejemplo, se recomienda sólo una vez, porque más podría hacer reaccionar la piel; una grasa, en cambio, mejorará su aspecto si utiliza la máscara dos veces para disminuir las impurezas.
Si al retirar la mascarilla se aplica un producto reafirmante o una crema de cuidado intensivo, el efecto será más satisfactorio.
Recetas caseras
La cosmetóloga Viviana Castro en su libro "Belleza, cuidados de invierno", da algunas recomendaciones para preparar mascarillas con elementos naturales.
Purificante: Para un cutis normal, mezclar media taza de leche con cuatro cucharadas de avena. Para un cutis seco, media taza de yogur natural con cuatro cucharadas de germen de trigo, y para uno graso, media taza de yogur natural, cuatro cucharadas de almendras molidas y una cucharada de jugo de limón. En los tres casos se debe aplicar con movimientos rotatorios ascendentes y luego retirar con agua tibia.
Antioxidante: Un cutis normal necesita de una mezcla de dos zanahorias ralladas, una yema de huevo y una papa grande cruda y bien rallada. Para uno seco se puede utilizar una mascarilla de palta molida o de pulpa de manzanas, y para uno graso, media palta molida mezclada con una cucharada de jugo de tomates y una de jugo de limón. En los tres casos se deja actuar por veinte minutos y luego se retira con agua tibia.
Exfoliante corporal: Mezclar media taza de avena, media taza de sal marina molida y dos cucharadas de margarina vegetal bien batidas. La pasta se aplica sobre el cuerpo con un guante o una toalla de mano, con movimientos circulares ascendentes. A los diez minutos, retirar con duchas alternas de agua caliente y fría.
Hidratante: Basta con aplicar miel líquida sobre la piel exfoliada, dejar actuar entre cinco y diez minutos, y retirar con agua tibia.