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Los cuadernos no son buena compañía en vacaciones

Es mejor que el niño descanse y recargue energías para los meses venideros.

01 de Agosto de 2005 | 18:14 |
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Despertar cerca de la hora de almuerzo, chatear, ver televisión y, sobre todo, dejar los cuadernos lo más lejos posible, parece ser la consigna de los preadolescentes para las vacaciones de invierno que se avecinan.

Al otro lado de la trinchera, algunos padres están desesperados. No quieren que los horarios de los niños se alteren y, más que nada, no están dispuestos a que en dos semanas olviden lo aprendido en el colegio.

Sin embargo, según los expertos, ni unos ni otros están en lo correcto. "Las vacaciones implican un tiempo para relajarse, romper la rutina, liberarse de las exigencias escolares y de los horarios. El preadolescente necesita un espacio propio donde él mismo pueda decidir qué quiere hacer, como cuidar la mascota o leer un libro. Claro que si nada lo motiva y pasa las dos semanas tirado en la cama habría que preocuparse", subraya la sicóloga infanto-juvenil Oriana Valverde.

Desconectarse por un tiempo de las materias ayuda a retomar el nuevo período escolar con las pilas recargadas.

Sin embargo, la sicóloga juvenil Pilar Sordo es clara al definir: "Descansar significa hacer actividades diferentes, tomar aire, ir al cine, jugar a cosas que no han podido hacerse en la época escolar. No significa estar todo el día frente a una pantalla".

En la mitad de la segunda semana debería haber un quiebre.

Ordenar el clóset, hacer las tareas pendientes y repasar si tienen prueba a la vuelta son buenas ideas, siempre que no se los obligue. Sugerirles, admite la especialista, es fundamental a esta edad en la que ya quieren sentirse independientes.

Tortura y castigo

Y ni siquiera a los que tienen bajas calificaciones debería hacérselos estudiar. "En dos semanas no van a recuperar lo que no saben", admite Valverde.

Si se lo obliga a repasar, puede generar anticuerpos al estudio, nada peor para un niño con bajo rendimiento.

"La idea es que el estudio no sea una tortura y hacerlo estudiar en vacaciones es darle cierto matiz de castigo", explica el sicólogo Claudio Zamorano.

Para Oriana Valverde, "mientras más juega un niño, más desarrolla su creatividad y capacidad de resolver problemas; por lo tanto, más aprende".




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