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¿Militancia? “No, ni en el club de rayuela”

18 de Agosto de 2005 | 15:42 |
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Sabido es que a María Luisa Brahm Barril (46 años) no se le debe invitar a ningún cóctel, inauguración o lanzamiento pasadas las 18.00 horas. Como ella misma dice, después de esa hora “se me cae el lápiz”.

Y la razón es simple: es madre de dos pequeños preadolescentes de 13 y 11 años y ella dedica esa parte de la tarde a estar con ellos, ayudarlos en sus tareas, comer juntos y acostarlos.

Cuando se apaga la luz, María Luisa vuelve a su computador y sigue su jornada de trabajo. Es metódica y disciplinada -obvio, si sus orígenes alemanes la radican en Puerto Montt, ciudad donde nació y vivió toda su juventud- y por ello, organiza muy bien su agenda.

Con un padre abogado, estudiar leyes fue como un paso natural, porque –aunque no tenía una vocación muy clara- la carrera era lo suficientemente amplia como para resolver en su minuto qué hacer. “En todo caso, lo que tenía muy claro era que no iba a ser abogado de tribunales”, dice entre risas.

“Mi único paso por tribunales fue un trabajo cuando era estudiante y la práctica y eso fue suficiente para toda la vida. ¡Nunca más! No me gusta porque se vuelve un trabajo mecánico y depende de un funcionario de octava categoría”, sentencia.

Sexta entre ocho hermanos, creció imbuida de lo público y cuando llegó el momento de entrar a la universidad la única posibilidad fue Santiago; con padres de una sola línea, el que quería emigrar no tenía otra opción ya que había sólo presupuesto para mantener un departamento en la capital.

Estando en la Católica, conoció el trabajo de Odeplan, de Miguel Kast, y se sintió seducida. En 1983, ingresó a la fiscalía de ese ministerio y “de a poco se fue infiltrando” hasta terminar en el Departamento de Planificación. Siete años después se fue al Instituto Libertad a la unidad de asesoría legislativa, convocada por Bernardo Matte.

Así aterrizó en RN, partido en el que no milita. Con Piñera ocupó una vicepresidencia entre el 2001 y 2002, en el mismo tiempo que su hermano Joaquín era tesorero de la UDI. Ahora, éste es candidato a senador del gremialismo por la X región sur, mientras que otro hermano, Jorge, asumió como jefe de campaña de Allamand, que va de senador por la X región norte.

-¿Por qué no has firmado la ficha de militante?
“Porque soy libre por naturaleza. Me siento muy cercana a RN y coincido con muchos, pero muchos, de sus planteamientos, pero tampoco pertenezco al Colegio de Abogados”.

-¿Por qué esa defensa tan intensa de tu autonomía?
“Espíritu libre (suelta)… Yo… ni el club de rayuela, en nada, en nada, pero en nada. No voy ni siquiera a las reuniones de copropietarios (entre risas). Me carga, me carga la manada, no soy de manada” (reafirma).

-O sea, tienes poco espíritu corporativo.
“En mi trabajo no, armo equipos, trabajamos en grupo, pero en mi vida privada… soy absolutamente loba esteparia”.

Desde que se separó, María Luisa trata de asumir lo mejor posible los roles padre y madre, pero reconoce que “por supuesto, en uno, no soy cien por ciento eficiente aunque me ponga corbata”. “Pero, es lo que hay no más”, agrega.

-Al igual que en política ¿ser madre y padre es sin llorar?
“No, en esta tarea se llora y se llora harto. La formación de hijos debiera ser de a dos, pero aquí falta una parte.
“Ellos son niños maravillosos, son normales, de los primeros de su curso”.

-Ah.. manejas la culpa.
“Yo, ¿culpa de qué? De nada. No tengo culpas porque me autodisciplino total. Mis hijos tienen una máxima prioridad, a las 6 de la tarde me voy, se me cayó el lápiz, se me desenchufó el computador.
“No voy a nada, ni a happy hour, nada; yo todavía estoy criando y siempre habrá una excusa para no llegar”.

-¿El demandante de Piñera tiene todas las de perder?
“Sabe que las cosas tienen un límite, por eso me llama a mi casa porque puedo trabajar allá”.
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