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Las debilidades de Aquiles

Es el tendón más fuerte y fundamental del cuerpo humano, pues por él pasa la mayoría de los movimientos. Su cuidado es fundamental para prevenir lesiones que pueden ser invalidantes.

09 de Septiembre de 2005 | 11:54 |
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La leyenda cuenta que cuando nació Aquiles, Tetis, la diosa marina, supo del oráculo que su hijo moriría joven... Para conjurar el destino, lo bañó en la laguna de Estigia, cuyas aguas procuraban la inmortalidad. Al sumergirlo, debió asirlo de un talón, único lugar que quedó vulnerable... a la flecha de Paris. Esta saeta, guiada por Júpiter en la guerra de Troya, acabó con la imbatibilidad del semidiós, pero le abrió un espacio en los libros de historia.

Así, el tendón de Aquiles, como se denomina al tendón común de los músculos gemelos y sóleo, es el más voluminoso y fuerte del cuerpo humano, con una resistencia a la tracción de casi una tonelada, vital en la biomecánica de la punta del pie y, por ende, en el manejo de las fuerzas antigravitacionales en el equilibrio y desplazamiento.

Esto es particularmente claro dada la característica bípeda de la especie, en la que toda la fuerza ejercida en las pantorrillas se traslada a través de este tendón sobre el hueso calcáneo del talón del pie, controlando desde ahí casi todo su movimiento.

La longitud del tendón de Aquiles es de cinco a seis centímetros; su ancho, de 1,2 a 1,5; y su espesor, de 0,5 a 0,6. Estos parámetros son importantes, porque la resistencia del mismo está en relación directa al diámetro de sección y disminuye a medida que la edad del individuo avanza.

Sus características

Funcionalmente, los tendones transmiten la fuerza de los músculos a los huesos y en ese rol mecánico de intermediarios deben deslizarse libremente y sin obstáculos.

En el caso del de Aquiles, se trata de una potente cuerda biológica, envuelta completamente por el peritenon; está conformada por microfibras de colágeno, orientadas en el sentido de la tracción y de un recorrido paralelo. Las células están representadas por una forma especial de los fibrositos y son denominadas, por la misma razón, como alares. Tienen, además, un metabolismo lento, ya que no poseen vasos sanguíneos capilares que las nutran.

Así, el tendón de Aquiles divide su nutrición en tres fuentes: una tercera parte proviene de los músculos de origen, otro tercio lo recibe de su inserción en el hueso y el porcentaje restante, de los canales linfáticos que lo unen al peritenon.

De sus propiedades físicas sabemos que su máximo de distensión es del diez por ciento, resultado de la disposición en espiral de las microfibras (o fibrillas) y de la capacidad elástica misma del colágeno. De esta manera, permite compensar sobrecargas mecánicas abruptas.

La fuerza en un apoyo de impulso dinámico, aquella que precisa un deportista, está en un máximo de alrededor de 930 kilogramos. Durante los arabescos de la gimnasia rítmica, debe contarse con una carga dinámica de 535 kilos, la que puede alcanzar al doble cuando la gimnasta cae sobre una sola pierna.

Los riesgos

Pero como el guerrero al que debe su nombre, no todo es fortaleza con el tendón de Aquiles. Puede inflamarse (sobre todo por abuso) y, lo que es peor, cortarse, una lesión invalidante y de recuperación mucho más lenta de lo que se reconoce.

La disminución de su resistencia con la edad, el exceso de peso o la sobrecarga de ejercicios predisponen a estas lesiones, que acechan generalmente después de los treinta años. Las primeras víctimas son los deportistas de fin de semana y aquellos que quieren ponerse rápidamente al día después de un largo sedentarismo.

Los ejercicios de elongación de la pantorrilla y el uso de un buen calzado son básicos en la recuperación y profilaxis de lesiones en el tendón de Aquiles.

Pero como el guerrero al que debe su nombre, no todo es fortaleza con el tendón de Aquiles. Puede inflamarse (sobre todo por abuso) y, lo que es peor, cortarse, una lesión invalidante y de recuperación mucho más lenta de lo que se reconoce.