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El consumo adolescente de ciberpornografía

Aunque aún se desconocen cifras,los especialistas tienen cada vez más indicios de que algunos adolescentes se transmiten imágenes pornográficas a través de internet y son usuarios habituales de sitios para mayores de 18 años. La ventaja es que la red es de muy fácil acceso. Sólo basta un computador y un espacio de privacidad sin un adulto vigilando. Quienes trabajan en el tema advierten sobre los peligros de esta tendencia: la web es un escenario propicio para el abuso y puede traer, además, consecuencias negativas para el futuro: "La presentación cruda del sexo entrega al niño una imagen distorsionada de la realidad", dice la siquiatra Flora de la Barra.

13 de Octubre de 2005 | 16:49 |
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"Cuando salimos a recreo, nos vamos a la sala de computación del segundo piso. Nos sentamos en la última fila, para que el encargado no nos pille, y ahí nos ponemos a ver porno. No importa si no te sabes una página específica. Sólo hay que meter en un buscador palabras cochinas y te salen miles de sitios para ver".

Francisco M. recién cumplió los 13 años y pasó a octavo básico en un colegio de hombres en Santiago. Aunque con sus padres nunca ha tenido una conversación formal sobre sexo, sus conocimientos sobre la materia son mucho más amplios de lo que cualquiera podría pensar. Todo debido a su grupo de amigos y a internet.

A través de la red, accede a páginas web que le enseñan de sexo con una crudeza que está a años luz de lo que aprende en el colegio. "En el computador podemos ver cosas fuertes. ¿Conoces los anticuchos? Ésos son los tríos de hombres o de mujeres", advierte, con voz de experto en la materia.

El comportamiento de Francisco M. podría parecer extremo para muchos padres, pero cada vez es más habitual observarlo en niños de su edad e incluso menores. Él mismo lo confirma: "A todos mis compañeros les gusta ver porno, pero hay algunos que se van al chancho. Tengo uno que incluso, después del colegio, se mete a internet en su casa todas las tardes".

En Europa, esta tendencia ya es motivo de estudios. En Inglaterra, un informe del London School of Economics afirma que el 90% de los niños británicos entre los 8 y los 16 años ha visto pornografía a través de internet. La mayoría de ellos ha llegado a estos sitios accidentalmente, al buscar datos mientras hacían las tareas.

En Chile, se desconocen los alcances de la ciber-pornografía entre los adolescentes. Sin embargo, el antropólogo Osvaldo Torres, director de la Asociación Chilena Pro Naciones Unidas (Achnu) y especialista en temas infanto-juveniles, tiene indicios que ayudan a confirmar la tendencia. "En algunos estudios hemos pesquisado que, a través de la red, cada vez más los jóvenes hablan de sexo, se transmiten imágenes pornográficas y claves para entrar a sitios web en los que hay que pagar. Estamos frente a una costumbre que es relativamente habitual en la adolescencia, pero que ahora está muchísimo más masificada", explica.

La tentación está a la mano, sin censura, y tiene la ventaja de ser discreta y silenciosa. Sólo basta un computador conectado a internet y un espacio de privacidad sin adultos cerca: el dormitorio, los últimos puestos de la sala de computación o los recientes y muy de moda cibercafés con cabinas privadas. "Conozco a un niño que se va después del colegio a un ciber con cabinas donde nadie puede verte y puedes hacer lo que quieras. Tienen hasta webcams", cuenta Francisco M.
El por qué de la atracción
Arturo Márquez, sicólogo e investigador de la Unidad de Estudios de Género de Flacso, sostiene que la gran atracción que ejerce la ciberpornografía entre los jóvenes obedece a su urgente necesidad de encontrar respuestas a sus inquietudes sexuales, que no son satisfechas por medio de la enseñanza tradicional, ni menos al interior de la familia, donde el sexo es un tema dífícil de abordar.

"Estos contenidos, más allá de que sean buenos o malos, cumplen una función importante dentro de la configuración de su personalidad. Objetivamente se consumen, independientemente de que se les prohíba hacerlo, porque les muestra cómo es el sexo en vivo, no diseccionado. En el colegio explican qué es un espermio, pero no cómo llega a la mujer, qué sienten sus cuerpos en ese momento".

Así lo entiende Rodrigo L., quien a sus 12 años ha podido aprender algo de las técnicas amatorias con una animación de corte erótico que invita al participante a seducir a una mesera hasta poder acostarse con ella. La escena comienza con una conversación entre ambos, y cuando ella da el pase, en la pantalla aparecen todas las herramientas que el adolescente puede ocupar para conquistarla - besos, palabras bonitas o sucias, agarrones- mientras ella se luce desnuda en pantalla. "Ganas el juego si logras que Laura y tú lleguen al orgasmo al mismo tiempo. Laura es chistosa, nos reímos con ella. Bueno... chistosa al lado de las otras cosas que vemos", explica. De nada sirve que al inicio del juego se advierta que la animación "es sólo para mayores de 18 años".

Sin que lo supiera, hace pocos días el papá entró a al dormitorio de su hijo Francisco M., alertado por los repentinos "encierros" del niño en la pieza. Al revisar los cajones de su velador, encontró una película de fuerte contenido pornográfico, y sospecha que en otro estante que su hijo tiene con llave se ocultan revistas y otros materiales. Aunque está sorprendido - ya le había cortado la conexión a internet para que no viera pornografía desde la casa- , aún no le dice nada.

La labor de los padres

En España, los investigadores ya están hablando de "los perniciosos hábitos que están adquiriendo algunos niños navegando por internet", según consigna el diario ABC en su edición del pasado 25 de noviembre. En ella se informa del desbaratamiento de una red de 90 personas consumidoras de pornografía adulta e infantil, esta última tipificada como delito. Entre los detenidos había 21 adolescentes, entre 15 y 17 años, asiduos usuarios de este material.


En algunos casos los detenidos eran padres e hijos, pero según fuentes de la investigación, "varios padres se llevaron una gran sorpresa al enterarse de que sus niños se dedicaban a ver y guardar pornografía mientras fingían consultas escolares en la red".

¿Qué efectos puede llegar a tener que menores de edad se relacionen con contenidos de corte pornográfico?

Para la siquiatra infanto-juvenil Flora de la Barra no hay nada que pueda rescatarse de positivo en la exposición. "Es más, no me parece que la pornografía sea necesaria para la vida de nadie". Considera, incluso, que la facilidad con que Rodrigo, Francisco y otros adolescentes encuentran estas imágenes puede ser considerado como un abuso sexual. "La presentación del sexo de esta forma entrega al niño una imagen distorsionada de la realidad. Un menor que no tiene vida sexual activa, ¿qué aprende?, un modelo de sexualidad no natural, no desarrollado dentro de un contexto de cariño. Incluso, puede llegar a estimular fantasías sexuales que, por supuesto, también serán distorsionadas".

En un corto plazo, acota la especialista, lo que hacen estas imágenes es generar y estimular conductas hipersexuales no acordes con la mentalidad de un niño que está en pleno desarrollo y que no puede canalizar, por no estar en edad de hacerlo. "A un largo plazo, ese joven puede llegar a tener serios problemas en su vida sexual".

En una sociedad donde el inicio de la sexualidad es cada vez más temprano, el sicólogo Arturo Márquez acota que es casi imposible que los adolescentes se marginen de conductas de este tipo, pero que encuentran su límite cuando traspasan la barrera de lo legal. "Cuando llegan a exponerse a la pedofilia, el tema se escapa de las manos. Y mucho más grave es cómo llegaron ahí. Un niño que consume pornografía es un niño solo, con papás que no han sido capaces de reparar en su actitud".

Son los padres los principales protagonistas en la tarea de la prevención y alerta ante cualquier comportamiento sospechoso que presenten sus hijos. Una de las formas de prevención cuando no están presentes es el software de control parental, que filtra los contenidos "inconvenientes" e informa vía e-mail al administrador de toda la actividad realizada en el computador durante un período determinado. La forma más fácil de acceder a ellos es a través de internet, donde hay programas que pueden descargarse gratuitamente o bien pagando cifras que bordean los 30 dólares. En el sitio www.cometa.com hay una versión en español gratuita muy accesible.

Ahora, si el consumo de ciberpornografía por parte del joven ya es un hecho, lo importante es establecer si éste es sistemático o esporádico. Lo preocupante, afirma Lorena Contreras, sicóloga de la Instituto de Criminología de la Policía de Investigaciones, "es tener las sospechas de que ese acceso a internet no es espontáneo, sino que hay inducción por parte de figuras adultas, ya que internet es un espacio privilegiado para el abuso". De hecho, según un estudio realizado en 2002 por el Defensor del Menor de Madrid, daba cuenta de que el 44% de los menores españoles se han sentido acosados sexualmente cuando navegan por internet.

Tomar todas estas medidas requiere de padres dispuestos a afrontar el tema con sus hijos, aunque les produzca pudor. Los especialistas recomiendan ante todo un momento de conversación entre padres e hijos, donde analicen qué lleva al niño a refugiarse en estos contenidos, sus inquietudes, qué problemas podría traerle si abusa de su consumo. "Por ejemplo, explicarles que la sexualidad no tiene que ver con el comercio ni con una transacción, sino con emociones y sentimientos", sostiene la sicóloga Lorena Contreras.

"Más que la pornografía, lo que hay que condenar es el silencio de los padres, que aparecen como los que no saben nada, cuando están evadiendo su principal responsabilidad, que es la de escuchar a sus hijos y conversar sobre este tema. Hay que derribar tabúes y hablar en serio de sexualidad con los hijos. No condenarlos por esta conducta, pero tampoco quedarse callados y pensar "no importa, ya se le va a pasar con el tiempo", agrega el antropólogo Osvaldo Torres.
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