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La generación de los hijos del “no te metas”

Esta asistente social dice que la baja participación de la juventud en los procesos electorales es responsabilidad de ellos, por su apatía, y de sus padres que, desilusionados de la democracia, los han impulsado a mirar sólo por su futuro individual.

24 de Noviembre de 2005 | 08:10 |
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Hubo polémicos afiches sobre “la raya”; también un spot televisivo que buscaba sacudirlos, pero, al final, nada pasó. El sábado venció el plazo de inscripción en los registros electorales, y las primeras cifras no son alentadoras, por mucho que hayan roto la tendencia, y se cree que no más de un 10% de los 2 millones que pueden votar y no lo hacen, cumplieron con el trámite.

Este hecho pareciera confirmar el tan popularizado “no estoy ni ahí” de la juventud que da muestras de no querer participar del sistema aunque los comicios se presenten -como nunca- interesantes: por primera vez va una candidata mujer y la oposición lleva dos postulantes a la Presidencia.

La situación pareciera no inquietar a los políticos que no hicieron nada por detener el envejecimiento del padrón electoral chileno. Sí preocupa a la corporación “Participa”, autora del spot e importante promotora de la inscripción de los chilenos en los registros desde 1987, antes del plebiscito.

Su directora ejecutiva, Andrea Sanhueza, hace un descarnado análisis de las razones de este fenómeno y llama a tener en cuenta las consecuencias negativas que a futuro tendrá para la democracia.

-La baja inscripción de jóvenes se detectó hace más de diez años y se habló de un desencanto con la democracia. ¿Persiste esa razón o se han sumado otras?
“En general, sí. En los primeros años de la democracia, el Gobierno le puso color al tema, en esa época, y hubo campañas de inscripción motivando la inscripción, cuestión que funcionaba. El año ´95 se produce un quiebre y esa estrategia dejó de funcionar y eso porque se produce un desencanto con la vuelta de la democracia.
“O sea, la democracia no era esa alegría grande en la cual íbamos a estar todos; se puede discrepar, pero hay consenso de que hubo una transición relativamente larga y la democracia no fue capaz de retomar los canales de participación que Chile si tenía antes de 1973. Y en eso hay un tremendo déficit”.

-¿Qué otras razones se presentan ahora? Lo burocrático del trámite ya parece excusa.
“Hemos hecho una serie de focus group para determinar qué camino usar, por donde entrar y hemos detectado varias cosas. Los jóvenes reconocen que están desinformados, pero tampoco tienen una actitud activa por informarse. A pesar de lo difundido que están los datos en internet, no son utilizados”.

-Quieren que les lleven el funcionario a la casa.
“Exacto, la comodidad, la falta de tómese la molestia, de hacer el trámite formal es un tema.
“Pero suman otros. Primero, que no haya voto voluntario; esto de inscribirse y estar obligado a votar para toda la vida es como casarse para toda la vida y no están dispuestas. Y para ellos ya muchas cosas no son para toda la vida. Ellos dicen bueno, ya, quiero votar en esta Presidencial, pero no si quiero hacerlo en la próxima y por eso, todas las encuestas hablan de un apoyo mayoritario al voto voluntario”.

-¿Y qué pasa con el desprestigio de la clase política?
“Ése es el segundo. Tratan durísimo a los políticos; en los focus salen razones como que los políticos son una farándula, que son cínicos; es un trato muy duro y se apoyan en que frases como que los políticos no cumplen sus promesas o sólo se acuerdan de nosotros para las elecciones. Es un discurso que está hiper pegado, eso como si uno les apretara “play” y comenzaran a repetir.
“Pero esto también nos dice que no han elaborado otra respuesta y que ni siquiera se han hecho la pregunta de nuevo como si tendrán algo que ver en ello. ¡No!, se quedan con que la clase política es el mal de todo y no quieren entenderse con ellos, no quieren tener nada que ver”.

-Con esto el panorama es negro. Si se restan, el círculo se hará vicioso porque no habrá renovación de la clase política y ellos no van a acoger sus demandas.
“En esta campaña ha habido un ambiente distinto, pero en general, los partidos no están muy interesados en que los jóvenes se inscriban, porque en definitiva no saben por qué lado se van a inclinar. Estamos hablando de 2 millones de jóvenes que pueden definir cualquier elección, tienen un poder enorme si se considera que el universo electoral son 8 millones.
“El círculo vicioso es ése; entre los estudiosos hablamos de una crisis de la democracia representativa, porque la gente ya no siente que cuando vota, está eligiendo a un representante; en muchos casos, esa conexión dejó de existir”.

Andrea Sanhueza ahonda en la gravedad del problema: “es una sociedad individualista donde la persona no necesita el sistema, a mí no me sirve que alguien me represente, de hecho no me va representar en lo que me pasa y quiero”.

-¿Qué va a pasar?
“La democracia representativa está y va a seguir estando. Es poco probable que cambie, es el sistema que el mundo ha encontrado para vivir en sociedad. Entonces, lo que va a pasar es que los más viejos van a elegir a las autoridades y se va a producir una desconexión total con la generación de futuro”.

-¿Te imaginaste este escenario tan pronto o lo esperabas en 40 años más? Porque es sabido que en las democracias consolidadas y estables, hay alta abstención.
“Nosotros pensábamos que si se daban una serie de factores, esto no iba a ocurrir tan prontamente. El tema es que eso no se dio; se ha hecho poco en materia de educación cívica, en esto, este país da pena, la gente dice que no conoce sus derechos y por eso no los ejerce. A esto se suma un rasgo cultural de los chilenos; los jóvenes creen que los chilenos somos tímidos, no se animan a hacer sentir su voz, como que somos medio conformistas y apagados. Y si le sumas que no nos tomamos la molestia (de involucrarnos), entonces llegamos a esto.
“Además, pensábamos que los partidos políticos iban a hacer un esfuerzo importante por incluir a los jóvenes dentro de sus agendas, cosa que tampoco se dio.
“Y también, se instaló con bombos y platillos una economía de libre mercado –cuestión que está bien- pero que trajo todo un rasgo individualista tremendo. En los focus, los jóvenes señalan que sus padres les dicen no te metas en nada; se definen como “los hijos del no te metas”. Para qué vas a la marcha, dedícate a estudiar, tienes que tener una profesión, tienes que salir adelante, preocúpate de ti, no del resto son los discursos que han escuchado desde que nacieron y están hiper exacerbados”.

-¿No es contradictorio cuando esos padres fueron los que lucharon contra la dictadura?
“Esos padres salieron a la calle, para un lado o para el otro, pero hoy le están diciendo a sus hijos no se metan porque esto no resultó, no vale la pena, es imposible. Ellos se desencantaron de lo que obtuvieron de la democracia y ése es el tema en todo el mundo. Mientras la democracia no tenga un “delivery”, o sea, que la gente tenga mejores condiciones laborales, de salud y educación, no se involucran. La gente dice que si eso se los da una dictadura, la prefieren, pero ellos no asocian que el desarrollo económico va de la mano de la democracia, no ven la diferencia”.

Andrea Sanhueza insiste en que en los últimos años las políticas públicas centradas en promover una educación para la democracia no han sido suficientes, a lo que se suma que hay pocos partidos haciendo un trabajo serio, en el sentido de largo plazo, estratégico, en esta área. Si se añaden los recortes presupuestarios para estos programas y el hecho de que la cooperación internacional migró a otros países debido al crecimiento económico experimentado por Chile, la plata para estos temas “más sofisticados, si tú quieres… de segunda generación existe poco, siempre es un desafío encontrarla”.

Y, aunque el panorama hoy se ve nublado, la directora de Participa prende una luz de esperanza: “Esta es una generación que siente que va a aportar a la tolerancia en este país, o sea, que gracias a ellos, esté país va a ser más tolerante y va valorar más la diversidad. Eso cruza todos los niveles socioeconómicos y, personalmente, creo que es cierto; los jóvenes son más abiertos”.

-¿Esa apatía juvenil es total o se da sólo en la política? Porque se dice que como nunca los jóvenes están involucrados en cuestiones sociales.
“Ese es un hecho valioso que da cierta esperanza. Es absolutamente mentira que los jóvenes no están ni ahí; no están ni ahí ni con las elecciones, ni los políticos. Ellos decidieron no meterse en los grandes proyectos y luchas porque no creen que eso sirva porque el sistema no lo permite, pero sí dan la pelea en la cancha chica, la cosa concreta y cercana.
“Participa sacó un índice que demuestra que los jóvenes son los que más participan en actividades culturales y deportivas a nivel local y como se trata de una etapa idealista, hablan de apoyar proyectos solidarios, trabajar con niños. Eso existe, pero no se ve, no se conecta con el mundo de la política”.

-¿Los jóvenes no perciben que si entran al sistema lo podrán cambiar por dentro?
“Creen que sí. Participa les hace ver eso, les dice te carga ese político, sácalo, busca alguien más cercano y vota, pero lo ven lejísimo, como que van a pasar 20 años más. De hecho dicen ustedes tienen que trabajar con los cabros chicos, nosotros somos una generación pérdida para esto, olvídense, pero pesquen a los que tienen 10 años”.

-¿Qué del discurso de los políticos más rechazan?
“Piden dos cosas a gritos: uno, que se dejen de hablar del pasado, de Pinochet, porque eso no los interpreta. Dicen que eso fue doloroso y terrible, pero, por favor, miren para adelante. Dos, quieren caras nuevas, un relevo generacional, cercana a ellos.
“Los acusan de una falta de consecuencia increíble. El estudio Congreso Transparente que hicimos reveló que ven a los parlamentarios como un grupo que hace leyes para unos pocos, que se las arreglan para favorecerse a ellos”.

La receta pareciera que está al alcance de la mano. Participa cree que la clase política debe dar señales claras en orden a que está interesada en una gestión más transparente y participativa y para ello debieran aprobar la ley de acceso a la información pública, reformar la de gasto electoral y establecer la declaración patrimonial; modificar el sistema binominal; y hacer el voto voluntario.

“Aunque algunos temen de que se produciría una mayor abstención, respecto de los jóvenes, sí votarían más”, dice y agrega “no nos podemos conformar” con una democracia mediocre donde no existen ciudadanos vigilantes.

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