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Mujeres en permanente conflicto

No sólo las chilenas se quejan de que las extensas jornadas en la oficina no les dejan tiempo para las labores domésticas y cuidar a sus hijos. La solución la tienen las propias empresas.

13 de Octubre de 2005 | 16:10 |
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El promedio de hijos de los ministros chilenos es tres y el de las ministras, 1,3. En España la diferencia es aún más extrema, pues mientras los ocho hombres que integran el gabinete de Rodríguez Zapatero suman 22 vástagos, las ocho mujeres sólo cinco. En Estados Unidos está el ejemplo de Condoleezza Rice, soltera y sin hijos, que en un prototipo que según estudios en ese país se repite por sobre el 50% de sus profesionales más exitosas.

En el otro extremo se pueden mencionar casos como el de la directora general adjunta del BBVA en España y sus siete hijos o el de Cherie Blair, la esposa del primer ministro británico y madre de cuatro hijos, que tiene una destacada carrera como abogada. Pero estas honrosas excepciones no hacen más que confirmar la regla que se comenzó a escribir cuando la mujer se incorporó al mercado laboral. Casi en forma inmediata, en todo el mundo este fenómeno se asoció a una caída en las tasas de fecundidad.
Más contentas y productivas
En un seguimiento a empresas que han implementado algunas medidas de conciliación, el Sernam observó que las mejorías percibidas por los trabajadores, hombres y mujeres, son altas pese a que el grado de uso de los beneficios es relativamente bajo.

Sobre el 80% de los trabajadores se siente respaldado y respetado en sus necesidades como personas.

Los trabajadores declaran que las medidas de conciliación aumentan su compromiso con la empresa, ayudan a disminuir el estrés de buscar el equilibrio entre la familia y el trabajo, mejoran la calidad general de vida y aumentan la productividad.

Pero no basta con medidas de balance en la empresa. Otro desafío es promover un cambio cultural para bajar el nivel de exigencia hacia la mujer: se debe asumir que aquella que trabaja no podrá tener su hogar tan reluciente como quien es exclusivamente dueña de casa.

En Chile, de un promedio de 5,43 hijos por mujer en los '60 se bajó a 2,39 en 1992 y a 2,26 en 2002, fecha del último Censo. Aunque no existen estadísticas oficiales, estudios sugieren que esta cifra se reduce aun más a medida que aumentan el nivel educacional de la mujer y su "éxito" profesional.

Una encuesta de Adimark mostró que las mujeres que trabajan tienen 1,7 hijos en promedio, mientras que las que se dedican exclusivamente al hogar doblan ése número, con 3,4.

Las explicaciones resultan bastante evidentes. Ellas postergan el matrimonio y la maternidad para estudiar y emprender carreras profesionales cuyo progreso se ve amenazado si deciden formar familia.

A esto se suma que quienes tienen hijos enfrentan grandes dificultades y sentimientos de culpa porque el trabajo no les deja suficiente tiempo para estar con ellos y atender sus necesidades.

Estas dificultades no son exclusivas de la mujer, pero es menor el reproche que reciben ellos si descuidan a sus parejas, llegan a la casa cuando sus hijos están dormidos o faltan a las reuniones de apoderados.

Nuria Chinchilla, experta española en trabajo y familia, realizó un estudio en que llegó a la conclusión de que este permanente conflicto entre familia y trabajo es uno de los principales frenos en la carrera de las ejecutivas.

Estos resultados se refieren a la realidad española pero se extrapolan en algunos de sus aspectos a la chilena. El 35% de ellas declara que su desempeño se ha visto afectado por problemas domésticos, causando conflictos en la empresa en un 57% de las veces que esto sucedía. Para evitar problemas con sus jefes y compañeros, apenas el 3% ha pedido permiso para ausentarse y el 5% una reducción de jornada.

Cómo no sucumbir en el intento

Investigaciones del Servicio Nacional de la Mujer muestran que en Chile ellas sienten más descontento que ellos por trabajar jornada completa. El 51,7% de las trabajadoras se queja de que no le queda tiempo para otras actividades, principalmente para los quehaceres del hogar (22,4%) y estar con los hijos (20,8%). Estos porcentajes aumentan entre las madres de niños de menos de 12 años.

El 46% de las mujeres declara que preferiría trabajar media jornada, contra el 15,8% de los hombres.

Estos resultados llevaron al Sernam a determinar que la redefinición de los horarios es prioritaria para que existan las condiciones para que las trabajadoras efectivamente logren conciliar sus deberes laborales con los familiares y no vean coartado su desarrollo profesional por las dificultades para lograr este equilibrio.

Sin duda, el reciente recorte de la jornada de 48 a 45 horas constituye un avance, pero del todo insuficiente.

Junto con las medias jornadas, el Sernam propone flexibilidades horarias pactadas. Por ejemplo, fijar 24 horas libres cada tres días de labor, permanecer hasta más tarde de lunes a jueves para salir más temprano el viernes o reemplazar la hora de almuerzo por la posibilidad de iniciar la jornada más tarde o terminarla más temprano.

Dar la opción de trabajar desde el hogar es otra medida de conciliación.

El ministerio de la mujer describe un segundo grupo de medidas, relacionadas con la entrega de permisos para cumplir con obligaciones familiares, como son los nacimientos de hijos, matrimonio, fallecimiento de familiares directos, así como también enfermedades u operaciones de personas dependientes.

Un tercer grupo de medidas se vincula con la entrega de apoyo por parte de las empresas en las necesidades domésticas y familiares de sus trabajadores. Por ejemplo, se sugiere entregar financiamiento para el cuidado de los hijos y de los padres en hogares de ancianos, además de establecer convenios con empresas que asistan en el aseo y todo tipo de labores domésticas.

Entrevista a Nuria Chinchilla
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