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El golpe de la tecnología

Internet y el celular acentuaron la brecha generacional.

13 de Octubre de 2005 | 16:31 |
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La irrupción de la tecnología marcó un antes y un después en la forma de relacionarse, y es uno de los hechos que más han marcado el cambio generacional entre padres e hijos.

Los jóvenes hoy se comunican de una forma que a algunos papás les cuesta entender. Lo que es comprensible. En los últimos 15 años, se pasó de conversar cara a cara, a tener amigos virtuales con los que se conversa por chat o celular.

"Aunque incomode a los padres, para los hijos es natural y necesario, porque si no se quedan fuera de esta nueva forma de socialización", explica el director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad Central, Andrés Llanos.

La globalización también ha contribuido a "enrarecer" las relaciones, porque se reciben influencias de todas partes, siendo los adolescentes los más susceptibles de asimilarlas por la natural etapa de afirmación de identidad que viven. Ello provoca que algunos papás no sepan cómo actuar frente a situaciones o modas que adoptan sus hijos, lo que suele terminar en una pelea.

"No es para alarmarse. Los adolescentes sólo se han adaptado al mundo que les tocó vivir", dice Llanos.

Ante esta realidad, siguen siendo vitales las normas, no ceder a todos los caprichos y, sobre todo, reforzar las relaciones familiares. No hay que olvidar que estos mismos jóvenes formarán sus propias familias en el futuro. Y que lo hagan bien dependerá de lo que aprendieron de sus propios padres.

Adolescentes de cuerpo y mente

Entender los cambios biológicos de la pubertad ayuda a mejorar las relaciones.

Crecer no es fácil. A partir de los 9 años, los adolescentes experimentan transformaciones físicas y emocionales dramáticas, difíciles de sobrellevar.

"Es la etapa en que el cuerpo sufre una mayor cantidad de cambios en un menor tiempo, por lo que es natural que anden mucho más cansados y que sus movimientos sean lentos o torpes", dice la sicóloga infanto-juvenil Carmen Collarte.

Por eso, hay que evitar calificarlos de flojos o vagos, porque su lentitud y cansancio tienen una explicación biológica.

"El papá es el que más se complica cuando sus hijas crecen. Toman cierta distancia, sin advertir que ellas siguen teniendo necesidad de cariño físico", explica la siquiatra del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, Muriel Halpern.

"Para no complicarse, pueden cambiar las formas de expresar cariño: darles la mano, acaricarles la espalda o la cabeza".

El crecimiento también alcanza lo síquico: "Se van para adentro, tienen emociones más intensas y cambiantes, producto de que están aprendiendo a manejarlas", afirma el sicólogo Fabio Sáenz.

También surge un sentimiento de compartir información ya no con la familia, sino con su grupo de pares. Actitud que no debe alarmar a los padres. "Hay que favorecer que pasen más tiempo con sus amigos, porque es parte del desarrollo sano y les facilita la definición de la propia identidad".

Otra característica del adolescente es su egocentrismo: sienten que ellos son los únicos a los que les pasan cosas. Aunque es bueno no minimizar sus problemas, tampoco se trata de que los padres cedan a todos su caprichos y dejen de ejercer su autoridad como tales.

"El joven necesita saber que sus padres son los que mandan. Pero ejercer ese poder con cariño y comprensión, no significa ser blando. Hay que ser firme, pero haciéndole saber que es por su bien", afirma Muriel Halpern.
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