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Cuando la amistad se transforma en telenovela

El dolor de cabeza que significa enamorarse del mejor amigo o el tener como rival al hermano de toda la vida.

02 de Noviembre de 2005 | 10:51 |
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"Fabián era mi mejor amigo", dice Emma cuando habla de su antiguo mejor amigo que terminó por confundirla luego de un viaje a Brasil. "A él le podía contar mis cosas más íntimas, no escondía nada, nos conocíamos a fondo, era como una amiga más".

Nada muy halagador, pero una práctica común en ella, porque Emma es de las mujeres que se sienten más cómodas entre hombres, es el control de calidad de las potenciales pololas de sus amigos, la fibra tensada de su entorno social.

Ella pololeaba con el mejor amigo de Fabián, pero luego de terminar siguió siendo parte del grupo. Fue ahí cuando se embarcaron a Brasil.

A la vuelta empezó a mirarlo con otros ojos. "Lo encontraba más mino, nos molestábamos, pero no duró mucho, dijimos que éramos muy buenos amigos y no nos podíamos equivocar así; además, éramos como dinamita".

De la experiencia sacó algunas conclusiones: que necesita del misterio para enamorarse, que conocer mucho a alguien puede ser contraproducente; que puede decir que no pasa nada ahora, pero no se iría de vacaciones con él de nuevo y que, luego de tanta confusión, la amistad se resiente.

Resaca de amor

Calalo tuvo que comerse todas sus palabras. Tenía una vecina, la Bea, que le profesaba un amor incondicional que disfrazaba de amistad. Pero Calalo decía que JAMÁS tendría algo con ella.
¿Existe la amistad entre hombre y mujer?
Sí. Al menos eso dice la sicóloga juvenil Soledad Larraín. Claro que aclara que es de una naturaleza distinta al de personas del mismo género.

"Yo busco en el otro eso que a mí me falta para completar mi vida". Debido a esto se genera una atracción natural que se debe asumir para no llenar de inexactitudes las relaciones con el sexo opuesto.

La especialista señala que una relación que nace de esta forma es una ilusión que deja fácilmente heridas al diluirse.

En cuanto a las parejas cruzadas, indica que se enmarcan dentro de la falta de compromiso en las que se fundan las relaciones de la sociedad actual. "Incluso en las amistades más competitivas, uno de los trofeos más apetecidos es quedarse con la pareja del otro", dice.

Bea comenzó a pololear con otro compañero de curso. Calalo también tuvo una novia durante ese lapso. Era tanta la confraternidad que salían todos juntos.

Hasta que lo patearon y Calalo acusó el golpe. Acto seguido, ella terminó con su novio y le ofreció lo que ninguna novia le había ofrecido antes; él creyó que podía resultar algo más que una amistad con ventaja y pololearon. Y se tuvo que comer todas sus palabras durante tres años.

Después de ese tiempo le propuso seguir siendo amigos; ella aceptó. Pero como tenían muchos amigos en común, terminaban asistiendo a las mismas fiestas. De hecho, en una él presentó a su novia nueva en sociedad y ella no halló nada mejor que emborracharse para olvidar las penas.

Aún con la resaca de la noche anterior, le dijo que todas las confidencias que le contaba le hacían daño y que no quería verlo más. Ahora casi no se hablan y, de paso, hicieron que el grupo de amigos se dividiera en dos bandos.

Del tipo "Melrose"

Hasta antes de tercero medio, las niñas preferían a los alumnos de los cursos mayores. Daphne también, con un aditivo: pololeaba con un universitario.

A Rubén le contaba todo sobre su pololeo. Eran compañeros desde sexto básico y en tercero medio se convirtieron en uña y mugre. Estaban en el mismo electivo, se sentaban juntos, conversaban el día entero.

"Un día, en una clase de física, el profe me empezó a molestar y otro compañero le dijo a Rubén que hiciera algo: él se paró, protestó y lo mandaron a inspectoría. Ahí lo empecé a mirar con otros ojos". Los del curso empezaron a molestar. Pero como Rubén era extremadamente tímido, negó cualquier interés.

"Al otro día le metí conversa y no me pescó; evitaba mirarme, pero como estaba pololeando no me importó tanto, pero después me arrepentí. Dejamos de conversar y de juntarnos, nuestra amistad se resintió".

Ahora no se ven. Al poco tiempo, él empezó a pololear con otra compañera de curso, que Daphne odiaba, "pero no por él, sino desde antes, porque yo sé que él me ama todavía. Las veces que nos encontramos me mira con cara de cordero degollado", dice muy segura.

Melissa terminó con Antonio después de dos años de intenso pololeo. Antonio tenía un grupo potente de amigos; entre ellos el más férreo era Iván, su primo en segundo grado, el compañero de mil correrías.

Después de terminar, la siguió llamando a diario durante los seis meses que duró su siguiente relación. Debido a la insistencia, Melissa decidió darle una segunda oportunidad. Entonces Antonio no encontró mejor idea que buscarle una compañía a su primo y le encargó la tarea a su recuperada polola.

Ella intentó buscarle una pareja durante dos meses; cuando sólo le quedaba una sola amiga que presentarle, decidió no juntarlos. Había comenzado a sentir algo por Iván.
"Yo creo que el asunto me hizo click cuando salimos los tres, nos sentamos en la mesa de un pub y el mozo le preguntó a Iván qué quería tomar. Él dijo: Una cerveza para mí y un pisco sour para ella. Esa seguridad de que me conocía más que Antonio me conquistó".

Ése fue el principio del fin de una amistad que se remontaba a la infancia. Hoy los eternos amigos ni se saludan. "Yo hablé con mi ex después de un tiempo y está en la parada de que sabe quiénes son sus reales amigos, que gente así no puede serlo".

Claro que el rencor se dirige exclusivamente hacia él. "Yo era la mina no más; un amigo es un amigo".

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