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Salir adelante a punta de esfuerzo

Le torcieron la mano al destino. Se dedicaron a hacer crecer sus propios negocios, pasando por alto prejuicios machistas y convirtiéndose en empresarias.

12 de Julio de 2007 | 10:22 |
Las mujeres chilenas tienen fama de emprendedoras, de ser las cabezas de familia y de no temerle a nada ni a nadie.

A continuación hay tres casos de mujeres que decidieron salir adelante y pusieron todos sus esfuerzos. Con una fuerte dosis de perseverancia estas señoras decidieron meterse en nichos tradicionalmente reservados para los hombres demostrando que ellas sí se la podían. Desde sus comunas locales en Calama, Santiago y Puerto Montt, ellas despegaron para expandirse por toda la región. En su camino arrastraron a sus familias hacia una vida más holgada en lo económico.

Ellas son Gladys Rodríguez, más conocida como "La Cuca", dueña de parrilladas y discotecas; Carmen Gómez, apodada la "Reina del radiador" y que cuenta con locales en tres regiones del país, y Jeanette de Lourdes Santana, una mujer que maneja exitosamente una línea de colectivos en Puerto Montt. Estas tres mujeres trabajadoras sobresalen y son un ejemplo de un destino que fueron capaces de cambiar.


Carmen Gómez: la clave es vender un servicio oportuno

En las regiones I y II le dicen la "reina del radiador". Carmen Gómez lleva toda una vida dedicada a solucionar los problemas mecánicos de camiones de grandes empresas productoras. Conoce de memoria esos enormes aparatos de cobre, que incluso llegan a medir más de 3 por 2,5 metros. "Con la Carmen Gómez se dice a una hora y así es. La gente confía en mí y ese es mi principal activo", dice esta mujer que trabaja de lunes a lunes y permanece conectada con su equipo 24 horas al día.

"Yo vendo un servicio y esa es mi prioridad. Soy una colaboradora estratégica que estoy ahí cuando el cliente me requiere, no se pueden perder horas máquina sin producir. Trabajo para ayer", afirma Carmen, una empresaria que recibe trabajos de todas las regiones, incluso desde Coihaique.
Nació hace 48 años en una familia de puras hermanas mujeres, y desde un principio ayudó a su padre en el negocio familiar. "Mi padre me entregó las herramientas para surgir en esto. Me dio su sabiduría, sentido de responsabilidad y me enseñó a entregarme para cumplir con lo que necesita cada uno de los clientes", asegura.

Al salir del liceo ella estudió contabilidad en Calama y su padre le regaló el taller, el cual funcionaba como una microempresa paralela a la estación de servicio familiar. Cuando su papá se murió, en 1991, eran seis personas las que trabajaban en Radiadores Gómez. Hoy de ese pequeño taller queda poco y los trabajadores asociados llegan a más de cien.

Carmen Gómez cuenta con locales en Calama, Pozo Almonte, Antofagasta, próximamente en la IV Región, y está a punto de terminar nuevas instalaciones en un terreno de 7 hectáreas en Antofagasta. "Tuve que demostrar en este medio machista que podía hacerlo, y bien. Mi papá me dijo que cuando él 'parara las chalas' quería que esto -el negocio- estuviera mejor. Y yo cumplí", señala.

Carmen Gómez actualmente mantiene contratos con Codelco Chuqui, Escondida, Coyahuasi y otras grandes empresas de todos los sectores. Radiadores Gómez factura cerca de dos mil millones de pesos al año y desde 1999 a la fecha han crecido en más de un 600%. Todo esto se debe al esfuerzo y sacrificio de una mujer que se autodefine como "cuatro por cuatro" y que sigue hablando del "taller" cuando se refiere a su empresa. Sus trabajadores son parte de su familia y con ellos despliega todo su instinto maternal.


Gladys González, la "Cuca": siempre en busca de más oportunidades

Trabaja 18 horas diarias y no resiste tomarse vacaciones. Hace planes por varias semanas y hasta ahora nunca ha logrado tomar más de dos semanas libres. Tiene varios locales, desde sus famosas parrilladas hasta colegios y hoteles, y trata de visitarlos todos a diario. Sus administradores no saben cuándo llegará esta mujer a supervisarlos, a ella le gusta la sorpresa.
"Trabajo porque no sé hacer otra cosa. Es lo que me gusta y me alegra", asegura Gladys González, la "Cuca".

Ella es dueña de tres discotecas Excalibur, de una Luxor (como una pirámide egipcia copiada de un recinto de Las Vegas) y de la Biker. También es dueña de tres colegios, de un motel, de un hotel, de un edificio universitario en Viña del Mar, de un bar y de varias otras cosas, además de sus famosas parrilladas "Donde La Cuca" en la Panamericana, Departamental y Viña del Mar.
La "Cuca" reconoce tener más de 15 locales repartidos en distintas áreas. Aunque no precisa cuánto gana mensualmente, reconoce que para sus gastos personales saca dos millones al mes de varios de sus locales. Le gusta vivir como siempre lo ha hecho, sin lujos, aunque sin escatimar a la hora de jugar en casinos, de Chile o el extranjero. Ese es su pasatiempo favorito.

Empezó a trabajar a los 8 años ayudando a su madre, que se había quedado sola con tres hijos. Desde Talca todos los días en la mañana contaba y metía en sacos pollos, gallinas, perdices y conejos y se los enviaba a su madre que los vendía en Santiago. "Yo era bien pilla y les castigaba los conejos chicos a los campesinos, no se los pagaba, pero igual los vendía en Santiago", confiesa divertida esta mujer que ya lleva cincuenta años trabajando.

La situación familiar cambió para mejor cuando su padre murió y se vinieron a Santiago. La "Cuca" empezó a ir al colegio, y su madre compró una carnicería en San Miguel. Desde un principio la "Cuca" se paró en el mostrador, aprendió a cortar carne y decidió salir en busca de clientes. Ella salía a ofrecerles los productos a los distintos restoranes del centro, pidiendo expresamente tratar con el dueño.

"Yo era bien parada a pesar de ser tan chica, y creo que al final me compraban por monada", asegura esta mujer que en el corto plazo se convirtió en una de las principales proveedoras de carne de los restaurantes del centro. "Yo les pedía que me probaran un tiempo y finalmente me convertí en la favorita. Llegué a venderle 100 kilos de posta diarios al Negro Bueno para sus churrascos".
Apoyo del gobierno de Chile
El año 2004 fueron 5.771 mujeres las que recibieron el apoyo de Fosis. Cada una obtuvo $600 mil que le sirvieron para establecer negocios propios. Un ejemplo, es un grupo de mujeres de Til Til que, emulando a Cleopatra, crearon un jabón de leche de cabra que planean exportar a varios países.
Las mujeres representan más del 70% de los favorecidos por este programa, cuyo objetivo es contribuir a que los chilenos mejoren sus condiciones de vida, desplegando en el proceso sus capacidades y utilizando todas sus potencialidades para salir de la pobreza. Bien por las mujeres que se la juegan.


Ahorró en una libreta y a los 14 años se compró su primera carnicería. Para obtener el permiso legal se comprometió con su madre a seguir trabajando para ella, a continuar los estudios y a obedecerle en todo. A los 15 tenía la segunda carnicería y a los veinte, cuando se casó con un profesor, ya era una empresaria. No aceptó socios ni tampoco ofertas de trabajo de quienes le fueron tendiendo manos en su camino. "Nunca he querido ser dependiente de alguien, me gusta la libertad y ser yo misma el capitán del barco", confiesa.

No se detiene nunca y está permanentemente buscando nuevos negocios. No para de imaginar y de cuestionarse qué necesitan sus clientes. Todas sus aventuras comerciales le han significado peleas con sus dos hijos y su ex marido. Ellos preferirirían verla más tranquila. "Si les hiciera caso, no tendría esto", dice señalando su local de parrilladas de Departamental que tiene capacidad para 2.500 personas, y que se llena los fines de semana.


Jeanette de Lourdes Santana: manejando hacia una vida mejor

Esta mujer chiquitita maneja una legión de 120 autos que recorren Puerto Montt.
Jeanette de Lourdes Santana (53) es la dueña de la línea 57 Mirasol de la X Región, pero, además de ser la dueña, es el contador, la secretaria y la del aseo. "He surgido porque detrás de todo estoy yo, si tuviera que pagarles el sueldo a otros no estaría acá", asegura esta mujer que empieza su jornada antes de las 6:30 horas. "Soy desde la que lava los baños hasta la gerenta".

"Yo siempre quise trabajar y salir adelante por mí misma. Por eso hay que arriesgarse, levantarse y seguir, porque mientras haya vida hay futuro", confiesa. Tiene dos hijos a quienes no descuida y trata de acompañar en todas las etapas de su vida. Ambos son buenos alumnos y su madre espera que vayan a la universidad."Yo salí adelante por puro empeño, quiero que mis niños tengan un título", asegura.

Cuando se le pregunta qué la hizo distinguirse del resto, ella contesta que fue la perseverancia. Estudió hasta segundo medio en un liceo comercial y desde siempre ayudó a su madre viuda a llevar adelante su negocio de venta de alcohol. "De mi madre aprendí a ser perseverante y a barajármelas solita", dice.

En su línea de colectivos busca preocuparse de cosas que otros empresarios transportistas pasan por alto. "Soy re pesada con los choferes, quiero conductores educados y que entreguen un servicio de primera calidad a los usuarios", confiesa.

Todos los días después de los turnos de día y de noche revisa los niveles de aceite, agua y neumáticos de sus autos propios (6 vehículos propios y el resto son afiliados a su línea). Antes de las ocho de la mañana va a dejar a sus niños al colegio y vuelve a su casa para preocuparse de todas las labores de una dueña de casa común. Más tarde cumple con sus obligaciones en la línea 5 y revisa recorridos y vehículos. Jeanette también vende y compra autos, y los "amonona" con su máquina de pintura.