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Una madre a la que le cortan la luz

13 de Enero de 2006 | 10:59 |
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A los 42 años, está iniciando una nueva etapa.

Se separó hace pocos años, proceso que fue doloroso, y hoy ha encontrado cierto equilibrio junto a sus tres hijos de 10 (su chochera), 17 y 18 años. Asegura que el hecho de que ellos estén más grandes no ha variado mayormente el panorama, porque siempre la han visto trabajar, incluido los viajes.

“Tienen que ser autosuficientes en la resolución de muchas cosas y creo… me lo han dicho, se sienten súper orgullosos de lo que ha pasado conmigo. Eso te da tranquilidad, y si bien es cierto que las mujeres somos bien culposas en muchos aspectos -y no creas que soy la excepción- cuando ves que tus hijos están bien uno dice bueno, no es tan malo”.

-Pero si hubiesen tenido menos de 10 años, ¿a lo mejor este paso no lo das?
“Ehhhhh. Yo creo que no. Hoy están más autovalentes, y si uno se transporta a esta empresa a lo que era 10 años atrás, el nivel de trabajo diario y en la calle era mucho mayor. Yo hoy puedo pasarme una mañana entera si venir para acá, pero sé que hay un equipo que está haciendo lo que corresponde. Antes estaba cien por ciento aquí”.

Patricia afirma que hoy su tiempo lo ha repartido y trata de no castigar el que le corresponde a ellos. “He castigado otras cosas, como la parte social; elijo muy bien las invitaciones que recibo y son muchísimas, pero afortunadamente en Asexma hay un directorio que es súper colaborador, entonces nos repartimos esa misión”.

-¿Asumir como jefa de hogar hace cuatro años qué significó?
“Uno se recarga. El pasar a tomar muchas decisiones sola, es una carga que hace que uno diga ayyy, por qué, pero bien. Es parte de lo que significa el proceso que es tremendamente doloroso, es fracasar en la decisión más importante de la vida que es casarse.
“Uno asume una empresa más, pero la casa es la empresa más importante, sin lugar a dudas” (entre risas).

-Hablas de castigar otras cosas, ¿cuáles?
“Lo que me tiene más complicada es haber tenido que disminuir las idas al gimnasio”.

-¿Pero eres de las que le gusta, o de las que lo hace movida por la razón?
“No, no es una cosa que disfrute a concho; lo que sí disfruto es salir del gimnasio bien, recargada y a veces llego en la noche a la casa y no me puedo quedar dormida hasta las 3 de la mañana y sé que si hubiese ido al gimnasio, eso no me habría pasado, porque me logro desenchufar mucho mejor. Eso es lo que me da mucha rabia”.

Está llena de proyectos, algunos de los cuales va a tener que postergar un tiempo. Entre ellos haber tenido que aplazar sus clases de idioma –“el inglés ha sido muy difícil para mí”-, pero el resultado ha sido bueno.

“Digo la próxima semana voy a tener más o menos todo manejado y las retomo (con una gran sonrisa)”, afirma.

-Parece que eres bien exigente contigo.
“Sí, soy exigente, pero me perdono”.

Y con esa naturalidad que la inunda cuenta una anécdota que grafica lo anterior: desde hace un año no ha logrado que Chilectra y el banco se coordinen para el PAC y cada cierto tiempo le cortan la luz de su casa, cosa que mucha gente no puede creer. Fue tanto, que el guardia de Blunding, se encarga de que eso ahora no ocurra, porque a veces llama la nana y dice señora, ya nos cortaron la luz y todos corren y sacan cheques (en medio de carcajadas).

“Esas cosas que pueden sonar a despelote, a veces, la gente no entiende que no tengo el tiempo suficiente para solucionar cosas tan estúpidas como es ésa”, declara.

-Significa, entonces, que has aprendido a soltar las cosas no importantes. Supongo que no te pierdes reunión de colegio.
“Me ha costado soltar, pero sí, he aprendido. Y lo peor es que si me la cortan no me importa (con una risilla de mala). Algunos me dicen cómo es posible que te pasen esas cosas, pero, bueno, me pasan.
“No me salto ninguna reunión, ni ir a ver a mi hija bailar. Este año suspendí un viaje Alemania, porque mi hijo tenía una de sus fiestas de graduación y no tuve ningún cargo en hacerlo”.

Cuenta que dentro de las cosas que no ha soltado es ir sagradamente a comprar al supermercado y no piensa dejar de hacerlo, porque su hija es la que hace la lista y van juntas.

“No lo quiero perder, no quiero que nadie me llene mi refrigerador”.