El censo de 2002 reveló una realidad indiscutible: en Chile hay casi 4 veces más viudas que viudos (358 mil versus 94 mil).
Sin embargo, este panorama -que lleva a muchos hombres a jamás plantearse el tema del duelo- ya está empezando a cambiar. Las expectativas de vida han mejorado para ambos géneros y la diferencia de edad entre los cónyuges que hoy bordean la tercera edad ya no es tan amplia como hace décadas. El pronóstico: cada vez habrá más hombres que enfrenten esta realidad.
Es cierto que nunca se está preparado para una pérdida dolorosa; sin embargo, todos los estudios demuestran que los maridos lo están aún menos (cuando el matrimonio ha sido bien avenido).
Un estudio hecho por la Universidad de Liverpool a un centenar de viudos arrojó que el 60% de los hombres y el 52% de las mujeres pensaba que "ellos" enfrentaban peor la viudez.
Además, diversas investigaciones ratifican que los hombres se enferman, se deprimen y mueren mucho más dentro del primer año de viudez que las mujeres, explica el doctor Juan Jerez, siquiatra y subdirector del Instituto Nacional Geriátrico.
Fuera de órbita
Por algo se habla de la viuda alegre y no del viudo alegre. "La relación de pareja da apoyo emocional, pertenencia, sentimientos de seguridad, de intimidad, nos hace sentir valorados y aceptados. Y como los hombres no desarrollamos en general otros vínculos, nos quedamos desvalidos, como huérfanos afectivamente", dice el médico.
Por otra parte, añade, al quedar viudo se pierde también un rol en la vida. Sobre todo cuando culturalmente se concibe que una mujer puede continuar sola y sin pareja, no así el hombre.
Eso, en parte, explica por qué los varones en todo el mundo tienen tasas mucho más altas de segundas nupcias después de enviudar.
Cómo no, si se quedan a menudo "suspendidos en la atmósfera", dice Susana Ifland, sicóloga y presidenta de la Sociedad Chilena de Psicología Clínica.
"Porque es la mujer la que lo ha contactado con sus hijos y nietos, la que se acuerda de los cumpleaños, la que arma los panoramas y se preocupa de visitar a los amigos. Entonces, de pronto se encuentran sin esta estructura, sin la red de apoyo", explica.
De hecho, el doctor Jerez reconoce que no son pocos los papás "que se conforman con tener relaciones más bien superficiales con sus hijos, en que se habla del tenis, del tiempo o de la noticia del día". Pero si estos sujetos no se conocen en el plano personal, será mucho más complejo acercarse en momentos de crisis, donde se pone a prueba la confianza.
"Uno se siente solo, dejado en medio del espacio", cuenta Benjamín Figueroa (80), quien, ad portas de cumplir 60 años, perdió a su mujer a causa de un cáncer. Los tres años de enfermedad le permitieron, no obstante, aprender a tomar el mando de la casa. "Le dije que se preocupara de su tratamiento y que yo me encargaba de la casa, de las compras, de entenderme con las nanas. Fue una práctica que me ayudó enormemente después que ella partió".
Y es que, para colmo de males, otro tema que dificulta el duelo de muchos hombres es el factor doméstico, ya que "en estas generaciones mayores más machistas, ellos no se sirven ni una taza de té", afirma el doctor Jerez.
Nadie a salvo
Por eso, dicen los especialistas, resulta primordial tener claro que nadie está a salvo de encontrarse de frente con la soledad.
Eso quizás motive a los hombres mayores a que desarrollen sus propios pasatiempos, a que no dependan tanto de su mujer para contactarse con la familia. De igual forma, a que se animen a explorar en la vida doméstica (conocer los electrodomésticos, aprender a cocinar, etc.), a que cultiven sus propias amistades y vayan desarrollando habilidades sociales.
Al cabo de 5 años, Benjamín se volvió a casar y tras otros 2 años enviudó de nuevo. "Después de esta segunda vez, ya empecé a notar que cuando algunos conocidos me invitaban a reuniones yo me excusaba, para no ir solo. Es cierto, nunca faltaron quienes quisieron presentarme a otras señoras viudas, pero no se pueden forzar las cosas". Está convencido de "que casarse por urgencia en la vejez tiene riesgos", como es unirse a alguien que puede ser muy buena gente, pero con quien no se es afín en gustos, formas de ser, nivel cultural, etc. "Y a esta edad, uno tiene mucho tiempo para estar juntos".
Por eso, prefirió esperar, pero nunca aislándose totalmente. El destino quiso que se reencontrara con una amiga de la juventud y sólo hace unos pocos años se volvió a casar: "El tiempo es lo más sanador que hay, uno no olvida, pero aprende a convivir con la pena. Aunque para ser sincero, un tercer duelo no lo resistiría".
Herramientas para salir adelante
Si se logró establecer un vínculo con alguien tan bello como su mujer es porque se tiene esa capacidad de relacionarse con otras personas. Pero no hay que esperar encontrar a alguien igual que su señora, cada ser es distinto y el corazón es muy grande como para poder albergar diferentes tipos de amor.
Cuando la pena y el profundo dolor dan paso con los años a un sentimiento constante de cansancio y falta de energías, puede que se esté frente a una depresión. Siempre se está a tiempo de pedir ayuda a la familia e, idealmente, a un profesional.
La capacidad de expresar emociones en los hombres está más reprimida, por lo que la familia debe darle espacio al viudo para que exteriorice esos sentimientos. No eviten las conversaciones, recordar en familia alivia el alma.
Ir al cementerio permite ir asumiendo la pérdida e incorporarla de a poco a la vida. Si se tiene otra pareja incluso se le puede pedir que lo acompañe, de manera de sentir que se sigue siendo fiel en el recuerdo. Se ha visto que quienes dialogan en silencio con sus cónyuges fallecidos encaran mejor el duelo.
