¿Qué le parecería si un ejecutivo le ofrece hacer una inversión cuya rentabilidad esperada es del 12% anual?
Nada de mal, ¿verdad? Sobre todo ahora que la bolsa ya no promete rentabilidades tan atractivas como en los últimos dos años.
No se trata de invertir en acciones ni bonos, sino en un instrumento menos convencional: el seguro de vida de otra persona, un negocio que nació en Estados Unidos hace 16 años.
El modo de operar es simple: el inversionista compra a través de alguna de las compañías de viáticos estadounidenses todos o parte de los beneficios del seguro de un enfermo terminal.
Así, el paciente puede adelantar el dinero que recibirían sus beneficarios tras su muerte.
| Repartiendo la torta |
Pongamos el ejemplo de un enfermo terminal que tiene una póliza de US$ 100.000 en una aseguradora norteamericana con buenas calificaciones, y cuya expectativa de vida es de tres años. Cuando decide venderla recibe US$ 50.000, es decir, la mitad de lo que recibirían sus beneficiarios tras su muerte. Por otro lado, el inversionista realiza un depósito por US$ 70.000, con lo que se le paga al paciente y a la compañía de viáticos. La empresa recibe US$ 20.000, lo que incluye el pago de primas de la póliza hasta su vencimiento y otros gastos como diagnósticos médicos y asesorías legales.
|
El monto total de la póliza llegará a manos del inversionista después de que el enfermo muera, lo que en este negocio se llama "maduración de la póliza de vida".
"Los retornos de inversión están relacionados con la expectativa de vida", dice Alejandra Niedbaski, agente de Lifeline Program en Chile.
Francisco García, ejecutivo de 30 años, es uno de los chilenos a los que se les ha ofrecido este producto. Le explicaron que podía elegir dentro de un plazo de inversión (entre 1 y 6 años) y le dieron la opción de saber más.
Le mostraron algunos casos reales, como J.G., de 61 años, que tenía una expectativa de vida de 18 meses por padecer el mal de Lou Gehrig (tipo de esclerosis), lo que le produce dificultades para tragar, hablar e incluso para mover los brazos.
O el caso de A.R., mujer de 71 años con Alzheimer, hipertensión y problemas gástricos.
A pesar de lo trágico que parezca, esta modalidad tiene beneficios tanto para el inversionista como también para el enfermo terminal.
Puede significar altos retornos para quien invierte, sobre todo si el enfermo se muere antes del tiempo estimado al momento de comprar la póliza y del diagnóstico.
Sin embargo, algunos consideran que hay incentivos perversos, porque el inversionista quiere conseguir su dinero lo antes posible.
Para el enfermo terminal también puede ser un "buen negocio", que le permite gastar el dinero en vida, costeando el tratamiento o cumpliendo algún sueño antes de su muerte.
Es más, asociaciones internacionales de enfermos de cáncer y sida lo recomiendan.
| Dos caras de una moneda |
Invertir en este producto puede generar un dilema ético. Buscando retornos, el inversionista puede llegar a desear que el otro muera cuanto antes para obtener el dinero. ¿Una película de terror? No, sólo negocios. Para otros, es darle "dignidad" a los enfermos terminales, entregarles la posibilidad de contar con más recursos al final de sus vidas y evitarles que sigan pagando costosas primas.
|
En Chile esta alternativa se ofrece a través de contactos y sin publicidad. Al ser un valor no registrado en la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS), no se puede hacer oferta pública de sus productos, aunque su venta no es algo ilegal.
Si uno quiere optar por esta alternativa de inversión, no es fácil contactarse con alguno de los agentes en Chile. Son ellos los que escogen a sus potenciales clientes y salen a visitarlos. Al llamarlos por teléfono hay algunos agentes abiertos a atender y dar información, mientras que hay otros que parecen nerviosos y preguntan insistentemente cómo llegaron a contactarlos.
El intendente de Valores de la SVS, Osvaldo Macías, explica que en Chile esta materia no está regulada por ley en forma específica y, por lo tanto, tampoco prohibida.
Macías comenta que la Superintendencia no ha recibido reclamos y por eso no ha sido necesario contar con una reglamentación inmediata, aunque no descarta que se haga un análisis y evaluación del tema en el futuro próximo.
Como existe y va a seguir existiendo la comercialización de este producto, sería bueno legislar al respecto, dice Enrique Araya, experto en seguros.
Los riesgos
Aunque económicamente puede resultar tentador, hay que tener en cuenta ciertos riesgos para el inversionista.
Uno de ellos es que el enfermo supere las expectativas de vida. De hecho, los avances en la medicina han llevado a que algunas enfermedades antes terminales, como el sida, sean hoy solamente consideradas crónicas.
| Montos |
La inversión mínima es de unos US$ 25.000.
|
Las enfermedades más cotizadas por los inversionistas "más sofisticados" son las cardíacas, por la mayor probabilidad de que se cumplan los pronósticos médicos. Del total de enfermos, sólo el 1% supera en más de dos años las expectativas de vida.
En Chile se suma otro riesgo debido a la ausencia de una legislación específica. En el caso de que exista algún problema, como que la compañía de seguros no quiera pagar, no se puede reclamar en Chile, sino en Estados Unidos, afirma Guillermo Rioseco, del Colegio de Corredores de Chile.
Eventualmente quizás la compañía ni siquiera existe. A la distancia se suman los altos honorarios de contratar un abogado en Estados Unidos.
Invertir de esta forma no deja indiferente a nadie. Algunos destacan lo positivo y lo ven como un negocio rentable que incluso tiene un "fin social", ya que se alivian las preocupaciones económicas de un enfermo terminal. Para otros, es como apostar por la muerte de otro.