Desde el 2000, Irene Heran Zack es la dueña de Induvet, la empresa que fundaron sus padres hace medio siglo y que se dedica a la confección de plumones.
Cuando se hizo cargo de la gestión, la empresa no estaba en su mejor momento. En período de crisis económica, con una voraz competencia de productos extranjeros, debía tomar decisiones que permitieran reflotar a la tradicional industria de plumones y almohadas de pluma de ganso. Trabajando codo a codo con su padre, hizo cambios drásticos: reestructuró personal, cerró algunos locales e inició un estricto control de costos y compras de insumos y materias primas. "El foco en ese momento era reducir al máximo para estabilizar la empresa, pero también necesitábamos dar respuesta a lo que el mercado estaba pidiendo, que era precio. Si bien mejoramos en ese aspecto, no podíamos olvidar que nuestros productos siempre se han caracterizado por su alta calidad".
Crearon entonces nuevas líneas de productos, como una de plumones más económicos; una línea de ropa de cama - con telas importadas especialmente desde España y Alemania- ; y otra de productos de cuidado de la salud. En estos años también han incorporado una de plumones light, especiales para el verano.
Hoy asegura que han logrado estabilidad, una producción más eficiente y un control de gastos más óptimo, además están retomando inversiones, exportaciones y proyectos de expansión. "Este año tenemos tranquilidad; si crezco un 15% cumplo mis expectativas. Tenemos buenos clientes y buenos proveedores. Siento que ahora nuestros cimientos están fuertes; ya no veo la debilidad". Según la temporada, producen diariamente un promedio de entre 500 y 100 almohadas y unos 100 plumones. Están remodelando locales y proyectan abrir nuevos. Venden al detalle en sus tiendas de Parque Arauco y Alto Las Condes, y al por mayor distribuyen en hoteles, clínicas y multitiendas. "Estamos intentando abrir nuevos mercados, lo que además se une con la coyuntura de que en los últimos años existe más conciencia de la importancia de dormir bien".
Trabajan con ella 45 personas, especialmente jefas de hogar. "Ser empresaria es un desafío y emprendimiento permanente, y en todos los ámbitos, no sólo en el producto y su venta, sino también es una tremenda responsabilidad frente a las personas que dependen de nosotros".
Cree que como empresaria se enfrenta al cambio constante, desde la competencia, la innovación tecnológica, pasando también por las crecientes exigencias de los consumidores. "Hay que estar abierta, ser flexible y no prejuiciarse. El cambio es tan rápido que exige estar alerta; si uno se descuida o decide solucionar la próxima semana un problema de hoy, puede ser tarde. Antes uno podía posponer alguna decisión, hoy simplemente es imposible, y eso, claro que es desgastador".
Ha aprendido perfeccionándose en administración, finanzas, marketing, "pero también he aprendido a porrazos". Dice que le ha ayudado su racionalidad. "Analizo las situaciones y cuando no estoy segura de algo, espero; y cuando estoy segura, peleo hasta el final. Un error puede costar demasiado caro".
