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“Es un mito que la prisión preventiva sea menos que antes”

La titular del 1er Juzgado de Garantía cree que quienes no han interactuado con el nuevo sistema penal no comprenden el cambio de paradigma que se dio y por eso asimilan que la prisión preventiva es el castigo. Ferviente demócrata cree que la gran reforma que falta es al Poder Judicial.

11 de Mayo de 2006 | 10:22 |
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Fueron puestos en la mira y se les acusó de mantener la famosa “puerta giratoria”, aquélla que permite a los delincuentes entrar y salir rápidamente de la cárcel cuando han cometido un atraco, vigente.

La discusión llegó a su más álgido nivel a fines del año pasado, cuando diversas autoridades los cuestionaron por la forma como dictan o no las prisiones preventivas. Pero la realidad de los hechos es que éstas han aumentado y Gendarmería ya ha expresado a los jueces su preocupación por el hacinamiento que se está produciendo.

María Francisca Zapata, jueza del 1er Juzgado de Garantía de Santiago, directora de la Asociación Nacional de Magistrado y jefa del capítulo jueces de garantía del gremio, enfrenta el vendaval con calma y se sujeta a la ley para explicar por qué a algunos les ha costado entender el nuevo proceso penal y se conmueven con las noticias que muestran a una nana en libertad pese a haber mechoneado a un niño con síndrome de Down, sin entender el trasfondo de lo que está en discusión.

Tiene una aproximación muy positiva a la puesta en marcha de la reforma en Santiago, considerando las aprensiones que había en torno a ella a partir de la magnitud del problema delictual a abordar. “Santiago se dio mucho más sencillo de lo que la mayoría esperaba; a cualquiera que le preguntes va a tener la sensación de bah, no era para tanto”.

-Sí, pero a partir de la puesta en marcha en Santiago es que surgieron las más fuertes críticas a la reforma.
“Se hicieron más visibles porque se hicieron en Santiago, donde los medios están más focalizados, pero ha habido un fenómeno ininterrumpido en todo el país muy similar al de la capital. Donde se instaló la reforma se produjo un bombazo de críticas en torno a cómo se iba implementando, hay como una reacción muy fuerte al cambio de paradigma; partió en Talca y pasó, partió en Temuco y ocurrió”.

-¿Crees que el chileno común ha logrado comprender de qué se trata este nuevo paradigma, que se es inocente hasta que se pruebe lo contrario? A lo mejor eso explica las críticas.
“La gente que se topa con el sistema comprende el cambio, pero para quien lo ve de afuera es difícil, empatiza con la víctima y con la sensibilidad propia del sistema inquisitivo, lo critica con los parámetros del sistema antiguo.
“Obviamente que el ciudadano decente empatiza con la víctima, nadie lo hace con el imputado porque es el malo de la película, y quien lo ve de afuera espera que al delincuente le pase lo que es su expectativa de acuerdo al sistema antiguo.
“Me atrevería a decir que la víctima, en el nuevo sistema, se siente más cómoda, más acogida, pero para eso hay que estar viviéndolo. Desde afuera se empatiza con una imagen y de alguna manera se tiende a pedir que el delincuente sea linchado en la plaza pública y eso se asocia más al sistema anterior”.

-¿Crees que a todos los actores involucrados les ha faltado explicar mejor de qué se trata la reforma? Falta un proceso de culturización.
“No es parte de nuestro rol, en forma sustantiva, cumplir esa función, pero al actuar en una audiencia pública, cuando se tiene la gente ahí, uno hace la labor de explicar porqué se toman las decisiones. Tengo dos opciones: decir que visto y considerando lo dicho por el señor fiscal resuelvo tal y me paro y me voy, o resolver explicando cada resolución y demorarme un poco más, tres veces más, hasta con preguntas y respuestas”.

Francisca Zapata narra que hace dos semanas le tocó resolver un caso donde el imputado era un universitario al que se le encontró pornografía infantil, unas 35 mil fotos de pornografía dura, “esa que miras y quedas traumada dos semanas”. La audiencia estaba llena, la sensación atmosférica era de que el sujeto había que quemarlo porque la pornografía es horrorosa y el fiscal pedía prisión preventiva. Pero la jueza tuvo presente que el delito se denomina “almacenamiento” en el Código Penal y su pena es de prisión mínima en su grado medio, por lo que técnicamente no correspondía la prisión preventiva.

“Uno tiene tres alternativas: no correr ningún riesgo desde el punto de vista personal para no aparecer en los diarios después jueza deja libre a pedófilo y basarte en ciertas normas que te permiten discrecionalidad; hacer bien tu trabajo y tomar la decisión adecuada en el caso particular, decirlo, irte y dejar a todos ¡plop! o también fallar, pero sumarle esa cosa educativa y explicar la decisión”.

-¿Consideras que los medios de comunicación, por la forma de informar, inducen al error? ¿O podrían hacer algo más para ayudar a entender esto?
“Prefiero verlo así, creo que los medios siempre podrían aportar algo más, pero tengo súper claro que el trabajo del periodista es muy distinto del mío, tienen distintos objetos, intereses, cada medio tiene su línea editorial y sabe qué enfatizar y qué no. La verdad, es que ni siquiera critico muy duramente al periodista que no es capaz de poner técnicamente bien los temas. Claro, podrá molestar más o menos un tratamiento sensacionalista, más o menos respetuoso, pero así es como se gana o no el prestigio un medio de comunicación”.

-¿Es éste el fondo de la crítica de que los jueces de garantía han sido permisivos con las libertades?
“No creo que hayamos sido permisivos. Hay un abismo entre lo que es la realidad, la verdad en los temas de prisión preventiva y el mito que califica a los jueces de demasiado garantistas. La realidad es que existe un oficio de Gendarmería donde se piden una serie de acciones debido al hacinamiento que se está produciendo, o sea, ha aumentado la gente presa en niveles estratosféricos. Es increíble la cantidad de gente en prisión preventiva, es un mito que la prisión preventiva sea menos que antes”.

-¿O sea, no hay una puerta giratoria?
“Absolutamente no. Cuando esto estaba en crisis me entrevistaron y alguien me puso como titular “hay demasiada gente en prisión preventiva”. Lo dije y me llamó todo Chile para decirme que como era posible que dijera eso, pero lo sostengo responsablemente. Hay una presión ambiental que hace que el juez sea más proclive a dictar la prisión preventiva que la libertad y todo lo que se dice en contra es mito.
“Lo que digo es efectivo, cuando hago la visita de cárcel me demoro dos días porque no me alcanza el tiempo, porque pasan y pasan los presos”.

-¿La prisión preventiva no es la solución del problema?
“Pero por supuesto que no. Cuando un sujeto comete un delito hay una sensación natural de que debe ir a la cárcel, pero esa sensación no se asocia a la prisión preventiva como herramienta procesal, sino que con la necesidad del castigo. El pensamiento de que lo lleven preso tiene que ver con el castigo, con que uno necesita que lo lleven preso, pero no se está razonando que la prisión preventiva tiene que ver con asegurar los fines del proceso que son que se presente en el juicio, que no se fugue. Si al terminar el proceso, el sujeto es declarado inocente y se le tuvo en prisión preventiva eso significa lisa y llanamente que el Estado tuvo a alguien privado de su libertad, derecho garantizado en la Constitución, sin mayor base.
“Eso es lo que tiene que considerar el juez. Debe hacer un análisis de plausibilidad en torno al castigo, pero también tiene que hacer un análisis en torno a la necesidad de la prisión preventiva. Ahí está el problema, el sistema antiguo no discriminaba en torno al tema y el actual sí lo hace”.

-Los jueces no son infalibles. ¿Cómo se evita el error?
“Sin duda no lo son (infalibles). Nadie puede evitar el error, podemos aminorar los riesgos con la mejor capacitación posible porque esto es un trabajo técnico. Esto es como los médicos y aún el mejor se equivoca”.

-Algunos han planteado emprender una reforma de la reforma.
“Hoy no me parece extraordinariamente urgente ninguna reforma. De hecho ya hubo una sobre prisión preventiva, se endureció el régimen y ¿cambió algo? La verdad es que no lo creo, porque las jueces nunca han sido blandos con ella.
“Hay que darle tiempo a la reforma. Hay encuestas de satisfacción de usuarios a nivel de Fiscalía y han sido positivas, pero tienen que ver con los que están dentro del sistema y tiene que ver con sus expectativas”.

La jueza no puede dejar de mencionar que “es un despropósito” presentar una noticia donde un padre grita furibundo porque no fue sometida a prisión preventiva la empleada doméstica que golpeo a su hijo sin explicar el porqué. Afirma que a nadie le gusta que se le pegue a un niño y que ella en el lugar de cualquier madre “gritaría y patearía”, pero el juez no tenía otra opción porque el tipo de lesiones no ameritaba la prisión. “No hay ninguna proporción, en muchas ocasiones se genera una sensibilidad, un ambiente en contra de la decisión de los jueces. Me acuerdo el caso del médico ecuatoriano que quedó en libertad; bueno, todas las causas de negligencia médica en el sistema antiguo nunca ameritaron prisión preventiva”.

-La reforma comprende una serie de tecnicismos nuevos que se deben cumplir para validar un proceso. ¿Cómo enfrentas a una víctima que ve que su caso se derrumba porque se cometió un error en alguno de esos pasos?
“Me enfrento de la única manera posible, como profesional, porque si lo hago desde el punto de vista humano, probablemente empatice con la víctima y me tendría que poner a llorar”.

-¿Te duele la guata cuando tienes que dejar libre a una persona que sabes que es culpable, pero que se salvó porque alguien cometió un error en el procedimiento?
“No, no, porque uno se focaliza mucho y cada vez que un juez, en virtud de su rol de protección de garantía, deja afuera una prueba o dicta una resolución que pareciera va a frustrar esa investigación, la sociedad civil debiera estar feliz porque significa que efectivamente ese sujeto (el juez) al que le están pagando para que sirva de barrera en contra de los abusos en contra de los ciudadanos, está cumpliendo su papel.
“Esto es pensamiento abstracto y resulta difícil para la gente, pero en el fondo de las cosas, esa víctima que ve frustrada su interés a lo mejor nunca lo va a lograr comprender y aceptar, pero yo no le pido que lo haga, pero sí deben hacerlo los que están afuera porque esto tiene que ver con qué valores estamos comprometidos como sociedad a defender.
“De alguna manera siento que los jueces son los guardianes de las promesas constitucionales. Ahí está un enunciado de derechos que una sociedad toma como valores ético-politicos a defender para ser República. Cuando yo me siento en el estrado mi rol es ser guardián de esos valores, de manera que si al tomar una resolución frustro un procedimiento policial, lo voy a hacer y lo voy a hacer muy contenta porque estoy cumpliendo con mi rol”.

-¿Crees que los chilenos estaban preparado para esta reforma? ¿Que tenía una conciencia profunda de lo que significa resguardar los derechos consagrados en la Constitución como la libertad?
“A lo mejor otra persona lo puede contestar con más precisión, pero desde mi punto de vista creo que los chilenos salimos, en los ´90, de un régimen donde hubo mucho sufrimiento porque precisamente no hubo guardianes efectivos de las promesas constitucionales. Si los hubiese habido, tal vez hoy no lloraríamos las tremendas pérdidas que sufren muchos. Si este país quiso en un determinado momento, a través de un respuesta a una pregunta que se formuló (el plebiscito de 1989) transformar ese sistema hacia uno que sí protegiera efectivamente a las personas en tanto integridad física, libertad, bueno, se supone que tenemos que actuar en consecuencia.
“La decisión la tomó este país en su momento, quiso ser República democrática y si quiso ser eso de verdad, ese concepto implica un respeto irrestricto a los derechos fundamentales y en el proceso penal es donde más se arriesga la esencia de esos derechos. Los que contestaron en serio esa pregunta, tienen que cada día dar cuenta de eso”.

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