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“La alegría no llegó al Poder Judicial”

15 de Marzo de 2006 | 14:06 |
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Partió estudiando derecho en la Universidad Católica de Valparaíso, pero terminó en la Chile de Santiago, de la que egresó en 1992. Ahí conoció a varios jueces profesores con los cuales más tarde se cruzó en los pasillos de tribunales.

Tomar el camino de las leyes para Francisca fue una decisión fácil, aunque dudó si su vocación iba más por la psicología en vez del derecho. “De chica me gustaba mucho el cuento de tomar decisiones justas; suena como cursi, pero siempre me ha resultado como fácil tener una opinión de lo que me parece más justo, la respuesta más adecuada”.

Hizo su práctica en la Corporación de Asistencia Judicial y después fue abogado civilista en el INP. Aunque quería ser jueza, eso le era algo lejano hasta que a comienzos de los ´90 se creó la Academia Judicial y se estableció que, para seguir esa carrera, había que tener méritos.

Fue relatora de la Corte de Apelaciones, puesto que dejó para irse de secretaria de un juzgado del Crimen y más tarde, como jueza de garantía en Vicuña.

-Tu decisión de dejar la relatoría sorprendió al juez Juan Guzmán.
“Es que ésa era la forma de partir con algo más de tiempo para poder hacer un postgrado (obtuvo después un diplomado de la Diego Portales en Litigación y Aspectos Dogmáticos del Nuevo Proceso Penal y otro en la UC del Norte sobre Docencia Jurídica). El relator que hace ese camino llega a la Corte Suprema y después vuelve de ministro y así hace una carrera rápida; yo estaba en el sistema cuando decidí irme, pero lo que pasa es que quería prepararme para la reforma”.

-¿Qué significado tiene en lo personal ser parte de este proceso?
“Es que tiene que ver con el cómo uno valora ciertos aspectos. Yo soy muy demócrata y ésa es una palabra grande; tiene que ver aspiraciones de igualdad, no sólo en derecho, sino que ojalá en igualdad social. A mí me sensibiliza mucho está área, me enfrento todos los días con gente y siento que tengo la oportunidad de participar de un proceso en el cual se le reconocen derechos que nunca y en ninguna otra parte se le han reconocido.
“Disfruto enormemente cuando tengo la posibilidad de tratar a una persona, en mi audiencia, como ser humano, a una persona que por su marginalidad, por la pobreza extrema y falta de oportunidades, de ordinario las instituciones lo menosprecian o simplemente lo ignoran. Eso me fortalece el espíritu”.

Cuenta una serie de anécdotas en las cuales quienes son presentados al tribunal no pueden creer que una persona, desde un estrado, le pregunte si está consciente de cuáles son sus opciones procesales. “Una vez tuve un señor que no paraba de reírse, no porque fuera loco, sino porque por primera vez en su vida, institucionalmente, se le trataba como persona”.

Además de su trabajo en el 1er Juzgado de Garantía reparte su tiempo entre las clases en las universidades Andrés Bello y Central y la Asociación Nacional de Magistrados, donde asumió como directora en 2005 y en la cual está a cargo del departamento de Jueces de Garantía.

-¿Qué te llevó por el camino gremial?
“Me llevo por ese camino el considerar que el asociacionismo judicial es un agente de cambio. ¿Y qué cambio dirás tú? Bueno, el cambio en la forma de administrar justicia -no sólo desde el punto de vista sustantivo, porque eso está en las leyes- sino que desde el punto de vista cultural, del actor juez.
“En este país hay mucho, pero mucho que hacer en relación a la independencia de los jueces. Este es un tema súper delicado, central. Mi postulación en esto es que la alegría no llegó al Poder Judicial; la democracia llegó, en general, a las instituciones, se reformularon muchos servicios, pero si te fijas el Poder Judicial se mantuvo salvo en dos variantes, el nombramiento de los miembros de la Corte Suprema y la Academia Judicial… pero faltó.

-Con lo que sostienes tendría que decirte que si es ésta la Corte Suprema que tiene que resolver tu futuro, tu carrera llegó hasta aquí.
“Si poh, de eso estamos hablando, ¿Por qué tienes esa impresión? ¿Por qué tu impresión fue esta chiquilla está fregada?”

-Los que están arriba, pareciera que no les gusta escuchar mucho las críticas.
“Cierto. Si en un sistema cualquiera –limpiando un poco el discurso para que no me vayan a echar- tú, ciudadana, adviertes que tus jueces deben estar muy atentos a lo que dicen y en torno a cómo resuelven si quieren ascender, ¿dirías que esos jueces son independientes y capaces de aplicar estrictamente la ley a cada caso en particular? No, no es verdad.
“Si tú, ciudadana, el día de mañana te tienes que sentar frente a un juez que va a decidir sobre tu vida, tu libertad, y tienes la impresión que ese juez, al momento de resolver puede estar, eventualmente, pensando qué es lo que más le conviene desde el punto de vista de su carrera, ¿cómo te sentirías como ciudadana? ¿te sentirías segura?

-¿Ésta es la gran reforma que falta?
“Ésta es, a eso me refiero cuando digo que la alegría no llego al poder Judicial”.

Asegura que el cambio se va a producir cuando la clase política se haga cargo del tema y emprenda un proceso legislativo de rediseño del Poder Judicial que asegure la independencia de jueces, “cosa que hoy día no existe”, y otro, es el trabajo que se debe hacer desde el gremio para generar un cambio cultural interno en orden a construir ese espacio de independencia.

“Afortunadamente el derecho a la asociación ha sido respetado tradicionalmente en el Poder Judicial, con algunas excepciones, y por lo tanto, vamos a trabajar. Estamos en pañales desde el punto de vista del asociacionismo chileno, hay mucho que hacer, pero en eso estamos”, concluye.