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"Es mucho mejor, sin miedo y sin fantasmas"

20 de Marzo de 2006 | 10:03 |
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Si bien expresa sus ideas con mucha fuerza y gran claridad, parece ser más bien tímido; sin embargo, no es eso, sino que siempre ha sido extremadamente regalón, porque es el menor de 5 hermanos "y concho". Tal vez por eso, también, tiene una autoestima a toda prueba, pero que no se demuestra con soberbia ni atropellos, sino más bien, con humildad.

Marcelo Trivelli nació el 9 de agosto de 1954. Tiene 51 años, pero no se le notan a pesar de las canas; es un hombre alto y atlético, de una profunda mirada, y que habla de frente, mirando a los ojos, sin esquivar pregunta.

Sus primeros años de colegio fueron en el Alemán de Santiago, luego se fue dos a Estados Unidos por trabajo de su padre y, al volver, ingresó al Saint George, donde estudió el resto de su vida escolar. Al salir, optó por ingeniería civil en la Universidad de Chile y después hizo MBA en la Universidad de California, en Berkeley .

-Ahí fue donde Andrea trabajó de nana mientras estudiabas.
"Así es. Ahí la Andy trabajó de nana".

-¡Se la ha jugado por ti!
"Si poh, mucho; nos la hemos jugado recíprocamente y eso ha sido un buen antídoto para que el matrimonio se conserve tantos años".

-Veintiocho.
"Sí y no es gratis".

-O sea, el matrimonio ha sido tu empresa más larga ¿Cómo se construyen 28 años de matrimonio?
"Todos los días. Y el día que no se construye o no se trabaja para la pareja, es el germen de la crisis. Nosotros también hemos pasado por épocas difíciles".

-¿Cómo cuando Andrea volvió a trabajar remuneradamente?
"Te diría que las crisis que hemos tenido tienen que ver con ese tipo de situaciones de vida. Uno, cuando nacieron los hijos, los tres fueron muy seguidos; la segunda, es cuando ella empieza a trabajar a tiempo completo, porque cambian los esquemas. Pasas de tener una señora cuya preocupación fundamental es la casa, la familia y el marido, a una mujer en que… (se pone colorado) ¡tú ya no eres lo más importante".

-Ahí se nota lo regalón del concho.
"¡Claro! Son etapas difíciles. Si a eso le agregas que por intensidad, por curiosidad, pasa fuera de la casa igual tiempo que tú, parte el germen de la crisis, si no eres capaz de adaptarte a esa nueva situación".

-¿Ayudas en la casa?
(Se ríe) "No, yo soy el dueño de casa. A ver, compartimos mucho. Yo dispongo lo que comemos; cuando hay que cocinar, generalmente cocino yo; compartimos el lavado de los platos; hago la cama, porque la Andy tiene problemas de espalda. No, en eso soy…"

-¡El marido ideal!
"Compartimos".

Sus hijos tienen 26, 24 y 22 años. La mayor, Fernanda, es socióloga y trabaja con él; el segundo, Javier, termina este año ingeniería en recursos naturales renovables, y el tercero, Damián, se titula de sociólogo a fines de año.

-¿Verdad que eres muy romántico? ¿Cuál fue la sorpresa del día de los enamorados que no quisiste comentar con los medios?
"Fue muy divertido, porque me afeité y me dejé unos bigotes a lo Clarke Gable, me peiné con gomina pa' atrás… ¡Nos reímos harto, fue una humorada!"

Le encanta la vida al aire libre, así que después de un par de años, renovó su hobbie de tener un invernadero y una chacra en su casa de Lo Barnechea. Además colecciona fósiles marinos desde niño, cuando encontró uno en Maitencillo. "Más que buscador, los compro en lugares autorizados. Ahora, es una colección chiquitita, como 60 piezas. Es, más bien, un tema de sentimientos", cuenta.

-¿De sentimientos?
"Sí y tiene dos dimensiones: entender que uno en este planeta no es nada; entonces, los que se creen el cuento de importantes es cosa de mirar un fósil y decir esto estuvo hace 150 millones de años y lo que uno dura es un suspiro no más y en 50 años nadie se va a acordar de ti, con suerte, en 10.
"Lo otro es que, como otros traen postales o cucharitas de recuerdo de algún lugar, yo compro fósiles".

A Marcelo le gusta el deporte: trota, esquía, juega algo de tenis; dejó el fútbol de cancha grande, pero juega con sus hermanos, hijos y sobrinos baby fútbol. También lee harto, novela, ensayo, historia y le gusta la música de los '70 y '80. "Música más bien apacible, me gustan las mujeres que cantan".

El veraneo puro, como dice él, es en Maitencillo: "Naturaleza, leer, conversar, comer y dormir… ésas son las vacaciones ideales".

-¿Cómo es la vida de pareja después de que los hijos crecen?
"Ahhh ¡riquísima!, la verdad es que es un descubrimiento maravilloso. Es casi como cuando estábamos pololeando, nada más que ahora no le tenís miedo a nada, ni al embarazo, ni a los suegros, ni a los papás, ni a nada (se ríe a carcajadas). Es mucho mejor, sin miedo y sin fantasmas".

-¿Te consideras buenmozo?
"Me la estoy empezando a creer. A ver, por la altura llamo un poco la atención; el pelo blanco, también. Pero tiene que ver con lo que conversábamos antes, lo del diálogo con la gente. Antes de ser intendente, nadie me decía nada… nunca me tiraron un piropo. Hoy, la gente me sube el ego. Pero va más allá de la apariencia física".

-¿Te molestan por la voz?
"Un poco pitúa –se ríe-. De repente algunas tallas, pero hay que reírse, no más. Cuando García Huidobro me imitaba en la Red, era buenísimo. Uno tiene que reírse, no más".

-¿Vicio privado o placer culpable?
"Primero te digo que no tengo sentimientos de culpa, los tuve por muchos años. Hoy por hoy, lo que más busco, lo que más me encanta, es un fin de semana en Maitencillo, con la Andy, SOLOS (lo recalca). Y lo pasamos fantástico".

-¡Te brillan los ojos!
"¡Qué bueno!"