Se imagina hoy, quizás a 20 años, haciendo su discurso de despedida en el trabajo porque se ha acogido a jubilación.
Bueno, a lo mejor ése es el ejercicio perfecto para descubrir cuál es el estado de su calidad de vida y el inicio de un camino que puede ayudarlo a resolver los problemas que enfrenta en el manejo de su tiempo.
La vorágine actual pareciera que nos arrastra sin ninguna posibilidad de impedirlo hacia el estrés permanente y a una lucha constante por buscar la conciliación entre el trabajo y la familia. Por suerte hay, cada vez con mayor fuerza, conciencia de que algo está mal y se debe actuar para remediarlo.
El psicólogo belga Steven Poelmans cree a pie juntillas que al final de este camino hay una luz, es decir, se puede actuar e impedir que el tiempo se convierta en una fiera imposible de domar.
Invitado por la Fundación Chile Unido y el Banco Security, el académico del Centro Internacional de Familia y Trabajo del Business School de la Universidad de Navarra se mostró optimista por el hecho de que las nuevas generaciones tienen presente este concepto, mejor calidad de vida, y están dispuestos a ganar menos dinero o no ascender si ello los afectara en su proyecto de vida global.
Aun así, no dejó de recordar que todavía muchos sienten que cada segundo que pasan en el trabajo se lo están quitando a su familia y vida personal y de ahí que planteó la necesidad de buscar una salida al conflicto que inevitablemente se va a generar.
Las organizaciones –aseguró- buscan un tipo de flexibilidad que no tiene nada que ver con el concepto que tiene el individuo. Ellos quieren disponibilidad y movilidad y el trabajador quiere un cambio en los valores que le permita tener una mayor calidad de vida y una mayor proximidad a la familia.
Así las cosas, cuando el trabajo se desborda e inunda el ámbito familiar el resultado es tener menor calidad de vida y también menos tiempo de calidad.
Por ello es necesario actuar y aplicarse en lo que el denomina “gestión del tiempo”, un concepto muy distinto al imperante hoy donde se trata de organizar todas las actividades en la agenda diaria, sin lograr hacerlas calzar.
Para Poelmans, la gestión del tiempo debe tener como base la definición del sentido de la vida personal y a partir de ello, estructurar las acciones y los detalles.
“Tiempo de calidad es optimizar en términos de eficiencia, pero también de felicidad. Y optimizar es un verbo, un estar siempre en búsqueda continua”, dijo.
Para conseguir lo anterior se deben establecer propósitos, objetivos y prioridades en la vida, lo que significa poner límites. Señaló que uno debe hacer una lista de las cosas que considera importante hacer y no sobrecargarla con actividades que sólo obedecen a la ambición, a esa necesidad de hacer muchas cosas.
En este proceso se deben crear las condiciones que permitan descubrir ese propósito y entre ellas está aislarse para que en un diálogo interno, de silencio existencial se puedan encontrar las respuestas; buscar el momento adecuado e inspirarse en la naturaleza.
Poelmans aseguró que cada persona tiene una semilla, un potencial, y hay que pensar si se está utilizando bien o no. De ahí que para descubrir ese propósito de vida se debe hacer una visualización del futuro y qué mejor ejercicio que redactar el discurso del día en que uno se jubila.
Para tener calidad de tiempo, a su juicio, hay que enfocarse en situaciones y lograr desconectarse; también se debe tener un plan a largo plazo –ese propósito de vida- que pueda ser modificado; asimismo, hay que permitir “el flujo” de una actividad a otra de manera de combatir el estrés; y por último, tener esperanza y dar sentido a las experiencias difíciles, es decir, darle un lugar al sufrimiento.
El psicólogo organizacional advirtió que muchos son los “ladrones” del tiempo de calidad; entre ellos los hábitos, las cosas adictivas y aquellas que tienen una legitimidad aparente. Y acentuó que no se debe olvidar que por su naturaleza el tiempo de calidad es frágil, delicado y se le debe proteger.
En este defensa por un tiempo de calidad, postuló generar barreras como establecer acuerdos y compromisos inquebrantables, dejarse un tiempo privado, establecer un entorno adecuado y ser en su momento invisible, estar “off line”. También funciona como autodefensa saber decir no.
Como conclusión, Poelmans sostuvo que para crear tiempo de calidad con y para los otros hay que enfocarse, dirigir la energía, tener empatía, comunicar y aprender.