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De vuelta a lo natural; adiós silicona grotesca

A pesar del éxito que ha logrado en distintos escenarios latinoamericanos y de los muchos salones de belleza que tiene en su país y en otros del continente, el estilista dice que su trabajo continúa con la misma intensidad de cuando tenía 16 años, barría una peluquería en la capital trasandina y soñaba con alcanzar la notoriedad.

04 de Julio de 2006 | 09:21 |
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Por unas horas en Chile, vino a firmar un contrato que establece nuestro país como la plataforma desde la que se comercializarán sus productos y franquicias para Latinoamérica.

Está alojado en el Hyatt, en la misma habitación que ocupa cada vez que viene. Ya desde la puerta se avizora esa especie de "corte" que rodea a Roberto Giordano. Es una pieza grande, con un escritorio antiguo, alrededor del que conversan tres o cuatro personas en medio de nubes de cigarrillo; la entrevista se desarrolla en el living y, en la terraza, muy amplia y con grandes jardines, conversan su hijo Luciano y su socio en Chile, Renato Papiccio. Todo lo observa desde la puerta, un apuesto y joven guardaespaldas.

Sin embargo, Giordano baja sus decibeles en privado; no es ese hombre tremendamente expresivo –a ratos cansador- que anima sus desfiles de moda. Es más bien pausado, con gran labia y gesticulador (como todo buen descendiente de italiano y argentino, más encima); orgulloso de sus éxitos, de su trabajo, pero, por sobre todo, de sus orígenes.

-¿Cómo te inicias en este mundo de belleza y farándula?
"Fue muy especial, porque desde muy chico tuve la necesidad de estudiar y me encantaban las manualidades, todos los trabajos prácticos. Me resultaba fácil hacer todo lo que fuera con las manos, cuando iba a la primaria.
"Indudablemente, nada es casual; todo es causa y efecto… cuando estaba en el secundario, la madre de un amigo de mi hermano tenía un salón de belleza en Buenos Aires y quería que la ayudásemos. Yo tenía 16 años, fui a ayudar y ahí me quedé; me quedé barriendo la peluquería".

-¿?
"Sí, me quedé como asistente y seguí estudiando paralelamente. Fui conociendo más, me apasionó mucho y me quedé trabajando en ese lugar. Después de un ciclo de cuatro años, instalamos una peluquería muy chiquita con un compañero de trabajo".

-¡Aprendiste mirando!
"Y… bueno, con mucho esfuerzo. Me quedaba de noche a hacer pelucas, pestañas postizas, todo lo que se usaba en el mundo. Me fui a París con los mismos dineros que gané; me capacité allá y todo lo que ganaba lo invertía en mi profesión.
"En los setentas puse un aviso para una 'posticera' y, viéndola a ella hacer pelucas, aprendimos".

-¿Es cierto que tus primeras clientes fueron las modelos?
"Y… claro, venían porque les hacíamos las pestañas especialmente a medida, las cortábamos para cada ojo y así empezó a venir gente notoria y fuimos creciendo".

Tenía 20 años y, según recuerda, trabajaba sin parar hasta las tres o cuatro de la mañana. Al cumplir 21, su socio se arrepintió de seguir con el negocio y "mi madre empeñó unas alhajas, mis hermanos me prestaron dinero y escrituré la primera peluquería".

Después vino un salón más grande y el llamado de la televisión: "Me convocaron de distintos programas para hacer los peinados".

-También Mirtha Legrand, la famosa conductora.
"Sí a ella, que ya era muy famosa, le gustaba mucho lo que hacía yo con mis colaboradores. Así empecé".

Los salones de belleza siguieron creciendo. Inauguró varios en distintos shoppings de Buenos Aires, hasta que en 1978 estrenó una peluquería de tres pisos, muy grande para esa época.

-¿Tú seguías trabajando en ellos?
"Sí, era una salón muy bello, estilo francés y yo me quedaba hasta cerca de la una de la mañana cortando el pelo. Doce o trece horas sin parar".

-¿También seguías yendo a la televisión?
"Sí, sí, iba a la televisión; viajaba a peinar a las artistas famosas al mediodía y volvía al salón. Después me dijeron que hiciera teatro, que peinara a las actrices y dije que no, que mi profesión no la dejaba; así que sólo iba a peinar a Mirtha Legrand, en su programa de almuerzo.
"Volvía a trabajar de sol a sol, sin parar. Esa actitud positiva, de siempre ir por más, la tengo hasta hoy. Siempre innovar, innovar, innovar… es la misma forma en que trabajo hasta ahora. Yo digo que todos los días vuelvo a empezar".

-¿Cuándo empieza el crecimiento explosivo de Giordano?
"En la década del '90, cuando comienza la estabilidad del país, comienza la etapa Menem en la Argentina. Entonces, me pude desarrollar en mi patria y fuera de ella.
"Cavallo copia el modelo chileno y hace de un país sin posibilidad de crecimiento, una patria muy pujante, en la que se desarrollaron todas empresas fuertemente y, las que no pudieron, bueno, se murieron. Indudablemente fue un momento maravilloso, porque había respaldo y seguridad jurídica".

Cuenta que en ese momento hizo inversiones muy fuertes, que se pudieron pagar totalmente y dentro de los plazos.

-¿Te asociaste con más gente?
"No. Solo, solo, con mi propio capital. Recién en 2002 vine a Chile a asociarme, pero siempre bajo riesgo mío… 500 empleados, 20 salones, desarrollo en cada provincia, en cada lugar. Iba a Brasil a trabajar, pero fundamentalmente fui haciendo desfiles en Francia, en Italia…"

-¿Cómo se te ocurrió lo de los desfiles?
"Nada es casual. Hace más de 20 años, una diseñadora muy amiga mía no encontraba peluquero, porque ella colocaba sombreros a su colección. Yo le dije que me parecía bárbaro que pusiera sombreros y que iba a hacer un peinado para cada modelo, de tal forma que cuando se los quitaran, quedaran peinadas. Esa misma mujer quiso que participara con ella en la organización de los desfiles y… bueno, participé. Creé esa mística de que el peluquero tiene que estar asociado a la moda, porque la mujer no puede caminar con la cabeza sola (se ríe). La estética femenina es todo: los zapatos, la ropa, la bijou, el maquillaje… todo".

Así fue como fue llamando a los expertos de cada área y partió con los desfiles tal como los conocemos hoy.

El primero fue en la Torre Eiffel: "Alquilé el segundo piso de la torre, llevé periodistas de distintos países y lo hice con modelos francesas, latinoamericanas, todo".

-¿El marketing de todo esto también fue idea tuya?
"Todo, todo. Llamé a todos los pintores latinoamericanos, a mis amigos modistos y peluqueros franceses, a diseñadores y, bueno, la idea era hacer algo en conjunto y fue como un festival".

Después siguió el de Punta del Este, en Uruguay, con modelos de Cardin y argentinas. "Gente de alta alcurnia que vivía en Francia y eran modelos, vinieron, porque yo las peinaba y me introdujeron en Europa".

Al principio, todos colaboraban en el financiamiento, los diseñadores, sus amigos empresarios, gente del lugar del desfile. Después los auspicios fueron creciendo, entró la televisión y, como él dice, "fue una cosa que fue de menor a mayor".

Actualmente tiene un programa de media hora todos los sábados en televisión satelital, en el canal Plus y en la señal abierta de Uruguay, todas las tardes. En Argentina, sólo hace especiales. "Que hoy, después de 20 años, todavía son récord de audiencia. Incluso le ganamos al estreno de una película de Stallone, porque siempre generamos una expectativa diferente… este año fue lo natural, todo natural".

-Cambiaste un poquito.
(Se ríe) "Antes la gente quería ver lo pulposo y lo artificial, pero este año fue lo natural".

-Si pudieras dar una receta de tu éxito ¿a qué se lo atribuirías?
"Pienso que el éxito es algo intangible, que no se puede tocar. Yo, el éxito, lo busco, no lo estoy agarrando. Siempre digo que soy amigo de la notoriedad, de que trasciendan las cosas, todos los días; entonces, hay que retroalimentar la popularidad.
"Es algo que no se puede agarrar. El que dice que encontró el éxito, desapareció; yo lo busco todos los días. Es una búsqueda permanente que me hace innovar, innovar, innovar. Me repito esa palabra desde que me levanto en la mañana".

Explica que constantemente cambia la decoración de sus locales, su propia ropa, sus muebles, la gráfica de su marca. "Antes del Mundial de Fútbol viajo a Francia y voy a hacer una serie de innovaciones, entre ellas unas carpas nuevas para los desfiles, muy al estilo gótico".

-¡No paras nunca!
"Claro, vivo permanentemente con el ojo visor para cambiar, renovar. Y es… la actitud. La actitud positiva. El que participa de algo creativo como la moda, debe observar mucho y crecer con humildad. Yo no llegué todavía, estoy en camino".

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