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Impacto de la agresión intrafamiliar en el mundo público

No se puede separar el mundo público del privado. Una mujer golpeada hará su trabajo pero el costo personal será mayor. Las empresas deben hacerse parte en la solución del problema.

15 de Mayo de 2006 | 13:18 |
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Nada de fácil debe ser para una mujer intentar encontrar cada cierto tiempo una excusa plausible para explicar algún moretón en la cara que no puede ocultar permanentemente bajo los anteojos de sol.

Nada de fácil debe ser levantarse todos los días para ir a trabajar e intentar concentrarse en esa labor si la noche anterior se ha sido víctima de violencia intrafamiliar y, más encima, se sabe que esa noche nuevamente será objeto de golpes y gritos.

El impacto de la violencia intrafamiliar en la vida laboral de las mujeres motivó a ComunidadMujer y a la Corporación Domos –organismo que realizó un estudio sobre el tema- a invitar al empresario Felipe Lamarca y la psicóloga Eugenia Weinstein a debatir sobre el tema.

El asunto no es menor, si se considera que a lo menos un 34% de las mujeres trabajadoras son víctimas de violencia intrafamiliar. De ahí que el rol del empresariado sea fundamental, tanto en la detección de la situación como en el apoyo a la víctima.

Según el estudio de Domos, cualquier tipo de violencia que viva una mujer en su mundo privado se constituye en un obstáculo frente a las exigencias del trabajo remunerado y eso no es menor, si se piensa en productividad.

Sólo basta tener presente que si una mujer trabaja algunas horas en forma sorpresiva, probablemente se está exponiendo a una alteración del agresor permanente, que, descontento por el retraso en el regreso al domicilio, las puede emprender contra ellas.

Es un hecho que la violencia se tiende a callar y ocultar y por lo tanto, no es detectada en el ámbito laboral; sin embargo, cuando la mujer ya no resiste más su situación personal, ésta explota y aflora en su espacio de trabajo.

Domos confirmó que en aquellos trabajos donde hay un ambiente de confianza, es más fácil que la violencia se exponga, pero contrariamente, muchos representantes del mundo empresarial y sindical consideran que el espacio laboral no debe hacerse cargo de este problema.

En las conclusiones del estudio se hace presente que la violencia intrafamiliar impacta de manera perversa en el trabajo de las mujeres: las víctimas de violencia doméstica tienden a ser particularmente vulnerables en contextos de inestabilidad laborales o discursivos.

Además, si bien puede ser que la violencia no afecte en el qué se trabaja, claramente lo hará en el cómo se hace la labor, la mayor parte de la veces en forma retraída, enojada o angustiada. Es decir, el producto no se ve afectado, sí la manera cómo se consigue, o sea, tiene un alto costo para la mujer que además, por su sentido de responsabilidad, evita las ausencias laborales.

La directora ejecutiva de la Corporación Domos, Carolina Peyrín, también apuntó que la violencia intrafamiliar afecta el desarrollo de la carrera laboral de la mujer porque la depresión las hace no estar interesadas en ser promovidas.

Se concluye además, que la empresa no sabe cómo responder a un problema de este tipo y hay que tener siempre presente que los márgenes entre lo público y lo privado se diluyen.

Todo es hace perverso si además de los problemas en la casa, la mujer debe proteger su fuente de ingresos. Y por eso, es un hecho de la causa que las mujeres que logran romper con la violencia intrafamiliar son aquellas que logran su independencia económica frente al agresor.

La psicóloga Eugenia Weinstein hizo presente que este tema no es sólo de mujeres y por ello, demandó una actitud más proactiva de parte de los empresarios.

Felipe Lamarca, en tanto, señaló que las empresas debieran asumir el tema porque claramente la empresa constituye el segundo hogar de la persona. Agregó que la responsabilidad es de toda la sociedad.

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