EMOLTV

Más allá del estrés

Se trata de una patología en plena etapa de expansión, y en todos los estudios aparece asociada a las características de la vida moderna.

01 de Junio de 2006 | 13:38 |
El estrés es un mal endémico producto de nuestro sedentario post modernismo, con muchas horas tras el teléfono, el volante o el computador, atrapados en la mente del hombre de la urbe; una mente que no cesa de pensar y que no permite entrar en nosotros el silencio y la paz. El cuadro puede acompañarse de insomnio, fatiga crónica, lumbago, impotencia, frigidez, cefalea, mal humor, melancolía...

Sin embargo, lo que llamamos estrés es agotamiento y la incapacidad de adaptarnos a un medio ambiente que nos consume las últimas reservas de energía, llevando a la enfermedad física y psíquica.

Estrés del anglicismo "stress" significa tensión, porque es, justamente, la tensión que provoca un estímulo, lo que a su vez conlleva a un aumento de la tensión corporal, a un gasto de energía necesario para procesarlo y a elaborar una respuesta adaptativa que tiene cuatro etapas.

Fases de adaptación

En la primera etapa, un cambio cualquiera en el medio ambiente externo o interno actúa sobre nuestro cuerpo. En la segunda fase, el organismo percibe el estímulo y reacciona, elaborando una respuesta compensatoria inmediata para mantener nuestro medio ambiente intacto, salvo que ese estímulo sea extremo, como acercarse al sol por ejemplo, en que por no haber adaptación posible, sucumbimos...

Si nuestros mecanismos biológicos de mantención del medio interno o de homeostasis son suficientes en relación a la magnitud del cambio, de persistir y sobrevivirlo en una tercera etapa, nuestro organismo elabora respuestas adaptativas eficientes al mínimo costo energético, al punto que hasta puede aclimatarse. Sin embargo, todas esas respuestas adaptativas cuestan energía, pues un estímulo puede mermar nuestras reservas y llegar a la fase cuatro de la reacción de estrés, que es el agotamiento.

En la fase cuatro de la reacción de estrés sobrevienen los síntomas de la anergia (o falta de energía), cuando nuestro agotado organismo no es capaz de adaptarse y desenvolverse al medio en el que se encuentra. Y esto se produce por un aumento de los estímulos que demandan respuestas adaptativas, por la escasez de reservas energéticas para adaptarse o por ambas.

Estamos frente a deportistas sobreentrenados vulnerables a lesiones, a gerentes sobrecargados de estímulos mentales en perpetuo pensamiento, incapaces de vivir el presente hasta que sobreviene la enfermedad y su consecuente alto obligado en el camino.

La estrategia es ser capaces de reconocer los síntomas, pero es muy difícil verse a uno mismo. Darse cuenta es un proceso individual, y tomar conciencia puede tardar. Puede pasar por un infarto al miocardio, o por un accidente mayor. Un brusco despertar... Más allá del reconocerse, de la autoscopía, la receta es restaurarse, darse tiempo a uno mismo, para cargar las pilas.No es necesario ir al gimnasio o tomar clases de yoga o meterse en onda con el "spinning" o Pilates, todos excelentes terapias; lo importante es parar el mundo de cualquier forma todos los días, media hora... Caminar, flotar, nadar, dar y recibir masaje, respirar y sentir durante un rato nuestra respiración y el corazón latiendo, el presente, que estamos vivos... Y compartir deporte, sobre todo en la naturaleza. Porque el deporte es salud.

Los síntomas


Los cuadros de estrés se acompañan de insomnio, fatiga, lumbago, impotencia, frigidez, cefalea, mal humor...
EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?