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Una familia que asume los costos

18 de Mayo de 2006 | 17:54 |
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Definitivamente esta diputada se las trae. Otra de las sorpresas que dio, al tiempo de haber llegado a la Cámara, fue reconocer que parte de la dieta, aquélla que no destine a las actividades de su distrito, la ahorrará para juntar para la casa propia.

Casada hace casi diez años, tiene un hijo de 8 que claramente es un regalón. Se ríe cuando se le comenta que ha estado un poco floja en hacer la tarea, pero sin inmutarse explica la razón por la cual ha optado por no hacer crecer ahora la familia.

Cuenta que tuvo “al guatón, al Pulga”, cuando terminaba tercer año de medicina y fue difícil. Estudió hasta el último minuto, casi salió de clases para entrar a la sala de parto y sólo estuvo un mes fuera; de hecho la universidad le dio las facilidades para recuperar ese mes en el verano.

“Pucha, dejé a mi guaguita al mes para volver a estudiar, para trabajar para poder mantenernos. Empecé a dejar a mi hijo un poquito de lado y después empecé a tener turnos. Y entonces, empezai a cuestionarte sobre tener otro hijo en esas circunstancias.
“Sí, voy a tener otro hijo cuando esté más estable, más tranquila y pueda dedicarme más a él para que no le pase lo mismo que al guatón que estuvo un poquito solito”, dice.

-Antes fue la carrera, ¿supongo que ahora la política hace aplazar la decisión?
“Claro, tengo claro que no voy a tener horario. La política tiene estas barreras para las mujeres que van más allá de las capacidades de cada una y que se sienten. El tema es que las reuniones son en la noche, que sales del Congreso a las 10 de la noche, que el domingo tienes que ir a saludar a las madres de la comuna en vez de quedarte con tu familia. La política te exige eso.
“Lo siento y lo converse con mi marido. Tener un hijo también para tenerlo botadito… quiero ser responsable”.

-¿O sea, ejerces la maternidad con tu cuota de culpabilidad?
“Absolutamente, hoy día siento que los tiempos que tengo se los dedico todos al guatón, vamos al cine y voy al colegio. Pienso en si tengo más hijos y cómo me voy a repartir; eso de que la calidad versus la cantidad no va conmigo, es complicado, creo que los hijos necesitan de los dos y por lo menos hoy, el tiempo que tengo se lo dedico excluisivamente a él. Es un tema complejo”.

-Pero te quedan muchos años por delante.
“Lógico (se ríe), me quedan años de carrete y en una de esas tomo la decisión más adelante, pero hoy siento que para abrirse camino y hacer las cosas bien, la maternidad no sería muy responsable por mi parte”.

-¿Ésta es una de las tantas desventajas de ser mujer en política o en todo tipo de actividades?
“En todo tipo de actividades, son limitaciones que nos ponemos nosotros, más que te las ponga alguien. Eso es lo que hace que haya un montón de cargos en los cuales no están las mujeres, no por capacidad, sino que porque optamos y optamos por no perdernos ciertas cosas como la familia”.

-Hablando de discriminaciones, ¿sientes que se van a fijar más en tu ropa que en lo que hagas como diputada?
“Lamentablemente como sociedad no hemos avanzado mucho en un montón de cosas como las apariencias, los apellidos, la cuna y no sólo es un tema de género. Probablemente la mujer está más expuesta; qué el físico, qué la ropa, qué si está mononita, que si es gordita o no… la sociedad se maneja con un estereotipo, lamentablemente la mujer está en primera línea”.

-¿Te has planteado el tema de la discriminación positiva?
“Tengo conflictos con la discriminación positiva aislada. Cuando se plantea potenciar a las mujeres en cargos de Parlamento con una ley de cuota me manifiesto dispuesta a estudiarlo y discutirlo, pero también creo que las grandes discriminaciones para entrar en política se producen por estrato socioeconómico y probablemente tendríamos que hacer algo para impedir que la clase política siga perteneciendo al grupo más rico del país. O por qué no hacemos ley de cuotas a favor de los jóvenes –tenemos tres parlamentarios menores de 30 años-, o de los discapacitados, o una cuota de indígenas.
“Por qué ver este tema como una cuestión aislada, esto no se puede convertir en una bandera feminista si no de cómo incluir a todos los que están excluidos”.

En el poco tiempo que le queda libre a Karla se lo dedica a su marido y su hijo. Por lo mismo, ya dejó de ir al cine y el teatro, pasatiempo que le encanta, y también abandonó la pintura y la guitarra.

“Habitualmente componía y hace tiempo que no lo hago. Vas limitando las cosas que te gustan hacer por estas otras cosas que también te gustan hacer”, dice.

-¿Qué costos crees que te va a traer la política?
“El costo familiar está latente, es innegable que para hacer bien una cosa tienes que no hacer tan bien otra y quiera o no va haber un costo. Le estoy poniendo todo el corazón para que el guatón y mi familia no lo sienta, tanto”.

-¿Qué dice tu marido?
“Que él estaba preparado para que esto se produjera tan luego, que sabía que el tema iba para allá; él sabe que amo este cuento, que me hace feliz, que me realizo y él está contento”.

-¿Te va a suplir en muchas cosas?
“Ya lo ha hecho, es un hombre totalmente moderno. Lo ha hecho siempre, imagínate que cuando era médico él tuvo que suplirme en muchas cosas, desde que el guatón era chiquitito”.

-¿Qué otro costo?
“Estar más expuesta, el probablemente hacer noticia por cosas que no lo harían personas menos relevante. Es un costo en la privacidad de las personas públicas”.

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