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“Somos como una prueba piloto de lo que esperamos que la sociedad sea”

24 de Mayo de 2006 | 09:45 |
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Es la más joven del gabinete. Tiene 37 años, está casada y tiene dos hijos de 10 y 5 años, uno de los cuales nació mientras hacía su post grado en España.

Desde que asumió su cargo, se ha dejado asesorar, en materia de vestuario, por su hija mayor, Laura, quien la ayuda a resolver la incertidumbre que la embarga todas las mañanas cuando tiene que decidir qué ponerse. Claro está, como ella reconoce, este proceso la retrasa y el resto de la familia la debe esperar.

Con su marido comparten los roles de la crianza. “Los hombres de las nuevas generaciones son distintos”, explica.

-¿Y el tuyo es parte de esa nueva generación?
“Yo diría que sí. Él es un hombre joven, entonces, la verdad es que él entiende que comparte y no que colabora. Probablemente hace algunos años si uno de le preguntaba a las mujeres si su marido ayudaba en la casa, decía que sí, que hacía la ensalada para el asado. Hoy los hombres entienden que es su responsabilidad ver qué es lo que se cocina en la casa.
“Es un hombre progresista”.

-Ahora que estás en un cargo que te consume más tiempo, ¿ha tenido que asumir más tareas?
“¿Más tareas domésticas? Sí, nosotros somos como una prueba piloto de lo que esperamos que la sociedad, en general, sea y me imagino que los matrimonios de las otras ministras, si es que están casadas, o en sus relaciones de pareja, también son prueba de eso. Cuando hablamos de que queremos que los hombres y las mujeres se distribuyan más equitativamente los roles, no sólo queremos que sean los cargos de los ministerios, sino que también al interior del hogar; por lo tanto, si los hijos de ambos tienen que ir al colegio o necesitan comer, sin distinción de si soy hombre o mujer, igualmente nos tenemos que hacer cargo de esos problemas”

-¿Estás sufriendo los primeros costos de estar en este cargo?
“No, no he tenido ningún costo de estar en este cargo. Al contrario, me siento muy honrada de que la Presidenta haya confiado en mí, para mi es un tremendo desafío”.

-¿No sientes costos familiares?
“No creo que haya costos familiares. Los niños entienden que tienen una madre que adora su profesión, que le encanta lo que hace, que tiene un tremendo compromiso con la Presidenta y con el país y se sienten enormemente felices. Son los más orgullosos de mi familia con lo que estoy haciendo”.

Pese a todo, ella reconoce que hay momentos difíciles. De hecho estuvo de viaje una semana y mantuvo mayor contacto telefónico con ellos “para que sintieran tanto la ausencia”.

“No hay cargas de emociones”, dice.

-¿De verdad? ¿No sientes un dejo de culpabilidad maternal?
“No, para nada, yo creo que soy una excelente madre”.

-Pero las madres tienden a querer estar más tiempo con sus hijos. Por mucho que se hable de calidad versus cantidad, sabemos que lo primero no se da sin lo segundo.
“Creo que es una responsabilidad de Jorge y mía el ser buenos padres y madres y ambos tendremos que asumir que los niños estén o no acompañados, que no se sientan solos o que tengan hechas las tareas. No entiendo por qué yo tendría que asumir una mayor carga a la que ya tengo como trabajadora.
“Para mí, estar en este cargo es una tremenda demostración, y lo digo con mucha humildad, de que los que estudiamos en liceo con número también podemos tener cargos de ministros. La verdad es que lo que yo he obtenido en mi vida ha sido fruto de un gran esfuerzo de mis padres y mío, de mi familia. Esto es para mí un tremendo honor, no es algo que me tensione, que tenga costos, al contrario”.

Se declara muy buena deportista, de ésas que nadaba mucho en tiempos pretéritos. También lamenta el no tener tiempo para seguir estudiando, aunque ahora va comenzar a estudiar inglés con más profundidad. “Ése fue uno de los costos de una educación fiscal, no tuve buen inglés como otra no tuvo buenas matemáticas, pero, en fin, uno las va paleando”, agrega.

“Cuando pienso en la serie de desventajas que tienen muchos jóvenes, me motivo mucho, y entonces puedo dejar de lado la falta de deporte o esas carencias o pérdidas en mis pasatiempos”, continúa.

Aunque en las primeras semanas se fue tarde a su casa, hoy logra retirarse cerca de las 8 de la noche de la oficina. Por lo mismo, afirma que tanto hombres como mujeres, en Chile, quieren tener una jornada laboral más acorde con la vida familiar. “No es sólo un deseo de la mujer; no queremos tener jornada más flexible para que la mujer haga la pega en el trabajo y después se vaya a cuidar a los niños”, aclara.

-El Código de Buenas Prácticas Laborales en elaboración, ¿apunta en ese sentido?
“El código tiene medidas que permiten una distribución más equitativa de los roles entre hombres y mujeres, pero permite que las mujeres puedan optar a ascensos en sus carreras en forma igualitaria que los hombres; permite que las mujeres sean consideradas para cargos de relevancia al interior de las empresas y la administración del Estado en igualdad de condición; y tiene muchas medidas que rompen las barreras con las cuales tradicionalmente se discrimina a las mujeres”.

-¿Llegaremos al día en que las mujeres estén tan bien que los ellos requieran de un Servicio Nacional de Hombre?
“No lo creo, porque yo no parto del supuesto de que ellos ocupen el lugar que nosotros hemos ocupado históricamente y que nosotros pasemos a ocupar el de ellos”.

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