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Celebremos los cumpleaños

20 de Junio de 2006 | 14:11 |
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¿Se acuerda usted del cumpleaños de su digna esposa? Pero en la fecha que corresponde, no al día siguiente, cuando ella está llorando por su olvido. ¿Le pasó alguna vez?

No importa, no se sienta culpable, mi compadre se acordó oportunamente, le compró un regalo, lo guardó para la fecha señalada. Se preocupó de invitar secretamente a los amigos, encargó torta, velitas, canapés, pastelitos, refrescos y tragos. Contrató un mozo y una niña para atender a los invitados, el lavado de copas y platos, y dejar todo ordenadito y compuesto.

Mejor no lo hubiera hecho, igual lo retaron y tuvo escena de llanto. Ella había decidido no celebrar nunca más tan detestable fecha. Le recordaba a ella, a sus amigas invitadas y también a sus enemigas no invitadas, la voluminosa colección de calendarios oculta en el rincón de algún closet. ¡Lo peor fueron las velitas, la torta parecía cálifont!

Nuestras madres y nuestras abuelas, muy sabias ellas, celebraban con entusiasmo sus onomásticos, recibían regalos y no comprometían "la flor de su secreto", como diría Almodóvar.

Nadie habla de años en los onomásticos y nadie comenta, en tono malévolo, "se ve mayor que su consuegra" (una comparación insoportable para cualquier mujer con un mínimo sentido de autoestima).

Pero los hombres también tienen sus devaneos frente a la inoportuna presencia de los años denunciada por la aparición de las inevitables "patas de gallo".

La desaparición de la cintura y el desmedido crecimiento de la frente atentan en contra de las celebraciones cumpleañeras y muchos se hacen los desentendidos cuando de celebrar se trata.

Pero no es bueno evitar las celebraciones con los amigos y la familia.

Juntarse un par de veces al año alrededor de una mesa, o junto a una guitarra que nos permita recordar, aunque sea tarareando, la banda sonora de nuestra vida, alegra los corazones y alarga la vida.

Además, nos reúne para renovar los afectos con los cómplices del guión de nuestras historias.

Una amiga muy inteligente e ingeniosa inventó los "cumpleaños disléxicos". Cuando se le ocurrió celebrar sus 62 años, la invitación escrita nos convocaba para los 26 de ella junto con los 48 de su longevo tío.

¡Ésa es la fórmula! Celebremos todo lo que haya que celebrar, no nos aislemos, el peor enemigo para la GEDEDU (gente de la edad de uno) es la soledad.





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